03 octubre, 2011

La Presidencia aturde

Luis González de Alba

El PRI, el verdadero PRI, aquella aplanadora que todos conocimos, la mayoría padecimos y muchos combatimos, ya no existe. Sobreviven, en frascos de formol, como aquellas cabras de dos cabezas del antiguo museo del Chopo, algunos prototipos como Manuel Bartlett; pero el tumor principal perdió malignidad, no sin antes lanzar metástasis a todo el sistema político mexicano:


El PRD está compuesto, casi por completo, de células priistas emigradas; lo mismo el PT, acusado por 20 años de ser creación de los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari y hoy vitalizado por perredistas, que antes fueron priistas.


El derrumbe del PRI comenzó con la reforma política de Jesús Reyes Heroles y concluyó con la Presidencia de un priista muy poco militante, Ernesto Zedillo.


Pero el desprecio nacional por la política, la necesaria, la que nos dice cómo están conformados los órganos del poder, dónde están las columnas y cuánto resisten, hizo que el hablantín Fox creyera que el triunfo en las urnas era el final, y no el principio.


La reforma de 1996 hizo posible esa victoria al poner la casilla en manos de los vecinos, con la vigilancia de las urnas y conteo de los votos ante la mirada de todos los partidos y de los observadores nacionales y extranjeros inscritos. Bien. Pero sólo era el principio.


Luego Fox se dedicó a lo suyo:


Gobernar por teléfono para moverse entre pueblo, al tuteo como prueba de cambio profundo.


Vimos ignorancia del paquete, frivolidad de un ranchero grandote y medio lelo, incapaz de maldad alguna. Y era necesaria, no maldad, sino malicia para acabar de cerrar las arterias que por ese olvido todavía nutren el tumor. Los cancerólogos llaman angiogénesis a la creación de vasos sanguíneos que el tumor crea para alimentarse y crecer.


Entre las palabras del dicharachero Fox no estaba y de seguro no está: corporativismo. Al parecer, su falta de militancia política, o sus muchas lecturas del gran novelista José Luis Borgues, le impidieron ver el país, lo convencieron de que el PRI era una botarga grandota a la que una buena patada con botas vaqueras tumbaría sin que pudiera volverse a levantar.


Y bien, hemos visto, con el SME, que los trabajadores siguen aún en manos de sus dirigentes. Y las cadenas que los atan son tres: el ingreso al empleo y la salida por el sindicato y sólo por el sindicato, el descuento de las cuotas sindicales desde la nómina misma, y la “autonomía” de los dirigentes para emplear los miles de millones en cuotas sin dar jamás cuenta de esas fortunas. Y eso, sin mucha ciencia política, es vital para el PRI.


Sus metástasis conocen bien el método y lo emplean a fondo: ambulantes, taxistas, viejitos pensionados, madres solteras con ayuda económica, universidad a la que se ingresa por sorteo, aumento en 730 por ciento del narcomenudeo en el DF, obras impresionantes a costa de infraestructura que no se ve. Como diría el maestro de todos: “Arriba y Adelante” con Luis Echeverría.


La gran diferencia es que ahora nos han creado una segunda versión de la Revolución Mexicana, ésa con mayúsculas a cuyo nombre gobernó el PRI. Ahora son la izquierda. Y así van como saltimbanquis de feria pueblerina: ¿alguien recuerda por cuántos partidos-pantanos ha cruzado Muñoz Ledo sin mancharse su plumaje? Y sigue vociferando con la pureza de alma del profeta Jeremías.


Lo mismo que Fox, el presidente Calderón se ha dedicado a insultar al PRI sin quitarle a la granada la espoleta para luego negociar un proyecto de país con un PRI reconvertido a partido fuerte y nada más, pero nada menos, un PRI necesario. Un partido con el que se puede hablar.


Al parecer Calderón no lee tampoco la prensa o los encargados de hacerle los recortes diarios le ocultan la cara agria del PRD. Pretende sacar una reforma fiscal con quienes han dicho y gritado que están en contra de un IVA parejo, una reforma laboral con los que ven atentados contra el proletariado en todo lo que afecte al sindicalismo corporativo porque desean heredar intacta esa columna del PRI, una reforma energética que el PRI propuso en el sexenio de Zedillo y que el PRD no aceptará jamás:


No lo adivino, lo dicen todos los días, lo escriben en sus congresos, lo gritan en sus mítines. Nada más Beltrones, entre los precandidatos fuera del PAN, propone las reformas que Calderón quiere negociar con el PRD.


La Presidencia enloquece, no lo creía, pero es verdad. Al menos, aturde.

No hay comentarios.: