La austeridad da resultado –o, al menos, en el caso de Irlanda–. Los bonos del país rentan ahora menos que cuando Dublín recibió el rescate de 85.000 millones de euros en noviembre de 2010, pese al agravamiento de la crisis de la deuda de la eurozona desde el verano.
Esto ofrece un rayo de esperanza. Si la economía sigue avanzando, los temores a una reestructuración de la deuda similar a la que se baraja para Grecia seguirán desvaneciéndose, lo que en última instancia permitirá a Irlanda empezar a emitir deuda de nuevo.
Los bonos irlandeses a 10 años rentan en la actualidad sólo un 7,7%, frente al 14,5% en julio, y muy por debajo de los de Portugal y Grecia. Los inversores tienen mucho que celebrar. El crecimiento del país en el primer semestre fue mucho más sólido de lo previsto –un 1,6% sólo en el segundo trimestre–. Los bancos se han recapitalizado; se está recuperando la competitividad; el país volvió a registrar un superávit por cuenta corriente en 2010 por primera vez desde 1999. El Fondo Monetario Internacional ha recortado en dos ocasiones sus previsiones sobre el techo de la deuda, quedando en el 118% del PIB para 2013 frente a la previsión inicial del 125%. El techo debería reducirse más, ya que Irlanda ha conseguido tipos de interés más bajos sobre sus préstamos oficiales.
No cabe duda de que la deuda es extremadamente alta. Irlanda sigue dependiendo del crecimiento global, dado que es una economía pequeña y abierta, y le deparan muchos ajustes fiscales. Pese a que el déficit presupuestario, excluido el pago de intereses, fue inferior al previsto entre enero y julio, sigue siendo alto –del 5,6% del PIB–. Los mecanismos de rescate de la eurozona siguen ensombreciendo el futuro: parece poco probable que Moody's, que rebajó el ráting de Irlanda a “bono basura” en julio ante el temor a que los tenedores de bonos sufrieran pérdidas en un segundo rescate, cambie su decisión pronto.
Pero esos temores deberían alejarse si Irlanda sigue haciendo progresos. El objetivo de los programas del FMI y la eurozona es ayudar a los países a recuperar el acceso al mercado. Irlanda está financiado hasta finales de 2013, así que dispone de tiempo más que suficiente. Pero una vuelta a los mercados en 2012, algo posible, enviaría una poderosa señal –sobre Irlanda y sobre la eurozona–.
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