En los últimos meses, ecologistas radicales junto a celebridades activistas hollywoodienses fueron a protestar a la Casa Blanca, presionando al presidente Obama para que bloquease la construcción del oleoducto de $7,000 millones que traería más de 700,000 barriles de petróleo diariamente desde Alberta, Canadá, hasta la ribera de Texas en el Golfo de México. La pasada semana, consiguieron lo que buscaban.
El jueves, la administración Obama anunció que retrasaría la toma de decisión sobre el oleoducto hasta después de las elecciones de 2012. Al tomar partido por su gran base electoral izquierdista y ecologista de Hollywood, la ambición del presidente Obama queda claramente en evidencia así como su total indiferencia por los 14 millones de americanos a la espera de que Washington se haga un lado para que puedan volver a trabajar. Y también muestra que para él, la política es más importante que alcanzar la verdadera independencia energética de Estados Unidos.
Y he aquí por qué: El oleoducto Keystone habría conseguido lo que cientos de miles de millones de dólares en gasto de estímulo del presidente no lograron. Habría creado miles de empleos (decenas de miles, según algunas predicciones), generando a la vez $5,200 millones en recaudación de impuestos sobre propiedades inmuebles en Montana, Dakota de Sur, Kansas, Oklahoma, Nebraska y Texas. Y lo habría hecho con dólares de personas privadas — no con dólares del contribuyente.
Lo más sorprendente es que, después de toda la alharaca de las protestas de las eco-celebridades, este oleoducto debería haber sido cualquier cosa menos controvertido, incluso según las conclusiones de la propia administración Obama. El experto de Heritage Nicolas Loris nos explica:
Los ambientalistas radicales actúan como si este fuese el primer oleoducto construido en Estados Unidos. Tenemos 50,000 millas de oleoductos en este país que han provisto de enormes beneficios económicos con mínimo impacto ambiental.
Es decir, construir el oleoducto Keystone XL no es nada novedoso y es una de las más sensatas maneras de transportar petróleo, desde el punto de vista ambiental. Incluso la administración Obama determinó que era un medio seguro cuando la reciente evaluación de impacto ambiental del Departamento de Estado concluyó que el oleoducto supondría pocos riesgos ambientales.
Otro argumento importante es que incluso si el oleoducto Keystone no se construye en Estados Unidos, el recurso de todas maneras será utilizado pero se enviará a otros sitios. David Kreutzer, de Heritage, nos explica que el desarrollo de las arenas bituminosas de Canadá se frenará (por tanto, aumentando su costo), y se desviará a consumidores de fuera de Estados Unidos, lo que significa que el petróleo canadiense se enviará mediante buques petroleros a refinerías chinas a miles de millas de distancia. ¿El consejo de Kreutzer para la administración Obama?:
Por tanto, adelante y bloqueen el oleoducto XL si creen que el medio ambiente estará mejor cuidado al enviar por barco el petróleo canadiense 6,000 millas extra atravesando el Pacífico en sedientos superpetroleros para luego refinar ese petróleo en refinerías chinas sometidas a menor regulación. Además, tengan presente que sustituir el petróleo canadiense significa que Estados Unidos también tendrá que importar más petróleo usando petroleros que son menos eficientes que los oleoductos.Los hechos, sin embargo, no importan a los activistas del medio ambiente. Los datos no les interesan a ciertas celebridades y aparentemente tampoco le importan ahora a la administración Obama. Evidentemente, tampoco importan los empleos ni la independencia energética. Después de la decisión del presidente, el actor Robert Redford aplaudió a Obama y dijo: “Esta es la democracia americana en su máxima expresión: Un presidente que escucha la voz del pueblo y tiene el valor de hacer lo que es bueno para el país”. No, Sr. Redford, está Ud. equivocado. Cuando el presidente pone su trabajo por delante del de decenas de miles de americanos, eso es pura política y una presidencia en su peor momento
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