Por Emilio J. Cárdenas
La situación del cada vez más autoritario y menos democrático Evo Morales, en Bolivia, comienza a ser llamativamente frágil.
Sucede que quienes hasta no hace mucho fueron sus partidarios, lo han abandonado. Y protestan abierta y masivamente en su contra. Me refiero tanto a la central obrera de su país, como a muchos de los principales movimientos indigenistas, esto es a los que no viven directamente de la mano de Morales, claro está. De sus dádivas, en otras palabras. Entre ellos, el de los guaraníes que marchan hacia La Paz, en protesta, con el apoyo masivo de otras etnias indígenas.
A esto hay que agregar una profunda disconformidad popular con los paupérrimos resultados de su administración. El 55% de los bolivianos manifiesta estar en contra de la gestión de Morales. A los graves problemas energéticos que padece, se suma ahora un fracaso imperdonable en un país aún azotado por la pobreza.
El que tiene que ver con la producción de los alimentos básicos. Concretamente, con la de maíz y trigo, que han disminuido sensiblemente respecto de los dos años pasados. Su producción local cayó entre un 35 y un 40%. Lo que es indisimulable. Así lo denuncian, cumpliendo su esencial misión democrática de informar, los medios libres bolivianos, como el diario La Prensa, de La Paz. La razón principal es la falta de incentivos a los productores y la total inseguridad jurídica en la que Morales ha sumido a su país, a lo que ciertamente se agregan las consecuencias de un clima que, en los últimos años, está resultando claramente hostil a la producción, sobre lo cual, desde el gobierno, se ha hecho poco y nada. Sin ir más lejos, el año pasado los productores contaron con un precio sostén de 300 dólares la tonelada. Este año no se hizo nada similar en este sentido.
De las 100.000 hectáreas de maíz que se había programado dedicar a ambos cultivos, sólo se sembraron unas 63.000 hectáreas. Algo similar sucedió con el trigo: donde sólo se sembraron 50.000 de las 80.000 hectáreas que se habían reservado para ese cultivo. En ambos casos lo sucedido ha impactado en los precios y generará escasez. Tarde o temprano, salvo que el gobierno aumente sus importaciones de ambos productos.
La administración de Morales ha construido, es cierto, algunos pocos silos. Pero ellos son sólo aptos para almacenar soja, sorgo y girasol. No maíz, ni trigo, llamativamente. La falta de capacidad de almacenaje influirá también adversamente en una situación de por sí crítica. Los errores acumulados respecto de la producción doméstica de maíz y de trigo son responsables de lo sucedido, que genera una razón más que pone en evidencia la llamativa incapacidad administrativa que caracteriza al gobierno de Evo Morales.
Por todo esto, en las elecciones de jueces del domingo pasado (para purgar los más altos tribunales y transformarlos en sumisos a la voluntad de Morales), el resultado no tiene precedentes: fueron más (largamente) los votos en blanco o nulos. Con una asistencia elevada. Casi el doble de los votos válidos. Siguiendo la sugerencia de la oposición, le dijo “no” a Morales. Que pronto puede querer decir: “basta”. Pese a la falta de legitimidad consecuencia de la escasez de votos (apenas del 20%) a su favor, no es imposible que Morales procure hacer asumir a sus candidatos. Porque lo que procura es la suma del poder público, todo lo contrario de la democracia. Una pena, porque Bolivia ya sabe que está frente a una oportunidad perdida y en las fauces mismas del autoritarismo y puede ser tarde.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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