Por David Gordon.
El presidente Obama es sin duda un
belicista, pero, excepto Ron Paul, sus oponentes republicanos conservadores le
atacan por no ser suficientemente belicista. Tenemos que empezar una nueva
guerra ahora mismo, dicen. Debemos destruir inmediatamente el “programa nuclear”
iraní, aunque no se preocupen por explicar exactamente por qué Irán resulta ser
una amenaza para Estados Unidos. Irán es solo un ejemplo: también tenemos que
iniciar una cruzada mundial contra el “Islam militante”. En los debates
republicanos, Gingrich y Santorum regañaron a Ron Paul. Éste no quiere matar
gente en cruzadas inútiles. Para ellos eso hace del Dr. Paul un mal patriota.
Las cosas no fueron siempre así. En
los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, los conservadores
estadounidenses se oponían a las campañas globales. La Vieja Derecha se oponía
al New Deal y favorecía la tradicional política estadounidense de no verse
implicados en guerras extranjeras.
Murray Rothbard describe a la Vieja
Derecha y explica cómo fue apartada por los belicista pseudoconservadores en The
Betrayal of the American Right. Usando el libro de Rothbard como guía,
exploraremos cómo cambió la derecha estadounidense.
La revolución se produjo en dos
fases. Primero, William Buckley utilizó las páginas de National Review para argumentar que la no intervención tenía que
ser reemplazada por una lucha global contra el comunismo. Aquéllos en la
derecha que querían mantenernos fuera de la guerra (como John T. Flynn, la John
Birch Society y el propio Rothbard) fueron purgados. En su defensa de la
agresión, Buckley estuvo auxiliado por un grupo de excomunistas y
extrotskistas. Muchos, como el propio Buckley, trabajaron en la CIA y National Review era parte de un plan de
la CIA para controlar la opinión pública.
La segunda etapa llevó a los conservadores
estadounidenses mucho más lejos aún del no intervencionismo. Un nuevo grupo unió
sus fuerzas con Buckley: los neoconservadores, que incluyen a Irving y William
Kristol, Charles Krauthammer y Robert Kagan. Estaban de acuerdo con Buckley en
política exterior: también estaban a favor de una lucha armada contra el
comunismo. (Un destacado neocón, Norman Podhoretz, pensaba que Ronald Reagan
era demasiado blando con Rusia).
Pero al contrario que los
escritores de National Review, los
neoconservadores admiraban a Franklin Roosevelt y el New Deal. Pensaban que
Harru Truman fue un gran presidente. Les parecía bien el estado del bienestar,
mientras que “conservadores” como ellos lo dirigieran. En política exterior, el
apoyo incondicional al militante Partido Likud de Israel fue su tema más importante.
Los neocones querían que Estados Unidos derrocara a Saddam Hussein, de quien
pensaban que amenazaba Israel y veremos el papel que desempeñaron en empezar la
Guerra del Golfo y la Guerra de Iraq. Hoy los neocones quieren que nos ocupemos
de Irán, otra amenaza para Israel.
En el curso, leeremos algunos de
los escritos clave de los neoconservadores y examinaremos sus presupuestos. Los
alumnos conseguirán una clara comprensión de aquello contra lo que está Ron
Paul en su heroica batalla por la paz y la sensatez.
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