En 2000 de nuevo dejé de acudir a las urnas, Vicente Fox ganó sin necesidad de mi voto.
René Avilés FabilaSufragué de nuevo cuando Cuauhtémoc Cárdenas, a quien conocí en años universitarios, con las diferencias del caso, yo ingresaba a la preparatoria y él había concluido la carrera. No sólo ello, en estas mismas páginas, hice lo que pude por su triunfo. Luego se hizo una monótona repetición. Tres veces más fui a votar por el líder del antipriismo. Cuando arrasó en el DF, me alegré, al fin había visto ganar a mi candidato. Unos meses después nos dejaba a los capitalinos para emprender una nueva campaña presidencial, la que ya, en esos momentos, era una aventura necia. Si he de ser sincero, de nuevo dejé de acudir a las urnas, Vicente Fox ganó sin necesidad de mi voto.
La historia es larga y tortuosa. Cárdenas contribuyó a la creación de lo que hoy llaman pomposamente “las izquierdas” (una multitud de mafias corruptas buscando dinero), promovió e inició sin quererlo el mito López Obrador, quien carecía de la residencia capitalina: el PRD la inventó y listo. Poco a poco, en un país necesitado de caudillos y no de partidos, de ocurrencias y no de ideologías, fue creciendo. Cuando mi maestro Enrique Semo me invitó a conocer el proyecto cultural de AMLO, un conjunto de vaguedades dichas en el Museo de Antropología, la sala, para unas 300 personas, tenía menos de cien. La magia priista apareció en manos del perredismo y de pronto se medio llenó con policías de Chapultepec y empleados del GDF. El caudillo no arrancaba. Al concluir el penoso acto, Juan Ramón de la Fuente, entonces rector, me dijo que Obrador era un hombre muy agradable. No lo creo, repuse. Ahora el ex rector de nuevo es mencionado por el Mesías como titular de la SEP en su gabinete ilusorio.
Todavía tuve los ánimos de formar parte del Consejo de Cultura, con otros 15 intelectuales y académicos. De nada sirvió, se desintegró con celeridad. El resto es historia sabida. AMLO se convirtió en el caudillo y a Cárdenas le puso una triste corona de laureles ajados. El refrán de cría cuervos y te sacarán los ojos, es cierto. Por años mantuvieron posturas distantes. Hoy, el amoroso número uno, le ha pedido, como a los empresarios ingenuos y a los intelectuales simplones, que se dejen ver en público, olviden sus dificultades y venga el abrazo de Acatempan, hermano, si estamos en la misma lucha, sólo que yo como candidato presidencial y tú irás al Senado. La ceremonia está autorizada por Cárdenas y falta programarla ante los medios. La foto y la falta de dignidad.
¿Qué pasó, Cárdenas olvidó los agravios, los insultos de la plebe que rodeaba a López Obrador cuando lo acusaba de traidor por mantener su negativa de sumarse a su campaña? Creo que no. Lo que ocurre es que Cárdenas ya no piensa en él, su oportunidad se desvaneció en un fraude donde Bartlett y Camacho tuvieron mucho que ver, hoy ambos leales al tabasqueño, simplemente protege a su hijo. Puede ser candidato presidencial en 2018, compitiendo con Ebrard, una vez que Obrador vuelva a perder y deje el encanto amoroso que hoy prodiga a raudales, volverá a su mal carácter y dejará de ocultar su autoritarismo. Lázaro Cárdenas estará redivivo en la figura de su nieto.
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