"La gente supone que el pleito será entre izquierda y derecha, pero siempre es entre los razonables y los imbéciles". Jimmy Wales
Nos dicen que México es un país de izquierda. El PRD, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano se precian de ser baluartes de esa posición política y mantienen incluso resabios de una ideología marxista que ha desaparecido en otros lugares del mundo. El PRI es miembro de la Internacional Socialista y se enorgullece de sus raíces revolucionarias y populares. Incluso el PAN tiene una filosofía cercana a la democracia cristiana, que se considera en otros países como de centro-izquierda.
¿Por qué entonces, a un siglo de la Revolución Mexicana, tenemos tanta pobreza y desigualdad? Algunos políticos afirmaban que era por las políticas de otros tiempos, en particular del régimen colonial y el de Porfirio Díaz. La información histórica señala lo contrario: si bien el siglo postrevolucionario ha tenido un aumento espectacular en el gasto social, la desigualdad ha aumentado porque este gasto ha sido regresivo.
A pesar de rendir culto a la izquierda, nuestros políticos han aplicado políticas de derecha. El estudio "10 puntos para entender el gasto de equidad en México" de México Evalúa (www.mexicoevalua.org) subraya que la mayor parte del gasto público social se ha concentrado en programas que acentúan la pobreza y la desigualdad.
Los subsidios a la agricultura, por ejemplo, ayudan fundamentalmente a los agricultores más ricos. Los apoyos a las pensiones de Pemex, del ISSSTE y del IMSS favorecen a los trabajadores más prósperos. El subsidio a la gasolina es, por su monto extraordinario, quizá el instrumento más regresivo ya que favorece casi completamente al tercio más rico de la población. La tasa cero del IVA a alimentos y medicinas es también de derecha porque beneficia más a quienes más consumen. También son regresivos, por apoyar más a quienes más tienen, el subsidio a los adultos mayores del Distrito Federal, las becas a estudiantes de educación media como Prepa Sí, los apoyos a instituciones de educación superior como la UNAM y el subsidio al consumo de electricidad.
Algunos programas de gasto público en nuestro País sí son de izquierda, es decir, apoyan a los más pobres y ayudan a reducir la pobreza y la desigualdad. Según el estudio de México Evalúa, los programas más progresivos son Oportunidades, IMSS-Oportunidades, Piso Firme (2006), el Programa de Empleo Temporal (2006), el Seguro Popular y el programa de adultos mayores del Gobierno federal. También lo son los subsidios a la educación preescolar, primaria y secundaria. Pero es tan fuerte el peso de los programas regresivos, los que concentran el ingreso, que el resultado global de los programas de gobierno es acentuar en lugar de paliar la desigualdad.
La mejor forma de combatir la pobreza y la desigualdad es a través de programas de gasto focalizado en los grupos más marginados de la sociedad. Éstos serían los esfuerzos que realizaría un verdadero Gobierno de izquierda. En México, sin embargo, los gobiernos han preferido los subsidios generalizados o los que abiertamente benefician a grupos relativamente prósperos.
Lo peor es que los políticos han convencido a la sociedad -y quizá hasta a ellos mismos- de que estas medidas son progresistas. Es sorprendente el número de mexicanos que defiende el subsidio a la gasolina o la tasa cero del IVA con el argumento de que apoyan a los pobres. No han entendido que son precisamente estas medidas reaccionarias las que han mantenido la desigualdad y la pobreza en México.
Nos dicen que México es un país de izquierda. El PRD, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano se precian de ser baluartes de esa posición política y mantienen incluso resabios de una ideología marxista que ha desaparecido en otros lugares del mundo. El PRI es miembro de la Internacional Socialista y se enorgullece de sus raíces revolucionarias y populares. Incluso el PAN tiene una filosofía cercana a la democracia cristiana, que se considera en otros países como de centro-izquierda.
¿Por qué entonces, a un siglo de la Revolución Mexicana, tenemos tanta pobreza y desigualdad? Algunos políticos afirmaban que era por las políticas de otros tiempos, en particular del régimen colonial y el de Porfirio Díaz. La información histórica señala lo contrario: si bien el siglo postrevolucionario ha tenido un aumento espectacular en el gasto social, la desigualdad ha aumentado porque este gasto ha sido regresivo.
A pesar de rendir culto a la izquierda, nuestros políticos han aplicado políticas de derecha. El estudio "10 puntos para entender el gasto de equidad en México" de México Evalúa (www.mexicoevalua.org) subraya que la mayor parte del gasto público social se ha concentrado en programas que acentúan la pobreza y la desigualdad.
Los subsidios a la agricultura, por ejemplo, ayudan fundamentalmente a los agricultores más ricos. Los apoyos a las pensiones de Pemex, del ISSSTE y del IMSS favorecen a los trabajadores más prósperos. El subsidio a la gasolina es, por su monto extraordinario, quizá el instrumento más regresivo ya que favorece casi completamente al tercio más rico de la población. La tasa cero del IVA a alimentos y medicinas es también de derecha porque beneficia más a quienes más consumen. También son regresivos, por apoyar más a quienes más tienen, el subsidio a los adultos mayores del Distrito Federal, las becas a estudiantes de educación media como Prepa Sí, los apoyos a instituciones de educación superior como la UNAM y el subsidio al consumo de electricidad.
Algunos programas de gasto público en nuestro País sí son de izquierda, es decir, apoyan a los más pobres y ayudan a reducir la pobreza y la desigualdad. Según el estudio de México Evalúa, los programas más progresivos son Oportunidades, IMSS-Oportunidades, Piso Firme (2006), el Programa de Empleo Temporal (2006), el Seguro Popular y el programa de adultos mayores del Gobierno federal. También lo son los subsidios a la educación preescolar, primaria y secundaria. Pero es tan fuerte el peso de los programas regresivos, los que concentran el ingreso, que el resultado global de los programas de gobierno es acentuar en lugar de paliar la desigualdad.
La mejor forma de combatir la pobreza y la desigualdad es a través de programas de gasto focalizado en los grupos más marginados de la sociedad. Éstos serían los esfuerzos que realizaría un verdadero Gobierno de izquierda. En México, sin embargo, los gobiernos han preferido los subsidios generalizados o los que abiertamente benefician a grupos relativamente prósperos.
Lo peor es que los políticos han convencido a la sociedad -y quizá hasta a ellos mismos- de que estas medidas son progresistas. Es sorprendente el número de mexicanos que defiende el subsidio a la gasolina o la tasa cero del IVA con el argumento de que apoyan a los pobres. No han entendido que son precisamente estas medidas reaccionarias las que han mantenido la desigualdad y la pobreza en México.
Sergio Sarmiento
No hay comentarios.:
Publicar un comentario