27 diciembre, 2011

Mariano y el Nuevo Mundo

Por:  
Rajoy
A punto de ser volatilizados todos por la crisis económica europea era lógico que la política exterior estuviese ausente en la campaña electoral española, al fin y al cabo tampoco ha existido nada digno de tal nombre en la última década. También es lógico que salir de la tormenta sea la prioridad del futuro Gobierno de Mariano Rajoy, pero sería deseable y, llegado un momento incluso urgente, desarrollar una diplomacia pragmática, selectiva, coherente y sostenida a largo plazo hacia América Latina.


América Latina es hoy un "extremo Occidente" como le gusta llamarla al experto José Juan Ruiz en el que 150 millones de personas han ingresado en la clase media en los últimos 10 años, donde crecen empresas multinacionales, las llamadas multilatinas, que se expanden por todo el globo y un continente que pide paso en las instituciones mundiales como se ha visto, por poner dos ejemplos, en los casos de Brasil llamando a la puerta del Consejo de Seguridad de la ONU o del presidente del Banco Central de México, Agustín Carstens, compitiendo por la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El fracaso de la reciente Cumbre Iberoamericana de Asunción y la próxima reunión de Cádiz en 2012 debería servir para que España sentara las bases de una nueva estrategia menos retórica, menos paternalista, menos ideológica y más de igual a igual con las nuevas democracias latinoamericanas.
Para empezar el enfoque debería ser mucho más selectivo y evitar el espejismo de tratar de impulsar una política continental. América Latina son más de 20 países con más de 20 circunstancias políticas diferentes, en las que es muy difícil encontrar debates comunes entre Tijuana y Tierra de Fuego como los que recorren a la unificada Europa. Adoptar prioridades caso por caso podría ser más útil.
Tampoco parece muy práctico ante el reto y la oportunidad que representan países como Brasil, México, Colombia, Argentina, Chile o Perú empecinarse en querellas, que ya han probado una y otra vez en el pasado su esterilidad, con regímenes como los de Venezuela o Cuba, que como se decía en lenguaje franquista durante la agonía del dictador solo esperan "el fatal desenlace biológico" de sus líderes.
Ni probablemente sea un problema en los años por venir restringir o no la inmigración. Rajoy, a quien le gustan las frases del tipo "hay que hacer lo que hay que hacer" y "aquí caben los que caben", quizá debería empezar a pensar en la nueva emigración española hacia América, hoy un goteo entre las clases medias que mañana puede ser un torrente. En este sentido, pese a los avances en los últimos 20 años de los bancos, empresas, instituciones culturales y agencias de cooperación españolas en América Latina, aún falta mucho por hacer en formación técnica, científica y profesional de jóvenes, en intercambios académicos y viajes, en becas para latinoamericanos en España y para españoles en América, un sueño muy difícil de alcanzar hoy para un muchacho de Ciudad de México, Managua o Medellín pero también dentro de nada para uno de Getafe o de Dos Hermanas.
Numerosos analistas han recordado en los últimos meses cómo América Latina sorteó su crisis y subrayado que algunas de sus recetas entrañan lecciones para Europa. No sé si en términos técnicos tienen razón, pero desgraciadamente en este continente hace falta aún mucha Europa con su Estado de derecho, su Estado de bienestar y su modelo de integración regional. Pero la Europa actual defrauda también en este hemisferio y América Latina mira cada vez más al Pacífico y a China.
España cuenta frente a todos sus competidores con un valor estratégico único: el idioma. Sería imperdonable que la falta de ideas y las palabras vacías nos hicieran perder otra década. Al fin y al cabo en qué otro lugar del mundo puede ocurrir como me pasó ayer en Ciudad de México que el taxista, al enterarse de que era español, me pidierra permiso para mostrarme el libro que estaba leyendo, nada menos que la Historia de los heterodoxos españoles, de Menéndez Pelayo, en una vieja edición de Porrúa, y me preguntara a renglón seguido: ¨¿Qué quiere decir heterodoxos?"

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