16 noviembre, 2011

KAIBILES: UN ENTRENAMIENTO EN EL INFIERNO GUATEMALTECO

Por José Luis Castillejos Ambrocio
(Fotos DIDE)

Lima.- Los kaibiles, las “máquinas de matar” del Ejército guatemalteco -una mezcla de “rangers” estadunidenses, gurkas británicos y comandos peruanos-, son entrenados en “El Infierno”, una Escuela Militar del norte de Guatemala.
Al “Infierno”, un Centro de Adiestramiento y Operaciones Especiales kaibil ubicado en la región de Poptún, a 415 kilómetros al norte de la capital de Guatemala, sólo se ingresa por invitación del Ejército y allí estuvo hace unos años este corresponsal de Notimex.
Kaibil
Los miembros de esa fuerza de élite son sometidos durante ocho semanas en ese centro a un entrenamiento de sobrevivencia en condiciones extremas y ellos siempre tienen presente el lema: “Kaibil, si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame. Si retrocedo, mátame!”
El tableteo de las ametralladoras, una densa columna de polvo y humo y jóvenes kaibiles carapintadas con el fusil M-16 al pecho y la bayoneta calada, reciben al visitante en una zona sembrada de minas y plantas de “pica-pica”, que causan un escozor interminable.
Los estridentes cañonazos y el olor a pólvora ahuyentan a las aves, que vuelan despavoridas, mientras los hombres con traje de “fatiga” se desplazan pecho a tierra por entre el espeso follaje selvático, la tierra y el lodo.
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Se trata de una demostración de la destreza que estos soldados -indígenas en su mayoría- han adquirido como resultado de un procedimiento desgastante y de privaciones que los ha convertido en implacables soldados de fortaleza inaudita.

Estos hombres cuya arma fundamental es la sorpresa, saben resistir y han sido instruidos como “máquinas de matar” que reaccionan ante “fuerzas o doctrinas extrañas que atenten contra la Patria”, según fuentes militares consultadas por Notimex.
El curso para ser kaibil comprende tres etapas: la primera tiene una duración de 21 días de instrucción teórica y entrenamiento práctico en la que se mide el grado de espíritu militar y el nivel moral del aspirante. La segunda fase se desarrolla en la selva por 28 días y al final del severo entrenamiento, el kaibil debe saber actuar con destreza en una guerra irregular y ser capaz de cruzar corrientes de agua, pantanos, riscos, hacer demoliciones detectar y desactivar minas.
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En la ultima etapa, el aspirante a kaibil, acostumbrado a comer culebras, hormigas y raíces, y a captar el agua del rocío en hojas, debe efectuar ataques de aniquilamiento, maniobras de inteligencia, penetraciones en territorio enemigo y reabastecimiento.
Le llaman “El Infierno” al centro de entrenamiento Kaibil porque Los 38 grados y la intensa humedad han hecho a muchos desistir; en esa zona del norte guatemalteco han sido entrenados los Ranger de Estados Unidos, militares de Chile, México, China y Colombia.
El calor y el olor a pólvora y humo sofocan. El visitante común se derrite en plena selva del Petén guatemalteco donde pocos, sin embargo, ingresan y en el caso de los militares muchos no tienen la suerte de culminar el curso y llevar sobre la cabeza la boina púrpuray los emblemas.
Quienes deseen llevar la insignia de Kaibil tienen que pasar dos días sin dormir en un río con el agua hasta el cuello, bajar a rappel colgado de una cuerda, con el rifle al hombro y pasar un rio con una garrocha y si las fuerzas no le alcanzan caerá sobre las rocas.
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Los Kaibiles son capaces de doblegar la voluntad del enemigo y su mística esta presente en todos los Ejércitos de América Latina, explicó a Notimex el entonces teniente Julio Alberto Soto Bilbao, de la 42 Promoción “Kaibil Balam Internacional”.
Ese grupo de élite fue creado el 5 de diciembre de 1974 para enfrentar a la desactivada Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que durante cuatro décadas puso en jaque al gobierno de Guatemala.
Los militares adoptaron el nombre de “Kaibil Balam”, un rey del imperio Mam que nunca pudo ser capturado por los conquistadores españoles y, con ese espíritu se organizó inicialmente en función de un objetivo político-militar: recuperar el territorio de Belice para Guatemala.
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Kaibil, que significa “hombre estratega; el que tiene la fuerza y la astucia de dos tigres” tuvo en aquel entonces la misión de preparar a jefes de unidades en la conducción de operaciones especiales para frenar a la subversión.
Algunos de los decálogos de los kaibiles son totalmente agresivos: “Siempre atacar, siempre avanzar”; “El ataque de un Kaibil será planeado con secreto, seguridad y astucia, porque el Kaibil es una máquina de matar”.
Como parte de su preparación los enseñan a cuidar perros cachorros a los que terminarán matando para comérselos y son entrenados para arrancarle la cabeza de un mordisco a una gallina y, en la época de la guerra se especula que comieron carne humana.
Los militares de este grupo de élite exhiben orgullosos la insignia en forma de arco, con fondo negro, ribetes dorados llenados en el centro con la palabra KAIBIL con letras color amarillas.
El color negro significa operaciones nocturnas, el amarillo, diurnas, el ribete amarillo, la primera semana del curso, el fondo negro, la segunda, y las letras los siguientes 42 días.
Al término del entrenamiento, los Comandos se dan un banquete con carne de lagarto asada, iguana, venado y tienen el permiso de tomar por la fuerza al Ministro de Defensa de Guatemala, de turno, y lanzarlo a un estanque donde hay cocodrilos.
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Como parte de la culminación del curso cada uno de los militares toma la “Bomba”, una mezcolanza de bebidas (tequila, whisky, ron, cerveza y agua mineral) que es servido en un vaso de bambú en cuyo exterior y hacia el borde superior está atada una bayoneta. El militar tiene que tomar con cuidado la bebida porque con una “bomba” se embriaga y puede cortarse la frente con la bayoneta que sobresale por la parte superior del vaso.
A partir de entonces, los comandos ya pueden exhibir el escudo Kaibil, que tiene un mosquetón de alpinismo, que significa unión y fuerza, y la daga que está al centro de la imagen representa el honor y su empuñadora son cinco muescas, que significa los cinco sentidos permanentes del soldado.
Uno de los lemas que se lee en la entrada de la Zona Militar 23 de Poptún es “Bienvenidos al infierno” y ocho semanas allí así lo confirman.

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