07 noviembre, 2011

Golpe a la vista

Eduardo Casanova

En realidad, este tal golpe anunciado sólo demuestra que los chavistas ya saben que no tienen nada que buscar en las elecciones. La mayoría de los venezolanos ya se cansó de la incapacidad, la ineficiencia y la maldad

Un par de generalotes han anunciado que si no gana Chávez las alecciones del 12, los militares darán un golpe de estado para impedir que el candidato de la democracia se convierta en presidente de la república. No hay duda de que así queda demostrado lo que casi todo el mundo sabe: los “generales” chavistas son los últimos de sus promociones. No tienen mérito alguno para ser generales, y sus “generalatos” son una burla, un chiste, una prueba de la mala fe del teniente-coronel golpista. En primer lugar, guerra avisada no mata soldado, y golpe anunciado no tiene futuro.

En realidad, este tal golpe anunciado sólo demuestra que los chavistas ya saben que no tienen nada que buscar en las elecciones. La mayoría de los venezolanos ya se cansó de la incapacidad, la ineficiencia y la maldad de los chavistas y va a derrotar con contundencia a quienquiera que sea el candidato del gobierno, esté sano o esté enfermo, vivo a medias o moribundo e hinchado. La Mesa de la Unidad Democrática triunfará. Sin importar quién sea su candidato.

La verdad es que el anuncio no pasa de ser una bufonada. La inmensa mayoría de los militares jamás respaldaría a los golpistas. Hace poco conversé con un militar de verdad y me dijo algunas cosas muy interesantes: los militares no son chavistas ni indiferentes. Posiblemente sus opiniones reflejen las de los venezolanos en general. Y quizá en especial las de los habitantes de Caracas, que, como es sabido, son mayoritariamente antichavistas, partidarios de la democracia. Por razones muy comprensibles los militares activos no hablan del tema. Temen perder sus empleos y prefieren la prudencia.

Pero a la hora de la verdad, si esos “generales”, a quienes desprecian por corruptos e incapaces, intentan dar un golpe, se van a encontrar con una realidad que nada los favorece. Y si el jefe de los “generales” cree otra cosa, también se va a llevar una ingrata sorpresa, que podría quitarle el hipo, pero no devolverle la salud perdida.

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