Hay mucho del viejo PRI en los otros partidos. No deja de llamar la atención que Manuel Bartlett negocia su ingreso a Convergencia
Jorge Fernández MenéndezDecía Pablo Picasso que “cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”. Hablar de viejos y nuevos en la política y en los partidos muchas veces resulta ocioso, pero en nuestra vida política mucho más aún, porque lo nuevo y lo viejo se entrecruzan en demasiadas oportunidades.
Hace unos días, en una entrevista que mantuvimos con Carlos Salinas de Gortari en el programa Todo Personal, de Proyecto 40, junto con mi compañera Bibiana Belsasso, cuando le preguntábamos si ese neoliberalismo y ese estatismo que denuncia en su libro ¿Qué hacer? no eran reflejo también del viejo PRI que la gente no quiere, nos decía que había que tomar en cuenta que muchos de los que eran representación del viejo PRI, ya no están en el PRI y sí donde advierten del peligro de un regreso del PRI.
En buena medida es verdad: hay más del viejo PRI, por ejemplo, en el PRD y en los partidos que confluyen con él, PT y la ex Convergencia, ahora Movimiento Ciudadano, que en los niveles de mayor decisión del PRI. Parece haber también mayor verticalismo en el PAN, o en las dos grandes corrientes que se enfrentan en el PRD, que en un PRI con poderes muy concentrados en torno a Enrique Peña Nieto, pero mucho más diluidos desde una perspectiva nacional. Por supuesto que hay mucho del viejo PRI en el actual PRI y por supuesto que ese viejo PRI está lejos de haber dejado el escenario (nuevo o viejo, simplemente hay que ver lo que se hizo con la reforma laboral o con la política en la Cámara de Diputados, donde esta última fue tan mini, tan sin sentido que, de los 40 temas que incluían las propuestas originales del Senado y de la Presidencia de la República, los diputados aprobaron sólo seis y sin relación entre sí).
Pero también hay mucho del viejo PRI en los otros partidos. No deja de llamar la atención que finalmente, por ejemplo, Manuel Bartlett esté negociando su ingreso a Convergencia, aliado con López Obrador. En realidad, en torno a Andrés Manuel, lo que anida es un movimiento restaurador, más que renovador. Incluso en las diferencias profundas que ya son evidentes en el PRD, queda cada vez más claro que las posiciones de una izquierda moderada se alejan de López Obrador mientras que los “estatistas”, los nacionalistas revolucionarios o los del viejo PRI, como se les quiera llamar, son los que le dan fuerza y radicalismo al tabasqueño.
Quizá sólo como recordatorio, esta misma semana, después de aquello “del alcohol y la botana”, Porfirio Muñoz Ledo decidió que quiere ser candidato de la izquierda, comenzando por su actual partido, el PT, al Gobierno del DF, y asegura que es “el único” que puede evitar el regreso del PRI al gobierno de la capital (una posibilidad en la que Beatriz Paredes está cada día más firme). Creo que Porfirio no podría evitar nada de eso, pero quizás habría que recordarle que, cuando ganó la senaduría del DF, fue con el arrastre de Cuauhtémoc Cárdenas, hace nada más 23 años. O recordar que Bartlett, que dicen que buscará por esa misma alianza la senaduría por Puebla, fue el que operó aquella elección de 1988. Pero todos creen que en un cuarto de siglo la memoria se apaga. De todas maneras, ¿cuántos se asocian más a la idea de un viejo PRI que esos dos, ahora, luchadores de la izquierda?
Mientras tanto, las encuestas siguen reflejando otra realidad. La de Ulises Beltrán, publicada ayer en Excélsior, coincide con varias otras difundidas en los últimos días, que siguen colocando muy arriba en las preferencias a Peña Nieto con una diferencia que, según las mismas encuestas, aumentan en el proceso interno respecto a Manlio Fabio Beltrones. Las mismas encuestas demuestran que la única con posibilidades de competirle hoy a Enrique es Josefina Vázquez Mota (con amplia preferencia entre los panistas también) y que el PRD, en medio de incorporaciones del “viejo PRI” e interminables conflictos políticos, simplemente no figura. Dice Marcelo Ebrard, y es cierto, que no tendría sentido presentar una candidatura meramente testimonial en 2012, pero si las cosas no toman otro rumbo en el PRD y sus aliados, eso es simplemente lo que tendrán.
Nuevo o viejo, lo único cierto es que lo que se necesita son opciones y generación de expectativas, sin ellas no se puede transformar nada en la política nacional.
Los cinco que son uno
Comenzó el proceso de renovación de la rectoría en la Universidad Nacional, y hay cinco aspirantes a la Rectoría. La UNAM es como la política: puede darnos muchas sorpresas, pero con un poco de sensatez, los cinco aspirantes tendrían que ser sólo uno: el rector José Narro Robles ha demostrado, no de ahora, sino con su trabajo de hace muchos años, que debe permanecer en esa responsabilidad. Es por lo menos difícil llenar ese espacio.
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