La historia en breve
Ciro Gómez Leyva
Quienes estuvieron dentro cuentan que fueron dos ovaciones de pie, de dos minutos cada una. El tributo de los senadores del PRI a su coordinador, Manlio Fabio Beltrones.
—Reconociéndole su decisión, valiente y congruente, de no buscar la candidatura del partido —cuenta uno de ellos, Francisco Labastida.
El también candidato del PRI a la Presidencia de la República en 2000 inicia un elogio a Beltrones que podría sintetizarse en esta frase: “El Manlio de hoy es un Manlio mejor, un Manlio que ha crecido y se ha superado”.
Aprovecho para retrotraer una historia que viví periodísticamente de cerca. La forma en que Labastida candidato marginó a Beltrones de su equipo en el 2000.
—Dudabas de él, dudaste de él, Francisco.
—Vamos a decir que dudé —concede—. Pero te voy a decir por qué dudé. Había gentes muy cercanas a mí, de todas mis confianzas, verbigracia Emilio Gamboa, que me decían que Manlio era un hombre al que indispensablemente debía tener cerca. Pero había una recomendación, una instrucción del presidente Zedillo de que no dejara que se me acercaran a los que consideraba sus enemigos.
—¿El presidente Zedillo consideraba a Manlio un enemigo?
—El presidente Zedillo consideraba a Manlio un enemigo.
—Buena nota, Francisco.
—Entonces, no es que yo dudara de Manlio.
—¿Era el peso de la opinión del Presidente?
—Me pidió que varias gentes que él consideraba sus enemigos no estuvieran cerca de mí. Me lo pidió claramente.
—Uno de esos enemigos era Manlio.
—Uno de esos enemigos era Manlio —ratifica Labastida.
De aquello hace más de 11 años. Y, por lo visto, más de un priista poderoso sigue viendo en Beltrones a un enemigo. Esté donde esté. Haga lo que haga.
—Reconociéndole su decisión, valiente y congruente, de no buscar la candidatura del partido —cuenta uno de ellos, Francisco Labastida.
El también candidato del PRI a la Presidencia de la República en 2000 inicia un elogio a Beltrones que podría sintetizarse en esta frase: “El Manlio de hoy es un Manlio mejor, un Manlio que ha crecido y se ha superado”.
Aprovecho para retrotraer una historia que viví periodísticamente de cerca. La forma en que Labastida candidato marginó a Beltrones de su equipo en el 2000.
—Dudabas de él, dudaste de él, Francisco.
—Vamos a decir que dudé —concede—. Pero te voy a decir por qué dudé. Había gentes muy cercanas a mí, de todas mis confianzas, verbigracia Emilio Gamboa, que me decían que Manlio era un hombre al que indispensablemente debía tener cerca. Pero había una recomendación, una instrucción del presidente Zedillo de que no dejara que se me acercaran a los que consideraba sus enemigos.
—¿El presidente Zedillo consideraba a Manlio un enemigo?
—El presidente Zedillo consideraba a Manlio un enemigo.
—Buena nota, Francisco.
—Entonces, no es que yo dudara de Manlio.
—¿Era el peso de la opinión del Presidente?
—Me pidió que varias gentes que él consideraba sus enemigos no estuvieran cerca de mí. Me lo pidió claramente.
—Uno de esos enemigos era Manlio.
—Uno de esos enemigos era Manlio —ratifica Labastida.
De aquello hace más de 11 años. Y, por lo visto, más de un priista poderoso sigue viendo en Beltrones a un enemigo. Esté donde esté. Haga lo que haga.
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