11 marzo, 2012

CONVERSACIONES CON EL TIO GILBERTO XIII


REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela

Ese fin de semana armado con el material que mi tío me entregara, el cual incluía una copia del Plan Hermosillo, me di a su profunda lectura pero confieso que no entendía la famosa rebelión. A mis escasos años y sin haberme nunca interesado en la política pero ya portando una aversión al sistema mexicano, era obvio que no tenía las armas para entenderlo. Es más, en un momento dado llegué a casi estar de acuerdo con aquellos que en la época afirmaban don Gilberto terminaría sus días en la Castañeda, es decir, me parecía una temeridad sin posibilidad alguna. Sin embargo, fue algo que se clavó en el fondo de mí ser y provocara una llama que permanecería encendida para siempre.

Yo nunca había asistido a escuelas oficiales y por lo mismo, no me habían definido a Calles como el gran padre de la patria moderna, imagen cincelada cortesía de los revolucionarios que se pegaron a la ubre. Pero aun en colegios católicos privados, tampoco me lo habían definido como el gran villano, tal vez por miedo a la represión que se ejercía en esa época.

En la siguiente reunión a boca de jarro le digo: tío, no entiendo el por qué de la rebelión del Plan Hermosillo. ¿Cuál fue la causa que motivara ese movimiento? Don Gilberto sonríe y me revira; “la causa es el México que has vivido en tus escasos años”. Me confundo. Si continúa; “En sus cuatro años de gobierno, Calles había tejido las cadenas con las cuales se aprisionaba al país y en estos momentos sigue cargando la misma cadena. La formación del partido era el corolario de su tenaza y así perpetuarse en el poder y, aun cuando el Gral. Cardenas lo expulsara del país, la cadena ya aprisionaba al país.

El nuevo Partido Nacional Revolucionario, estaba diseñado con el mismo esquema del partido comunista de la Unión Soviética, es decir, como un partido único incluyendo a todos los revolucionarios sedientos de poder, y sobre todo, de riqueza. El maximato de Calles fue consecuencia de lo que nosotros combatíamos; darle a Calles las llaves para el control perpetuo del país. Combatimos la tiranía y la dictadura de Porfirio Diaz, pero ahora el país se entregaba a la de Calles. Así como hace semanas te decía que el objetivo más claro de la revolución era sacar a Diaz del poder, este era para evitar la perpetuación de Calles y darle vías a la democracia.

La matanza de Tlatelolco que ejecutaron estos herederos de Calles hace solo unos años, son manifestaciones de lo que nosotros pretendimos evitar con la rebelión mediante el Plan Hermosillo: la ausencia de la democracia, la opresión del gobierno, la concentración de poder, de riqueza, el país en manos de unos cuantos que lo manejan como si fuera de su propiedad, el estado en control de todas las actividades, y lo más increíble, el sistema que tenemos en la sucesión presidencial. Si el Sr. Madero pudiera ver en lo que se convirtió su sueño, lloraría lagrimas de arrepentimiento y decepción. Pero la fiereza con la que se apagó ese movimiento estudiantil, te dibuja las bases sobre las cuales se sustenta nuestro sistema político”.

Bueno le digo ahora, explícame cómo fue que nació el Plan Hermosillo y que fue lo que le sucedió. Bien dice don Gilberto acomodándose en su silla como presagiando una larga jornada. “Cuando me entrevisté con Calles a mi regreso de Londres y me informara del nuevo partido, con su estilo de hombre maquiavélico me trataría de reclutar sugiriendo que yo podía ser el candidato. Al rechazar su oferta las cartas estaban sobre la mesa y él, desde esos momentos me consideraba su enemigo. Después de esa entrevista me mandó llamar el presidente Portes Gil a quien conocía desde la época que anduvimos juntos en Sonora, y me ofreció el puesto de Ministro de la Suprema Corte de Justicia. Sin embargo, ya se me habían acercado grupos de gentes que veían las intenciones de Calles con claridad, y pensaban formar un grupo de oposición en contra de quien Calles tratara de imponer.

Con la muerte de Obregón el país estaba en efervescencia pero aun así, Calles entonces, inventando el dedazo y el destape, decide que el candidato a la presidencia fuera Ortiz Rubio, en contra de todos los deseos del grupo de Obregonistas que ya estaban en pie de lucha. El coqueteo con mi candidatura había sido una cortina de humo pues el bien sabía que yo no iba a aceptar. Ante esa situación le agradecí a Portes Gil la invitación, pero no la acepté, pues ya el grupo anti Calles me ofrecían ser el candidato a la presidencia. Luego de dialogar intensamente con los líderes del nuevo grupo de oposición a Calles, decidí aceptar la candidatura y en secreto abandonaba la ciudad de Mexico, pues ya Calles estaba enterado de lo que cocinábamos. De inmediato se sumaron grupos numerosos en los estados de Coahuila, Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Sonora, y el movimiento tomaba fuerza.

Inicié una gira por todo el norte del país, cuando me llega la noticia de que Calles consideraba nuestro movimiento completamente fuera de la ley, y se disponía a detenerlo. Mi relación con Calles que siempre había sido muy difícil, se tornaba en algo ya listo para explotar. No voy hablar del tema pero te pudo sólo indicar que yo siempre lo consideré responsable de la muerte de Obregón y ello, lo convertía automáticamente en mi enemigo. Ante los acosos cada día más agresivos de Calles, fue que arribé a Hermosillo en Julio de 1929, ya en medio de una campaña por la presidencia muy agresiva en contra de Calles.

Calles el igual que Venustiano Carranza al ver que nuestro grupo no acataba sus deseos de imponer a Ortiz Rubio, inicia una agresiva campaña en contra nuestra con la estrategia y objetivo de no permitir un candidato de oposición al suyo. Habíamos envuelto al país en una sangrienta revolución que costó más de un millón de vidas para eso; sufragio efectivo y no reelección, pero los cabecillas de los diferentes movimientos a su triunfo, renegaban de ese objetivo revolucionario y, ahora era el turno de Calles. Ante esa actitud del presidente, amargamente me daba cuenta de que el país seguía siendo el mismo, es decir, desde la famosa “Oración Cívica” de Gabino Barrera en 1867, en la cual anunciaba la inserción del positivismo en las ideas liberales mexicanas preparando las dictaduras, el país era el mismo.

Había llegado en campaña a mi tierra de Sonora en donde la oposición a Calles era feroz, encabezada por el en esos momentos gobernador Fausto Topete, quien era un hombre de grandes principios y valores. Estando en Sonora empezamos a sentir como la guadaña de Calles se afilaba para de un golpe eliminarnos de la contienda política. Después de largas reflexiones y, sobre todo, ya viendo muy claramente el que Calles estaba listo para perpetuarse en el poder a costa de lo que fuera, decidimos iniciar un movimiento armado para evitarlo. El General Topete me pidió elaborar el documento similar al Plan de Agua Prieta y, así, nacía el Plan Hermosillo.


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