Pablo Hiriart
El Presidente cometió un error político al meter al PRI en el lodazal de los acuerdos con el narco. Únicamente en el PAN, y sólo algunos en ese partido, han festejado que el Presidente Calderón acuse a “muchos en el PRI” de estar por acuerdos con las mafias criminales.
Los ataques al PRI, desde el gobierno y desde el PAN, no le sirven a nadie.
El discurso antipriista y no propositivo que empleó Acción Nacional en las elecciones legislativas recientes, le acarreó una sonora derrota.
Ahora van con la misma estrategia, reeditada, aumentada y con altavoces, y esperan obtener resultados diferentes.
La promoción del pleito sin ideas no es algo que sea bien recibido por la población.
Eso no sólo le pasó al PAN en 2009, sino también a López Obrador en 2006.
Si no hubiese destilado la ira que exhibió por el resultado de las elecciones, hoy sería prácticamente un hecho su próxima llegada a Palacio Nacional.
También los priistas pagaron en las urnas su antipanismo irreflexivo.
La participación ciudadana en contra del PRI experimentó un salto cualitativo y cuantitativo imparable en el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando desde el gobierno se acusaba al PAN de ser aliado del diablo (Estados Unidos, en ese entonces) y enemigo de México.
Además, y de vuelta a la entrevista con NYT, ¿le beneficia en algo al PAN que el Presidente diga que muchos priistas quieren pactar con el narco?
O más certero aún: ¿esas acusaciones sirven de algo a la lucha contra la criminalidad?
Las declaraciones presidenciales dañan la estrategia gubernamental y dañan también a las relaciones del Ejecutivo con los partidos políticos.
Hasta Marcelo Ebrard, desde Kuwait, mandó un comunicado para tomar distancia de las afirmaciones de Felipe Calderón al principal diario del mundo.
El PAN se equivocó con su antipriismo a ultranza, y se va a volver a equivocar.
Y eso no lo dice ningún simpatizante del PRI, sino el ex presidente del PAN que incurrió en ese error en 2009: Germán Martínez Cázares.
Así lo escribió en su artículo de este lunes en Reforma: “hemos cometido un gran error (también mío, cuando fui presidente del PAN) al ofrecer a la sociedad una identidad panista sólo desde la abierta confrontación al PRI”.
“Sugiero repensar ese discurso panista, maniqueo, que coloca a los priistas como responsables únicos, subrayo, únicos, de todos los males nacionales”.
Concluye Martínez Cázares: “Pretender exterminar a un adversario político es rancio y vergonzoso fundamentalismo”.
Pues sí. Tiene toda la razón.
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