03 noviembre, 2011

El largo brazo del estado. Hacia el final del camino

SOCIEDAD: POR GERMAN WACHNITZ


Vivimos en tiempos interesantes, aún quienes lo hacemos en lugares mas bien recónditos y alejados de los centros del poder. El mundo se ha achicado; podemos comunicarnos con casi cualquier punto del orbe en forma instantánea, y las noticias inundan las pantallas prácticamente en el momento en que se producen.
27 de Octubre de 2011 Posiblemente, esta sobreabundancia permanente de información, si bien es de gran utilidad, también redunda en lo expresado por el dicho: “Tantos árboles no nos dejan ver el bosque”.
De forma recurrente, miles de especialistas en uno u otro tema inundan el ambiente con sus opiniones, y nos resulta extremadamente difícil tener una visión panorámica de lo que sucede.
Tal es el caso de la actual crisis de la Deuda/Euro/Dólar: en apariencia, nadie sabe qué hacer al respecto ni cómo salir de ella. Reunión tras reunión de los “Poderosos”, “Líderes” aquí y allá. Las medidas que se toman no dan resultados, o los mismos duran muy poco tiempo, regresándose al punto de partida (generalmente, con el problema empeorado).


En síntesis, el mundo económico anda “a los tumbos”, como los alcoholizados.
En primer lugar, ¿cuál es el origen de la crisis que afecta al mundo actualmente? Escuchamos explicaciones muy diferentes al respecto: desde las más infantiles, como ser “la codicia de los banqueros”, “el capitalismo salvaje” y similares, hasta construcciones más sofisticadas, difíciles de comprender para los legos (y posiblemente para sus autores también).
Personalmente, estoy convencido de que estamos recorriendo el tramo final de un camino que la humanidad emprendió al final del siglo XIX, una senda que parecía pavimentada sobre un lecho de rosas y que, después de aplicar el método de prueba y error (Hayek dixit), resultó ser un callejón sin salida: me refiero al hecho del acaparamiento de más y más funciones propias de la sociedad (es decir, de los individuos que la componen) por parte del estado (los gobiernos).
Así, hasta 1881, los enfermos quedaban a cargo de sus allegados, caridad pública si no tenían medios, etc. Por supuesto, el resultado estaba lejos de ser perfecto, por lo que el llamado “Canciller de Hierro” del imperio alemán, Bismark, procedió a solucionarlo mediante un seguro de salud obligatorio. Administrado, desde luego, por el estado.
Después de este puntapié inicial, la carrera comienza, acelerándose más y más:
Los viejitos están mal cuidados por sus hijos; papá estado interviene, estableciendo sistemas de retiro estatales y obligatorios.
Las escuelas son onerosas para los humildes. Creamos la educación pública obligatoria.
El enviar mensajes es un tema delicado y requiere... la intervención del estado; creamos el correo estatal. Lo mismo con telégrafos, teléfonos y otros medios de comunicación.
Los ferrocarriles sólo piensan en ganar dinero: estaticémoslos y hagámoslos accesibles a todos.
Escasean viviendas: que el estado las construya.
Aumenta la desocupación: el estado los protegerá y subsidiará.
¿Hay madres solteras en problemas? Papá estado los soluciona.
Podría seguir llenando páginas, mencionando las permanentes y crecientes intervenciones del estado en la vida económica general, pero ese no es el objetivo del presente escrito.
El problema de todo esto resulta ser que todas estas actividades requieren recursos que, con el correr del tiempo, gracias a ineficiencia administrativa del estado en virtud de la imposibilidad de medir la eficiencia de su trabajo por parte del estado (Mises dixit), deben ser crecientes.
Pero, ¿de dónde obtiene el estado (o gobierno) esos recursos? Pues, hay una sola fuente: los gobernados. Así, no es de extrañar que la presión fiscal de los gobiernos haya crecido desde un 5% del PBI a mitad del siglo XIX, hasta más allá del 50% actual.
Pero esto jamás alcanza, por lo que también era necesario apoderarse de los recursos depositados por los futuros retirados, de los ahorros, endeudándose con los bancos depositarios.
También han intentado el recurso más simple: imprimir billetes, generando inflación, pero se han vuelto más cuidadosos luego de varias hiperinflaciones catastróficas y que terminaron barriendo a quienes las habían provocado. Hoy, el estado sigue haciéndolo, pero en forma más discreta y disimulada. De igual modo, no puede evitar las consecuencias, aunque estas se hayan ralentizado.
En síntesis, el mundo se encuentra al final del camino, en un callejón que solo tiene una salida: terminar con el estado intervencionista, el gasto público descontrolado, y reducir sus funciones a aquellas para las que ha sido creado: proveernos de seguridad (interna y externa) y administrar justicia imparcial. Las demás funciones autoatribuídas por el estado deberán serle prohibidas.
Como sabemos que tarde o temprano los políticos volverán a las andadas, esta vez deberemos elaborar nuevas constituciones con severos límites al poder del estado para mantenerlo dentro de esos tópicos, a saber:
* Establecer por constitución un solo impuesto, fijo, y prohibir todo otro impuesto o carga
* Prohibir el endeudamiento estatal
* Prohibir la intervención del estado en la economía
* Separar el estado de la educación
* Limitar el poder del congreso para establecer leyes y reglamentos que limiten nuestras libertades en todos los órdenes
* Independizar realmente al poder judicial. También en este caso la lista es larga, y, quien tenga interés en profundizarla, puede hacerlo leyendo el ensayo “Oristeocracia – Gobierno de poder limitado” de mi autoría.
Finalmente, quien esto escribe cada vez se encuentra más convencido frente al hecho de que nuestros gobernantes no van a adoptar este camino, sino que continuarán “Probando y errando”, al decir de F. Hayek, con consecuencias funestas para todos nosotros.
Pretender que quienes medran de un sistema lo cambien es ilusorio. Somos todos quienes debemos hacerlo, difundiendo ideas distintas y actuando en consecuencia, para finalmente poder cambiar las cosas y retornar al camino emprendido en la primera mitad del siglo XIX, y que lamentablemente la Humanidad se esfuerza en abandonador. Se trata del camino de la libertad total de los pueblos: EL CAPITALISMO.

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