Posteado por genaro
La literatura académica sobre género y política abunda, aunque los casos de estudio son pocos. Al respecto, hay mucho análisis sobre liderazgo femenino. En general lo que se busca entender aquí es hasta dónde puede una mujer en política transgredir los tradicionales roles de género para competir por un cargo de elección, así como los cambios en opinión pública respecto a la participación política de las mujeres. Otros estudios se enfocan en ver si hay patrones en el trabajo legislativo de las mujeres, sí éstas legislan más sobre temas de seguridad social, leyes de familia, educación, derechos sexuales, y reproductivos, leyes de cuotas, entre otros, así como en cuáles comisiones trabajan. Una tercera línea rama estudia la actitud de las mujeres de poder frente a conflictos armados y solución de controversias, etc.
En torno a los casos de estudio hay pocos de mujeres en posiciones ejecutivas. Después de todo, la primera jefa de Estado se presentó en 1940, con Khertek Anchimaa-Tova en la República de Tannu Tuvá. Desde entonces, apenas unas 34 mujeres han ocupado el poder ejecutivo, al tiempo que otra treintena ha ocupado el cargo de primera ministra. En 200 años de vida independiente, solo siete mujeres han sido presidentas en América Latina. Los casos más recientes son los de la argentina Cristina Fernández y el de la brasileña Dilma Rousseff.
Desde que arrancó su campaña, Vázquez Mota ha impulsado el género como un signo distintivo frente a sus rivales y como una oferta electoral. De tal forma, como un eco de los grupos de conciencia feminista de los 70 y del famoso libro La mística femenina, de Betty Friedan, Vázquez Mota nos recuerda que ella es mujer y que su candidatura es histórica.
Las críticas a ese argumento empiezan a acumularse. Sin embargo, cuando vemos cómo muchos siguen preguntándose si “México está listo para una mujer presidenta”, si vemos que aún hay quién le pregunta a la candidata del PAN “si dejará de usar los aretes que usa si llega a la presidencia” o si vemos que hay quienes dudan si un secretario de la defensa se cuadraría ante una comandanta en jefa, destacar el género ya no resulta un argumento vacío, pero sí incompleto. Incompleto porque la panista necesita explicar qué haría distinto al gobernar. Para ello Josefina podría usar su carrera y contarnos qué hizo diferente tras su paso por la SEDESOL y la SEP, si impulsó un mayor número de mujeres en cargos medios y altos, de qué forma incorporó la perspectiva de género en las políticas públicas de esas dos secretarías, etc.
La otra serie de descalificaciones a Vázquez Mota se han abierto por su postura conservadora en torno al aborto. Sin embargo, tal crítica no reconoce que no todas las mujeres están a favor del aborto, que también hay feministas conservadoras, como Sarah Palin, quien, como bien dice Camille Paglia, también es una feminista aunque no guste el adjetivo. La postura de Vázquez Mota en torno al aborto es coherente con la plataforma del PAN, pero rompe con ella al prometer que “revertirá las leyes estatales que criminalizan a las mujeres que deciden sobre su cuerpo”. Marta Lamas ha explicado en varias ocasiones cómo se puede ser antiaborto y defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo al mismo tiempo.
Finalmente, las metáforas maternales que ha utilizado Vázquez Mota se pueden entender como antidemocráticas, por el hecho de que podría pensarse que la panista ve el ejercicio del poder como el de una jefa de familia, como el de una madre autoritaria y sobreprotectora frente a una “ciudadanía menor de edad”. Sin embargo, lo cierto es que las metáforas maternales buscan conectar con el electorado femenino -y eso no es pecado- y juegan precisamente con los roles de género y la política. La pregunta que conviene formular aquí es si la frase “cuidaré al país como he protegido a mi familia” es o no una invitación de Josefina a que se revise la historia de su familia. la vida personal de sus hijas, su relación con su marido. ¿No es esto ser una madre que expone a su familia?
Al final, lo que urge es que Josefina pase a la etapa dos y nos cuente qué entiende ella por género y ofrezca argumentos que vayan más allá de voten por mí “porque soy mujer”, como si fuera una canción de Lupita D´Alessio. De seguir así, las críticas seguirán concentradas en sus metáforas, en sus accesorios, en sus zapatos y no en sus propuestas. De ser así, Josefina no ofrecerá la posibilidad de que quienes vemos con agrado el que una mujer compita por la presidencia, podamos asegurar: sí votaría por una mujer, pero no por esta mujer, por X, Y y Z…
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