•Peña Nieto, enfrenta el momento más delicado de sus aspiraciones.
•Vazquez Mota se fuga, y Marcelo aparece como candidato sin partido.
Ricardo AlemánEstá claro que cada ciudadano —en su calidad de potencial elector— tiene un candidato presidencial favorito, aquel en el que deposita todas sus esperanzas, aspiraciones y preferencias, y al que defenderán a capa y espada.
Pero también es cierto que, más allá del amor individual por tal o cual aspirante presidencial —tendencia o corriente electoral—, al final de cuentas, la realidad político-electoral terminará por imponerse en el resultado de las urnas. ¿Y cuál es esa realidad? Todos lo saben: la que dicten las mayorías.
Y a partir de esa realidad político electoral —y a diez meses del 1 de julio de 2012—, lo cierto es que del total de siete presidenciables que han arrancado su respectivo periplo en busca del voto ciudadano, sólo tres tienen posibilidades reales de competitividad y, por ello, de alzarse con un potencial triunfo para su causa y su partido en la contienda presidencial.
Nos referimos, en ese orden, a Enrique Peña Nieto, el casi seguro candidato del PRI; a Josefina Vázquez Mota, la muy probable aspirante del PAN, y Marcelo Ebrard, aventajado pretenso del PRD. ¿Por qué creemos que los tres punteros, los candidatos oficiales de la derecha, la izquierda y el centro debieran ser Vázquez Mota, Ebrard Casaubón y Peña Nieto? Vamos por partes.
Peña, imbatible.
El caso de Enrique Peña Nieto se ha convertido en un tema de estudio. ¿La razón? Que el mexiquense —junto con Ernesto Cordero—, es uno de los políticos y aspirantes con una de las menores trayectorias, pero con la mayor aceptación, preferencia y popularidad. En otras palabras, que Peña Nieto es un “fenómeno político y mediático”.
En realidad el único cargo de importancia y que lanzó a Peña Nieto a los cuernos de la luna, es el de mandatario del Estado de México. De suyo, el gobierno de la entidad más poblada del país, es una experiencia que nadie debe desdeñar. Sin embargo, frente a trayectorias como las de Manlio Fabio Beltrones y/o Marcelo Ebrard, el mexiquense está muy lejos.
Sin embargo, les guste o no a los tricolores, Peña Nieto se convirtió en motor del llamado “fenómeno PRI”, al grado de que hoy nadie, ningún otro candidato, se aproxima siquiera a la mitad de las preferencias que lo han convertido en el hombre a vencer. Frente a Peña Nieto aparece, como todos saben, el poderoso senador Manlio Fabio Beltrones, quien, a pesar de que es uno de los políticos más completos, no tiene ninguna posibilidad real de convertirse en candidato presidencial del PRI.
Por eso la pregunta obliga. ¿Por qué, a pesar de que Peña Nieto parece imbatible, Beltrones insiste en estar en la pelea, en la interna del PRI? La respuesta puede tener muchas vertientes, pero lo cierto es que, como pocos, el sonorense sabe que en política nada está escrito. ¿Y eso que quiere decir? Que, para bien o para mal, Peña Nieto tampoco tiene nada seguro.
Es decir, que el mexiquense se encuentra en el momento más delicado de su aspiración presidencial. ¿Por qué? Porque todos, dentro y fuera del PRI, lo han convertido en el hombre a vencer. Y todos, incluidos los hombres del PRI, lo van a derribar, si tienen parque para ello.
“Jose”, sola y el mundo.
El caso de Josefina Vázquez Mota muestra características totalmente distintas. En el último semestre, la ex diputada empezó a escaparse del pelotón de panistas, grupo que por años había encabezado Santiago Creel. Sin embargo, el grupo hegemónico en el PAN, el calderonismo, no estaba dispuesto a perder el control de la sucesión presidencial y, por ello, decidió por la alquimia política. ¿Y qué es eso?
Es la ruta de inventar a un candidato presidencial. Así, con todo el poder del gobierno federal, los calderonistas ungieron a Ernesto Cordero como “el delfín” de Los Pinos, en espera de que una vez decantado el pelotón de aspirantes, el ganador de esa depuración fuera el ex secretario de Hacienda. Sin embargo, una vez que sólo quedan tres pretendientes del PAN, la señora Vázquez Mota ya se apoderó de 50% de las preferencias, en tanto que Santiago Creel tiene por ahí de 30 por ciento. Esos números muestran que ya no hay fichas para Ernesto Cordero.
Es decir, para que Cordero pueda remontar el lejano tercer lugar, en el PAN tendría que ocurrir una verdadera tragedia política, para que la señora Vázquez Mota perdiera 10, 20 o más puntos porcentuales de preferencia entre el panismo, y que esos puntos fueran a parar a las alforjas de Cordero. Y es muy difícil que esa tragedia ocurra.
En cambio, es muy probable que si los calderonistas siguen usando todo el poder político y económico del gobierno federal para empujar las aspiraciones presidenciales de Cordero, al final de cuentas se produzca una eventual alianza entre Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota, que sepultaría todas las posibilidades del delfín presidencial. Todo depende de que Creel y Vázquez Mota entiendan que tienen en sus manos un proyecto ganador para el PAN.
Marcelo, cacha votos.
Frente al “fenómeno Peña Nieto”, poco a poco empieza a construirse el “fenómeno Marcelo”, que consiste en la creación de un candidato presidencial que se localiza en el mejor de los mundos posibles —si hablamos de la llamada geometría política—: en el centro. En otras palabras, que el jefe de Gobierno del Distrito Federal ya es visto como un candidato presidencial, localizado mucho más allá del PRD; mucho más allá del conjunto de la llamada izquierda y mucho más que un candidato de partido.
Marcelo Ebrard ha trabajado, en los meses recientes, para ser visto e identificado como el candidato presidencial del voto útil; de los ciudadanos sin partido, de los electores defraudados por el viejo PRI, de los inconformes de los fracasos del PAN y los radicalismos del PRD.
En suma, el jefe de Gobierno va por los votos de los electores tricolores que no quieren a Peña Nieto; de los votantes que nunca votarían por AMLO; de los que nunca sufragarían por el PAN. Va por todos aquellos que no quieren la vuelta del PRI, que se decepcionaron del PAN, y que ven con temor a un locuaz populista como AMLO. Por eso se impone la pegunta. ¿Tiene arrestos para lograrlo?
Contra lo que muchos suponen, hoy el futuro de Marcelo Ebrard ya no está en manos del AMLO, sino del PRD. ¿Por qué? Porque el futuro del PRD y de la izquierda no está en su ombligo, sino en el voto de los ciudadanos en general. Sólo falta que lo entiendan y que resistan los chantajes del radicalismo. Al tiempo.
En el camino.
En el tema del aborto, no hizo falta la presión del Papa romano. Fue suficiente recordarle a un ministro a quién le debía el cargo. Y con eso fue suficiente. ¿O no?
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