29 enero, 2012

Punto y Coma: Peña Nieto y su pésima imagen / Jorge Herrera Valenzuela



Jorge Herrera Valenzuela
Allá por el comienzo de la segunda mitad del siglo XX surgieron muy formales las oficinas de prensa en las dependencias del gobierno federal, cuya misión principal era emitir boletines de prensa para informar, a través de los contados diarios que circulaban en la Ciudad de México, de las actividades oficiales. Eventualmente eran entrevistados los miembros del gabinete y muy esporádico que el Presidente de México hablara, pues para eso se destinaba el Informe Presidencial cada día primero de septiembre.
Para el sexenio 1952-1958 don Adolfo Ruiz Cortines nombró “secretario de prensa” de la Presidencia de la República al carismático michoacano Humberto Romero Pérez, quien además era “jefe de prensa” del Secretario del Trabajo y Previsión Social, licenciado Adolfo López Mateos. Se cuidaba al extremo la imagen de esos dos funcionarios, no había censura periodística aunque Humberto se encargaba de “pedir favores” a “mis amigos directores”. El favor consistía en no atacar al gobierno.
Don Pancho Galindo Ochoa fue otro publirelacionista de primer orden. Se tuteaba con todo mundo y no se diga cómo mantenía buena prensa para sus jefes, en especial para el precandidato presidencial en 1957, Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadería. Después sus servicios eran requeridos por políticos de la talla de Carlos Hank González.
De esos dos personajes, “El Chino” Romero Pérez y el jalisciense “Don Pancho Galindo”, aprendimos que en el desempeño de esas tareas se invertía, no se gastaba, dinero. Se habla mucho de “la prensa vendida” y otros afirman que existe “la mordaza oficial”. Sin embargo pueden consultarse, leerse, los diarios de esas épocas y constatarán que si se enjuiciaba a los gobiernos y a los gobernantes. Una pluma punzante y crítica fue la de don Alfredo Kawage Ramia en sus diarios “Zócalo” y “Diario de la Nación” o busquen la revista Siempre! que fundó y dirigió Don Pepe Pagés Llergo.
VAYAMOS AL GRANO
Después de esos aburridos e históricos antecedentes, entremos en materia. 
¿Qué sucede hoy en las mal llamadas precampañas de los aspirantes presidenciales? Termina el año con una mala imagen del priista Enrique Peña Nieto y con el repunte del amoroso repetidor perredista Andrés Manuel López Obrador, mientras que los panistas Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel Miranda y enrique cordero arroyo (así con minúsculas) seguirán desgastándose y el Presidente Felipe Calderón sufrirá más porque su candidato nomás nada de nada.
Peña Nieto tuvo como gobernador del Estado de México una magnífica imagen gracias a factores como su personalidad juvenil, su don del buen hablar, comprometerse notarialmente para realizar obras que den respuestas concretas a las necesidades y peticiones de los electores de los 125 municipios. Los periodistas reconocieron muchos méritos en el joven fenómeno de la política nacional, sin embargo centraron sus comentarios por el estilo de peinar con un copete cubierto de gel.
Desde sus días gloriosos de gobernador ganó simpatías y se hizo conocer en todo el país. Creció muy rápido políticamente y no iba a la mitad de su sexenio cuando “todo mundo” lo hacia presidenciable. Su figura se divulgó inclusive fuera del país. En los últimos meses de su mandato, ya en este año, comenté que no es lo mismo ser gobernador del Estado de México que llegar a Presidente de la República, la distancia es enorme.
Todo iba muy bien. Su aparición en revistas especializadas de noticias y chismes de la alta sociedad le atrajo más simpatías. Muchas fotos de él y de su nueva esposa, la actriz Angélica Rivera, con los hijos que ambos tuvieron en sus respectivos primeros matrimonios. Todo marchaba sobre hojuelas hasta el día en que acudió a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, Jalisco, para presentar un libro que escribió. Lo entrevistaron y tuvo un traspiés verbal, al confundir nombres de autores y de títulos de libros.
A partir de ese suceso la imagen personal de Enrique Peña Nieto se ha derrumbado y da la impresión de que carece de un equipo suficientemente experimentado y capacitado para resarcir a un político que podría ser el que solucione los múltiples problemas que tienen destrozado al país. No necesita un jefe de prensa ni un coordinador de comunicación social, si un Cuerpo de Asesores que tiendan puentes de plata con la prensa impresa, la televisiva, la radiofónica, con los están en el manejo de las redes sociales, porque mucho influirá Televisa  y por fuerte que sea, también hay numerosos grupos opositores en diferentes partes del territorio mexicano.
La verdad es que los políticos desde la etapa del presidente Carlos Salinas de Gortari empezaron a manejarse independientemente de sus jefes de prensa. Salinas puso el ejemplo y no soltaba el micrófono, Diario aparecía en las pantallas de los televisores. El eficiente Otto Granados no logró controlar a su jefe y en los años siguientes no solo los presidentes sino los miembros del gabinete “legal” y los del “ampliado” se despacharon por cuenta propia ante los medios de comunicación. Crearon la figura del “vocero” como aquel que diariamente decía: “…lo que el señor presidente quiso decir, fue….”.
Los tiempos cambian, pero nuestros gobernantes y los políticos ignoran el pasado, no saben vivir el presente y mucho menos proyectar el futuro. Cuidar la imagen institucional y la imagen personal, que aparentemente son lo mismo, es parte esencial en la vida de los hombres dedicados a la política nacional. Un candidato presidencial debe acostumbrarse a vestir adecuadamente y su discurso será diferente  ante los obreros, ante los campesinos, ante los profesionistas, ante las mujeres, ante los jóvenes, ante los ancianos, ante los discapacitados. Cada uno tiene sus necesidades y sus peticiones.
Peña Nieto está muy a tiempo de corregir errores y ese es uno de ellos, estrechar sus relaciones con dueños y funcionarios de los medios, con los caricaturistas, con los comentaristas, con los editorialistas, con los conductores de noticieros y hoy en día tener a quienes se ocupen de checar las 24 horas qué aparece en las redes sociales. Ya no son nada más los del Distrito Federal, en cada Estado hay buen número de publicaciones locales que tienen penetración en todos los círculos de los municipios. 
¿Será cierto que Andrés Manuel López Obrador ingresó a la Iglesia Cristiana? Gurú Político y este columnista esperan su respuesta.

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