Esto, tras el intercambio que, en el marco del encuentro organizado por la Fundación Rafael Preciado, sostuvieron Cordero y Vázquez Mota. Las alusiones personales dieron la nota: el término "ama de casa", interpretado de forma peyorativa por algunas personas y la referencia al penoso incidente de los seis mil pesos.
Posteriormente, Cordero aseguró que la propuesta económica de su contrincante no es responsable. ¿De verdad? ¿Así lo considera quien hasta hace unos días fue secretario de Hacienda? Entonces, lo que México necesita es que abunde al respecto y explique detalladamente su postura. No simplemente que se pare el pleito. Lo responsable sería que el PAN presentara una plataforma económica viable, que previniera los riesgos a los que el país se enfrenta en una situación mundial que amenaza con desestabilizar a los países más poderosos. Y, también, que explicara por qué su propuesta es mejor que la de los candidatos de los otros partidos. Si el compromiso de Cordero es con la nación, y no es simplemente la búsqueda del poder, vale la pena escuchar sus propuestas en el área que domina. ¿Parar el pleito? Al contrario, continuar el debate, extenderlo y sacar, de los diferentes programas, los puntos que valen la pena.
Parar el debate, bajar el tono, evitar enfrentamientos, es la postura de quien está interesado, simplemente, en conservar el poder. Es una postura de candidato, que no de estadista. Debatir, contrastar ideas, es precisamente el mayor activo que tiene el PAN en estos momentos. Es el único partido que puede demostrar que la selección de su candidato es un ejercicio de reflexión, no sólo entre contendientes, sino también de lo que ha sido su gestión de gobierno. Tanto Vázquez Mota como Cordero y Creel deberían de ser capaces de exponer lo bueno y lo malo de sus propuestas, y tener la grandeza de integrar una plataforma única, partidaria, aún si no es exactamente la que plantearon en un principio. Porque el gobierno en democracia, a final de cuentas, se trata de eso, de adoptar las mejores ideas en búsqueda de un bien común.
Los debates deben de continuar y meterse hasta la cocina. Transparencia y rendición de cuentas, aprendizaje continuo y mejoras que deberán de traducirse en beneficio de la sociedad entera. Los precandidatos panistas deberían de estar, no sólo preparados, sino dispuestos, a asumir la responsabilidad de sus decisiones pasadas. Cordero debería de estar preparado para explicar de una vez su declaración de los seis mil pesos, y aclarar un incidente que, de otra manera, lo perseguirá durante años. Deberá de rendir cuentas realistas de su gestión como secretario de Estado, y lo mismo Vázquez Mota y Creel. Vázquez Mota podría aprovechar, también, la oportunidad para explicar su actuación en el Congreso y en sus encargos anteriores. Y Santiago Creel explicaría, y sometería al juicio de la historia, su relación con las televisoras y las concesiones de los casinos. Su actuación como titular de la secretaría de Gobernación en relación con los temas que ahora nos quitan el sueño. Son preguntas que, de cualquier manera, tendrá que responder quien resulte ser el candidato del partido, incluso sobre quienes no llegaron a serlo. ¿No es acaso razonable desactivar desde ahora estos temas? ¿Prefieren explicarlos ante una pregunta insidiosa de Peña Nieto o López Obrador, en cadena nacional?
La campaña ha comenzado, y su intensidad se incrementará durante los próximos meses, muy probablemente hasta llegar a niveles que no hemos conocido todavía. Hace seis años las redes sociales no tenían la penetración que tienen ahora, y la ciudadanía no estaba tan politizada como en estos días. Se necesitan candidatos diferentes para campañas diferentes. Candidatos que estén dispuestos a competir en entornos nunca antes vistos, que tengan la agilidad suficiente para responder de botepronto cuestionamientos incómodos, sin el tiempo suficiente para ser arropados por sus asesores. Candidatos que se verán obligados a responder no sólo por sus propios actos, sino por los de sus partidos y correligionarios. Con transparencia y asumiendo su responsabilidad.
El PAN se encuentra ante lo que, muy probablemente, sea el momento más complicado de su historia. Ser oposición es relativamente sencillo cuando se lucha contra molinos de viento que de antemano se saben invencibles: las candidaturas testimoniales son una opción válida, y a seguir trabajando tras la elección. Pero, una vez que ha probado lo que es el poder, y emprendido el duro camino del aprendizaje de lo que es el gobierno, la posibilidad de regresar al papel anterior debe de ser uno de los tragos más amargos que se pueden tomar.
Así, el camino para el PAN ante la próxima definición de su candidato no tiene sino dos bifurcaciones. O bien se hace un ejercicio de reflexión y definición conjunta de plataforma de campaña, tomando lo bueno y desechando lo malo de los tres contendientes, arriesgándose a que los esqueletos en cada uno de los closets salgan a la luz, o bien se toma el camino de la no confrontación, de las sonrisas forzadas, de los debates a modo. El primero sería doloroso y requeriría de una gran madurez y vocación democrática por parte de todos, pero forjaría una candidatura competitiva y que podría dar batalla al par de adversarios formidables que tienen enfrente. El segundo construiría una unidad mal entendida y basada en individualismos que no podría sustentarse sino en campañas negras y llamados al miedo. Una apuesta en la que nadie ganaría: si resultan triunfadores, sería a costa de la división del país; si pierden, a costa del partido mismo.
Vienen, muy pronto, más debates panistas. Por el bien del país, dense hasta con la cubeta; sanen heridas; asuman las propuestas más razonables, y presenten un candidato sólido. De otra manera, prepárense para el tercer lugar.
1 comentario:
Lo unico que hizo Santiago Creel es demostrar la educación que tiene y trató de moderar a Josefina y a Cordero. Eso es tener caracter y no hacer menos a una mujer como lo hizo Cordero. Bien por Santiago Creel. Ojalá y seas el candidato del PAN
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