Jorge Herrera Valenzuela |
Allá por el
comienzo de la segunda mitad del siglo XX surgieron muy formales las
oficinas de prensa en las dependencias del gobierno federal, cuya misión
principal era emitir boletines de prensa para informar, a través de los
contados diarios que circulaban en la Ciudad de México, de las
actividades oficiales. Eventualmente eran entrevistados los miembros del
gabinete y muy esporádico que el Presidente de México hablara, pues
para eso se destinaba el Informe Presidencial cada día primero de
septiembre.
Para el sexenio
1952-1958 don Adolfo Ruiz Cortines nombró “secretario de prensa” de la
Presidencia de la República al carismático michoacano Humberto Romero
Pérez, quien además era “jefe de prensa” del Secretario del Trabajo y
Previsión Social, licenciado Adolfo López Mateos. Se cuidaba al extremo
la imagen de esos dos funcionarios, no había censura periodística aunque
Humberto se encargaba de “pedir favores” a “mis amigos directores”. El
favor consistía en no atacar al gobierno.
Don Pancho
Galindo Ochoa fue otro publirelacionista de primer orden. Se tuteaba con
todo mundo y no se diga cómo mantenía buena prensa para sus jefes, en
especial para el precandidato presidencial en 1957, Gilberto Flores
Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadería. Después sus servicios eran
requeridos por políticos de la talla de Carlos Hank González.
De esos dos
personajes, “El Chino” Romero Pérez y el jalisciense “Don Pancho
Galindo”, aprendimos que en el desempeño de esas tareas se invertía, no
se gastaba, dinero. Se habla mucho de “la prensa vendida” y otros
afirman que existe “la mordaza oficial”. Sin embargo pueden consultarse,
leerse, los diarios de esas épocas y constatarán que si se enjuiciaba a
los gobiernos y a los gobernantes. Una pluma punzante y crítica fue la
de don Alfredo Kawage Ramia en sus diarios “Zócalo” y “Diario de la
Nación” o busquen la revista Siempre! que fundó y dirigió Don Pepe Pagés
Llergo.
VAYAMOS AL GRANO
Después de esos aburridos e históricos antecedentes, entremos en materia.
¿Qué sucede hoy
en las mal llamadas precampañas de los aspirantes presidenciales?
Termina el año con una mala imagen del priista Enrique Peña Nieto y con
el repunte del amoroso repetidor perredista Andrés Manuel López Obrador,
mientras que los panistas Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel Miranda
y enrique cordero arroyo (así con minúsculas) seguirán desgastándose y
el Presidente Felipe Calderón sufrirá más porque su candidato nomás nada
de nada.
Peña Nieto tuvo
como gobernador del Estado de México una magnífica imagen gracias a
factores como su personalidad juvenil, su don del buen hablar,
comprometerse notarialmente para realizar obras que den respuestas
concretas a las necesidades y peticiones de los electores de los 125
municipios. Los periodistas reconocieron muchos méritos en el joven
fenómeno de la política nacional, sin embargo centraron sus comentarios
por el estilo de peinar con un copete cubierto de gel.
Desde sus días
gloriosos de gobernador ganó simpatías y se hizo conocer en todo el
país. Creció muy rápido políticamente y no iba a la mitad de su sexenio
cuando “todo mundo” lo hacia presidenciable. Su figura se divulgó
inclusive fuera del país. En los últimos meses de su mandato, ya en este
año, comenté que no es lo mismo ser gobernador del Estado de México que
llegar a Presidente de la República, la distancia es enorme.
Todo iba muy
bien. Su aparición en revistas especializadas de noticias y chismes de
la alta sociedad le atrajo más simpatías. Muchas fotos de él y de su
nueva esposa, la actriz Angélica Rivera, con los hijos que ambos
tuvieron en sus respectivos primeros matrimonios. Todo marchaba sobre
hojuelas hasta el día en que acudió a la Feria Internacional del Libro
en Guadalajara, Jalisco, para presentar un libro que escribió. Lo
entrevistaron y tuvo un traspiés verbal, al confundir nombres de autores
y de títulos de libros.
A partir de ese
suceso la imagen personal de Enrique Peña Nieto se ha derrumbado y da
la impresión de que carece de un equipo suficientemente experimentado y
capacitado para resarcir a un político que podría ser el que solucione
los múltiples problemas que tienen destrozado al país. No necesita un
jefe de prensa ni un coordinador de comunicación social, si un Cuerpo
de Asesores que tiendan puentes de plata con la prensa impresa, la
televisiva, la radiofónica, con los están en el manejo de las redes
sociales, porque mucho influirá Televisa y por fuerte que sea, también
hay numerosos grupos opositores en diferentes partes del territorio
mexicano.
La verdad es
que los políticos desde la etapa del presidente Carlos Salinas de
Gortari empezaron a manejarse independientemente de sus jefes de prensa.
Salinas puso el ejemplo y no soltaba el micrófono, Diario aparecía en
las pantallas de los televisores. El eficiente Otto Granados no logró
controlar a su jefe y en los años siguientes no solo los presidentes
sino los miembros del gabinete “legal” y los del “ampliado” se
despacharon por cuenta propia ante los medios de comunicación. Crearon
la figura del “vocero” como aquel que diariamente decía: “…lo que el
señor presidente quiso decir, fue….”.
Los tiempos
cambian, pero nuestros gobernantes y los políticos ignoran el pasado, no
saben vivir el presente y mucho menos proyectar el futuro. Cuidar la
imagen institucional y la imagen personal, que aparentemente son lo
mismo, es parte esencial en la vida de los hombres dedicados a la
política nacional. Un candidato presidencial debe acostumbrarse a vestir
adecuadamente y su discurso será diferente ante los obreros, ante los
campesinos, ante los profesionistas, ante las mujeres, ante los jóvenes,
ante los ancianos, ante los discapacitados. Cada uno tiene sus
necesidades y sus peticiones.
Peña Nieto está
muy a tiempo de corregir errores y ese es uno de ellos, estrechar sus
relaciones con dueños y funcionarios de los medios, con los
caricaturistas, con los comentaristas, con los editorialistas, con los
conductores de noticieros y hoy en día tener a quienes se ocupen de
checar las 24 horas qué aparece en las redes sociales. Ya no son nada
más los del Distrito Federal, en cada Estado hay buen número de
publicaciones locales que tienen penetración en todos los círculos de
los municipios.
¿Será cierto que Andrés Manuel López Obrador ingresó a la Iglesia Cristiana? Gurú Político y este columnista esperan su respuesta.
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