16 noviembre, 2011

Colombia: ¡Somos pendejos! – por Salud Hernández Mora


No sé si somos bobos o lo parecemos. Libramos una guerra contra la barbarie de las Farc y nos dedicamos a pendejear y a concederles facilidades.
Es increíble que el Ejército encuentre computadores, USB y demás archivos electrónicos en la madriguera de Cano y en lugar de dárselos a inteligencia militar para que los analice y sigan golpeándolos duro, los entregan a la Fiscalía por orden del Gobierno. Eso supone que antes lo conocerán los medios de comunicación que sus verdaderos dueños. O que el día que esté en poder de las FF. MM. ya será material viejo.


Pero hay más. Como no deben considerar lo anterior suficiente ventaja, le agregan una ñapa. Establecen que la operación Odiseo es un caso no solo ordinario, sino sospechoso y se lo dan a un fiscal de Derechos Humanos. Por lo tanto, puede llamar a declarar a los que participaron, incluido el soldado que disparó contra ‘Cano’, y dejarlos al descubierto. Y si se le antoja ir más lejos, podría solicitar la identidad de los informantes.
Insisto, cada día nos parecemos más a los habituales tontos útiles de las Farc, esto es, Piedad Córdoba y los partidos comunistas latinoamericanos. No es casualidad que Teodora saliera de inmediato a soltar una sarta de mentiras con el fin de sembrar la duda sobre el operativo. Afirmar que la muerte del responsable de incontables crímenes atroces pone en riesgo la paz, así como la vida de los secuestrados, es una villanía, además de un vano intento de revestir de dirigente político pacifista a quien no era sino un desalmado terrorista.
Si ‘Alfonso Cano’ hubiera apostado por la reconciliación, hoy estarían en sus hogares los 17 compatriotas que padecen el peor martirio que se le puede infligir a un ser humano. El próximo 21 cumplirá catorce años en cautividad el sargento José Libio Martínez, y sus otros compañeros llevan no menos de diez años en el mismo cruel padecimiento.
Y si el amigo de Piedad o Teodora, como quieran llamarla, hubiera estado pensando en ofertar la paz, no habría estallado la chiva bomba en Toribío, que mató a seis inocentes y dejó sin hogar a medio millar de empobrecidos ciudadanos.
Venir a decir que preciso en este instante tenía un mensaje de ‘Cano’ para el Presidente, tendiendo la mano, y que todo quedó abortado por su muerte, es hacerle el juego a la guerrilla. Piedad sabe mejor que nadie que Santos está dispuesto a dialogar con esa gente, pero antes necesita que muestren gestos serios y no solo comunicados falaces para que los colombianos se traguen el sapo.
La caída del jefe terrorista, un triunfo militar que merecía el excelente general Alejandro Navas, no despeja, sin embargo, las dudas acerca de la moral de la tropa. No es que no quieran pelear, es que, con la Justicia en su contra y la escasa voluntad política de protegerlos, están en evidente desventaja.
Lo prueba la mencionada entrega del valioso arsenal documental al CTI, así como someter el cadáver de ‘Cano’ a los más estrictos protocolos forenses que existen en el mundo. Con ambas medidas, además, envían al exterior el mensaje de que el propio Estado duda del Ministro de Defensa y del Comandante de las Fuerzas Militares. Porque, conociendo lo tropero que es Navas y la importancia del blanco, él mismo habrá hecho un estricto seguimiento de la misión y es evidente que Pinzón también conocería los pormenores.
Pensar que alguno de los dos permitiría torturas u otras irregularidades resulta humillante. A ver si algún día nos sacudimos ese estúpido complejo de que somos los malos y tenemos que bajarnos los pantalones para agradar a los de afuera.
P. D. No esperen de las Farc nada distinto a guerra y más guerra. No hay ideólogos y políticos en el Secretariado, sino terroristas igual de despiadados.

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