En pocos años, López Obrador cometió parricidio político con Cárdenas, mató políticamente a Rosario Robles y a todo ese grupo...
Ricardo AlemánDetrás del escándalo que tiene al PRD en las primeras planas de la prensa nacional, no sólo aparece la fallida elección de consejeros estatales y nacionales en cinco entidades del país, sino que la batalla de fondo es la mayor embestida del lopezobradorismo contra Marcelo Ebrard.
En realidad, el objetivo de ese escándalo político y mediático —que exhibe la grosera cultura antidemocrática de los amarillos— es aplastar las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard, a quien torpedean, desde distintos flancos, los grupos políticos y mediáticos que están dispuestos a todo para quitarlo del camino de López Obrador.
Entre los grupos radicales de la llamada izquierda, que a toda costa intentan imponer la candidatura presidencial de López Obrador —y al mismo tiempo eliminar a Marcelo Ebrard—, están los grupos políticos encabezados por la pareja de Dolores Padierna y René Bejarano, dueños de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN); Martí Batres, de Izquierda Social (IS), y la Red por la Unidad de las Izquierdas (Runi).
Esos grupos crearon un poderoso bloque que no sólo busca acabar con las aspiraciones presidenciales del jefe de Gobierno —para despejarle el camino a AMLO—, sino que pretende apoderarse de la sucesión de aquél en la Jefatura de Gobierno del DF. No es todo, ya que en ese mismo bloque también están el Partido del Trabajo y Convergencia (ahora Movimiento Ciudadano), partidos familiares que usan todos sus recursos políticos y económicos no sólo para apoyar a AMLO, sino para derribar a Marcelo.
Pero, además —y por si no fuera suficiente—, también son parte de los propagandistas de AMLO y de los sectores que apuestan por dejar fuera de la llamada izquierda radical a Marcelo, el diario La Jornada y el semanario Proceso: dos poderes mediáticos que olvidaron por completo su tarea periodística, para convertirse en propagandistas de López Obrador y de su proyecto político-electoral. Pero también hacen el papel de golpeadores de Marcelo y de los adversarios del tabasqueño.
Sin embargo —y a pesar de lo evidente—, nadie se atreve a explicar las razones por las que todo un bloque de la llamada izquierda se propuso tirar a Marcelo Ebrard de la contienda presidencial. Las razones las explicamos ayer en este espacio: lo quieren fuera de la contienda porque Marcelo Ebrard es el único precandidato presidencial capaz de encabezar una alianza PAN-PRD contra el PRI de Enrique Peña Nieto. En realidad la embestida del pasado domingo contra el jefe de Gobierno es un nuevo capítulo de la alianza AMLO-Peña Nieto, que se coaguló para impedir la alianza PAN-PRD en el Estado de México.
Y seguramente muchos fanáticos del tabasqueño —acólitos que no razonan, sino que, ciegos, sólo insultan— tienen dudas sobre el “filicidio político” que intenta AMLO contra su hijo político, Marcelo Ebrard. Bueno, si no creen, vale la pena que recuerden que desde enero de 2000 López Obrador inició una estrategia para eliminar electoralmente a su padre político, Cuauhtémoc Cárdenas.
Si recurrimos a la memoria, recordaremos que, en pocos años, AMLO cometió parricidio político con Cárdenas, mató políticamente a Rosario Robles y a todo ese grupo, y escapó sin rival rumbo a Los Pinos. Si no lo creen, pueden consultar el Itinerario Político del 19 de diciembre de 2001, titulado “PRD: ¿parricidio político?”, en donde detallamos la forma en que López Obrador destruyó a sus adversarios políticos, con tal de convertirse en candidato presidencial.
La historia se repite hoy. López Obrador ya decidió eliminar a su hijo político y, si para ello es necesario destruir al PRD, lo hará, sobre todo porque ya tiene garantizado su lugar en la boleta electoral de julio de 2012, sea por el PT, sea por Convergencia. Lo curioso del caso, sin embargo, es que si AMLO destruye al PRD —desde su cómoda posición de jefe de facto del PT y Convergencia—, y si nadie es capaz de recordarle o reclamarle, que si ya duerme en otra casa y otra cama, ya perdió sus derechos de pernada en el PRD es porque, en realidad, AMLO es intocable.
Pero que nadie se sorprenda, todos saben que AMLO es intocable, no sólo entre la izquierda, sino en el IFE y en el Tribunal Electoral. Por lo pronto, sólo resta preguntar si Marcelo Ebrard aguantará los obuses lanzados por su otrora padre político o si, de plano, un día de estos aventará la toalla y le dejará el camino seguro al locuaz tabasqueño. Y para los que aún dudan de la hipótesis, sólo sigan la pista a los beneficiarios de que Marcelo se retire de la contienda. Se llaman AMLO y Enrique Peña Nieto. Al tiempo.
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