01 octubre, 2011

Pakistán: EE.UU. debe reaccionar decididamente por el ataque a la embajada americana


Verosímiles informes de prensa de Estados Unidos revelan que los celulares que llevaban los atacantes que perpetraron el atentado a la embajada de Estados Unidos en Kabul el 13 de septiembre, estaban vinculados a altos cargos de inteligencia pakistaní. Estados Unidos ha sabido desde hace mucho tiempo que la agencia de inteligencia de Pakistán, el Directorio de Inteligencia Inter-Servicios (ISI), trabaja estrechamente con la insurgente Red Haqqani que ha sido la responsable de algunos de los más feroces atentados contra Estados Unidos y contra los soldados de la coalición en Afganistán. Pero si los informes de los medios de comunicación acerca de los vínculos es de los teléfonos celulares son exactos, esta sería la primera vez que Estados Unidos tiene una “prueba irrefutable” sobre la participación de Pakistán en un ataque directo contra los intereses civiles de Estados Unidos.

Si los líderes pakistaníes mantienen su resistencia, a la luz de la nueva información acerca de los vínculos de los teléfonos celulares de los terroristas con la inteligencia pakistaní, Estados Unidos debería comenzar a tomar medidas punitivas contra Islamabad que podrían presagiar la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Pakistán.

Los intentos de salvar la relación son efímeros

Las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán se han vuelto muy tirantes desde el asalto del 2 de mayo que acabó con la vida de Osama bin Laden. La administración Obama ha abogado por el mantenimiento de las relaciones diplomáticas y los programas de ayuda a Pakistán en medio de las crecientes dudas del Congreso sobre la virtud de continuar con dichos compromisos. Los miembros del Congreso sospechaban que parte de las instituciones de seguridad pakistaníes habían ayudado a proteger a bin Laden y su descontento con esta situación era cada vez mayor debido a la oposición de Pakistán a cortar los vínculos con los insurgentes afganos que atacan a las fuerzas de Estados Unidos y de la coalición. Sin embargo, el argumento de la administración sobre los compromisos parecía estar justificado cuando Pakistán señaló recientemente que aceptaría de regreso a algunos de los instructores militares de Estados Unidos que habían sido expulsados del país poco después de la incursión para atrapar a bin Laden.

Sin embargo, el bombazo informativo lo cambia todo. A menos que Pakistán se comprometa a perseguir a los altos cargos del ISI involucrados en el atentado del 13 de septiembre y trabajar más estrechamente con Estados Unidos para hacer frente a la Red Haqqani, Estados Unidos tendrá que recalibrar su política hacia Pakistán, a pesar de las posibles repercusiones negativas para otros intereses americanos en la región. Como el Wall Street Journal señaló en uno de sus editoriales, “Estados Unidos no puede darse a ver ante el mundo, o más especialmente ante el pueblo americano, como que hace de la vista gorda con la complicidad de Pakistán en el asesinato de ciudadanos de Estados Unidos que sirven en Afganistán”.

En el caso de que Pakistán mantenga su actitud desafiante y se niegue a tomar medidas contra los autores de los atentados a la embajada americana, Estados Unidos deberá seguir adelante con el siguiente plan de acción:
Suspender todos los programas de ayuda a Pakistán, incluida la ayuda civil. A pesar de que el ejército y el sistema de inteligencia son los que tienen la responsabilidad del atentado, sería casi imposible llevar a cabo programas eficaces de ayuda civil sin su cooperación. Si la relación militar entre Estados Unidos y Pakistán se vuelve más hostil, las autoridades y contratistas de Estados Unidos estarían mucho menos seguros de lo que lo están actualmente; Y puesto que los líderes civiles pakistaníes han sido incapaces de forjar una política contraterrorista independiente del ejército, Estados Unidos encontraría cada vez más difícil justificar cualquier ayuda a un gobierno con partes del mismo involucrado en el atentado contra Estados Unidos.
Llamar a consultas al embajador americano sobre futuras decisiones políticas acerca de Pakistán. La administración Obama parece estar paralizada en lo que respecta a su política hacia Pakistán desde el asalto a bin Laden. La inteligencia que vincula a Pakistán con el atentado a la embajada de Estados Unidos debería sacar a la administración de esta parálisis. El atentado demuestra que la incapacidad de Estados Unidos para lograr un cambio en las políticas antiterroristas pakistaníes está poniendo en riesgo toda la iniciativa bélica de la OTAN en Afganistán y la capacidad de la comunidad internacional para derrotar al terrorismo global.
Reajustar la estructura de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán y dar prioridad a encontrar rutas alternativas para hacer frente a una interrupción o incluso a un cierre de las rutas de suministro a través de Pakistán. Estados Unidos ha sido capaz de aumentar la cantidad de suministros que envía a través de la Red de Distribución del Norte en los últimos cinco años y debería dar aún más prioridad al aumento del poderío de esta red. Un corte en la cadena de suministro que atraviesa Pakistán casi seguro impactaría gravemente a la capacidad de Estados Unidos a la hora de mantener misiones militares en Afganistán. Este es un precio que Estados Unidos tendría que pagar y al que se tendría que adaptar.

Denominar inmediatamente como una organización terrorista extranjera a la Red Haqqani. Aunque esto pueda tener un pequeñísimo efecto práctico en términos de cortar el financiamiento a la organización, lo que sí hace es enviar una clara señal de que Estados Unidos no tolerará atentados contra sus ciudadanos. Pakistán ha estado tratando de impulsar el papel del clan Haqqani en las conversaciones de reconciliación en Afganistán. Pero Estados Unidos no puede tolerar negociaciones con grupos que están atentando contra civiles americanos. Tal política demostraría debilidad y animaría a otros adversarios de Estados Unidos para tratar de obtener concesiones de los mismos a través de la violencia.

Intensificar ataques con aviones no tripulados contra objetivos Haqqani en las zonas tribales de Pakistán. El ritmo creciente de los ataques con aviones robot en las zonas tribales de Pakistán ha afectado gravemente a los líderes de al-Qaeda y ha rebajado su capacidad de atacar a Estados Unidos. Washington debería seguir el mismo tipo de enérgica campaña con aviones no tripulados contra la Red Haqqani en Waziristán del Norte y parte de la Agencia de Kurram, donde algunas fuerzas Haqqani se han trasladado recientemente.
Invertir los planes de retirada de Estados Unidos de Afganistán. Parte de los motivos por los que los paquistaníes continúan apoyando a la Red Haqqani (y otros poderes talibanes) es que creen que Estados Unidos se retirará de Afganistán antes de que la situación se estabilice y porque piensan que la Red Haqqani se constituirá como la mejor oportunidad para asegurar sus intereses en el país. El reciente recrudecimiento de los atentados talibanes en Afganistán, especialmente tras el asesinato del expresidente afgano y jefe del Consejo Superior para la Paz, Burhanuddin Rabbani, demuestra que los líderes talibanes de línea dura no tienen ningún interés en las conversaciones de reconciliación y creen que pueden dar caza a las fuerzas americanas de la región. Estados Unidos debería demostrar que está decidido a no permitir que Afganistán sirva de nuevo como base de terroristas internacionales. Esto se puede hacer solamente asegurándose que los comandantes militares de Estados Unidos tienen las tropas y los recursos que necesitan para completar la misión en Afganistán y forzar finalmente a los talibanes a una verdadera negociación.

Consultar con sus aliados europeos sobre la forma de alejar a Pakistán del peligroso camino que está tomando. Mientras que Estados Unidos y los aliados de la OTAN colaboran estrechamente con la misión en Afganistán, Estados Unidos ha sido prácticamente el único protagonista a la hora de buscar el cambio en Pakistán. Los europeos argumentan que tienen muy poco peso concreta en el país, pero podrían reforzar los mensajes de Estados Unidos y mostrar su solidaridad con la posición americana en Pakistán. Demostrar solidaridad entre Estados Unidos y Europa y otros aliados de cara a Pakistán sacaría del error al gobierno pakistaní sobre cualquier idea que le haga creer que puede jugar a enfrentar a Estados Unidos y sus aliados y así aliviar la presión internacional para que persigan políticas diferentes.
Se le acaba el tiempo a Pakistán para cambiar de rumbo

Aunque existen riesgos inherentes a seguir un camino más punitivo con Pakistán, la información reciente sobre los vínculos del ISI con el atentado a la embajada americana no deja a Estados Unidos otra opción. Todavía hay tiempo para que Pakistán tome un rumbo diferente. Los líderes militares de Pakistán pueden empezar con cambios dentro del sistema de seguridad, castigando a las personas involucradas en los atentados a Estados Unidos y eliminar las operaciones del ISI que apoyan a la Red Haqqani. Sus decisiones dentro de los próximos días determinarán el curso futuro de la relación entre Estados Unidos y Pakistán.

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