Sin una reforma a su sistema de pensiones y con miles de trabajadores sin una asignación específica, la paraestatal no tendrá futuro.
Jorge Fernández Menéndez
Para nuestra compañera Laura Guzmán,
que sea muy feliz.
Más allá de las historias que les gusta contar a los candidatos, lo cierto es que cuando se tienen que aproximar a los verdaderos temas trascendentes es cuando muestran realmente qué piensan: pueden tratar de hacernos recordar a López Mateos, pueden impulsar el voto de género o la República amorosa, pero lo cierto es que en capítulos como el futuro de la industria petrolera es en donde tendríamos que poner nuestra atención para saber con mucha mayor claridad qué piensan los candidatos para el futuro del país.
Coincidiendo con este 18 de Marzo, con un nuevo aniversario de la Expropiación Petrolera, casi todos hablaron. Y decimos casi todos porque Enrique Peña Nieto fue de los que no hablaron públicamente, pero lo hizo el lunes en su cuenta de Twitter. Ahí dijo que “Petróleos Mexicanos puede ser, una vez más, la palanca del desarrollo económico. Para ello, es indispensable una reforma energética profunda”. Y agregó en otro mensaje: “Dejando de lado ataduras ideológicas, es esencial asociarse con el sector privado sin que el Estado pierda la propiedad de los hidrocarburos”.
La propuesta ya la había presentado hace algunos meses Peña Nieto ante los integrantes del sindicato petrolero, a quienes les dijo que los necesitaba para emprender esa reforma. En los hechos, los lugares prominentes que tienen Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana en las listas plurinominales del PRI tienen relación con esa postura. Falta por saber hasta dónde y en qué grado Peña Nieto aceptaría esa apertura de Pemex, pero el priista ha presentado el tema en varias oportunidades y debería ser entendido como uno de sus principales compromisos de campaña.
Josefina Vázquez Mota fue más allá. Ha dicho que apoyaría un cambio constitucional para modificar el régimen de Pemex, abriéndola a las inversiones privadas y tomando abiertamente como modelo el de Petrobras, la exitosa empresa petrolera del Brasil.
López Obrador no se ha movido un centímetro de sus posiciones en el terreno petrolero: nada de apertura, nada de inversiones privadas, nada que implique reformas de fondo en la empresa petrolera, todo con la coartada de la soberanía y de conservar (bien debajo de la tierra parece) el petróleo para los mexicanos. Se puede o no estar de acuerdo con esa posición, pero lo cierto es que, como hemos dicho muchas veces en este espacio, Andrés Manuel podrá hablar de repúblicas amorosas en lugar de “mafias que nos arrebataron el poder”, pero su línea política en lo fundamental sigue siendo inalterable. Y en el tema del petróleo es más dogmático que nadie.
Gabriel Quadri no concita la atención de los otros contendientes, pero cuando habla de petróleo, por lo menos confirma que es un auténtico liberal. Quadri es de los que plantean una apertura completa de Pemex e incluso (en un tema clave que ninguno de los otros candidatos aborda porque saben que les puede generar costos electorales) habla de un aspecto central: eliminar el subsidio a las gasolinas que ronda en los 200 mil millones de pesos al año, para traspasar esos recursos a programas sociales, sobre todo a la educación.
Mientras tanto, lo cierto es que Pemex vive en un mundo esquizofrénico: las exportaciones de crudo alcanzan cifras estratosféricas, lo mismo que el precio del barril de la mezcla mexicana. Pero al mismo tiempo, sus pérdidas son altísimas por el costo fiscal. A pesar del deslizamiento en los precios de la gasolina y el diesel, el subsidio a los combustibles es cada vez más alto. Los acuerdos con la iniciativa privada para la producción de crudo y de gas natural aún no se terminan de concretar como deberían, por impedimentos legales. Y como se dijo el domingo, el costo del sistema de pensiones puede terminar ahogando toda la operación de Pemex: la deuda del sistema de pensiones supera los 650 mil millones de pesos. Sin una reforma a su sistema de pensiones, con miles de trabajadores sin una asignación específica y con un jubilado por cada dos trabajadores en activo, la paraestatal sencillamente no tendrá futuro. Está entre la gloria y el infierno.
Los 95 de Excélsior
Para todos quienes trabajamos en esta casa editorial es un privilegio estar día con día con ustedes, pero también hacerlo en un medio que ha sabido, como muy pocos, conservar su prestigio y su historia al mismo tiempo que se reinventaba y reconstruía hasta transformarse en un periódico de referencia. Nos felicitamos de estar aquí, en estos 95 años, pero sobre todo felicitamos a sus directores Olegario Vázquez Raña, Olegario Vázquez Aldir, Ernesto Rivera, a nuestro director editorial Pascal Beltrán del Río y a todos los amigos que, día con día, hacen que este Excélsior nos acompañe en nuestra vida cotidiana. A todos, un abrazo.
que sea muy feliz.
Más allá de las historias que les gusta contar a los candidatos, lo cierto es que cuando se tienen que aproximar a los verdaderos temas trascendentes es cuando muestran realmente qué piensan: pueden tratar de hacernos recordar a López Mateos, pueden impulsar el voto de género o la República amorosa, pero lo cierto es que en capítulos como el futuro de la industria petrolera es en donde tendríamos que poner nuestra atención para saber con mucha mayor claridad qué piensan los candidatos para el futuro del país.
Coincidiendo con este 18 de Marzo, con un nuevo aniversario de la Expropiación Petrolera, casi todos hablaron. Y decimos casi todos porque Enrique Peña Nieto fue de los que no hablaron públicamente, pero lo hizo el lunes en su cuenta de Twitter. Ahí dijo que “Petróleos Mexicanos puede ser, una vez más, la palanca del desarrollo económico. Para ello, es indispensable una reforma energética profunda”. Y agregó en otro mensaje: “Dejando de lado ataduras ideológicas, es esencial asociarse con el sector privado sin que el Estado pierda la propiedad de los hidrocarburos”.
La propuesta ya la había presentado hace algunos meses Peña Nieto ante los integrantes del sindicato petrolero, a quienes les dijo que los necesitaba para emprender esa reforma. En los hechos, los lugares prominentes que tienen Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana en las listas plurinominales del PRI tienen relación con esa postura. Falta por saber hasta dónde y en qué grado Peña Nieto aceptaría esa apertura de Pemex, pero el priista ha presentado el tema en varias oportunidades y debería ser entendido como uno de sus principales compromisos de campaña.
Josefina Vázquez Mota fue más allá. Ha dicho que apoyaría un cambio constitucional para modificar el régimen de Pemex, abriéndola a las inversiones privadas y tomando abiertamente como modelo el de Petrobras, la exitosa empresa petrolera del Brasil.
López Obrador no se ha movido un centímetro de sus posiciones en el terreno petrolero: nada de apertura, nada de inversiones privadas, nada que implique reformas de fondo en la empresa petrolera, todo con la coartada de la soberanía y de conservar (bien debajo de la tierra parece) el petróleo para los mexicanos. Se puede o no estar de acuerdo con esa posición, pero lo cierto es que, como hemos dicho muchas veces en este espacio, Andrés Manuel podrá hablar de repúblicas amorosas en lugar de “mafias que nos arrebataron el poder”, pero su línea política en lo fundamental sigue siendo inalterable. Y en el tema del petróleo es más dogmático que nadie.
Gabriel Quadri no concita la atención de los otros contendientes, pero cuando habla de petróleo, por lo menos confirma que es un auténtico liberal. Quadri es de los que plantean una apertura completa de Pemex e incluso (en un tema clave que ninguno de los otros candidatos aborda porque saben que les puede generar costos electorales) habla de un aspecto central: eliminar el subsidio a las gasolinas que ronda en los 200 mil millones de pesos al año, para traspasar esos recursos a programas sociales, sobre todo a la educación.
Mientras tanto, lo cierto es que Pemex vive en un mundo esquizofrénico: las exportaciones de crudo alcanzan cifras estratosféricas, lo mismo que el precio del barril de la mezcla mexicana. Pero al mismo tiempo, sus pérdidas son altísimas por el costo fiscal. A pesar del deslizamiento en los precios de la gasolina y el diesel, el subsidio a los combustibles es cada vez más alto. Los acuerdos con la iniciativa privada para la producción de crudo y de gas natural aún no se terminan de concretar como deberían, por impedimentos legales. Y como se dijo el domingo, el costo del sistema de pensiones puede terminar ahogando toda la operación de Pemex: la deuda del sistema de pensiones supera los 650 mil millones de pesos. Sin una reforma a su sistema de pensiones, con miles de trabajadores sin una asignación específica y con un jubilado por cada dos trabajadores en activo, la paraestatal sencillamente no tendrá futuro. Está entre la gloria y el infierno.
Los 95 de Excélsior
Para todos quienes trabajamos en esta casa editorial es un privilegio estar día con día con ustedes, pero también hacerlo en un medio que ha sabido, como muy pocos, conservar su prestigio y su historia al mismo tiempo que se reinventaba y reconstruía hasta transformarse en un periódico de referencia. Nos felicitamos de estar aquí, en estos 95 años, pero sobre todo felicitamos a sus directores Olegario Vázquez Raña, Olegario Vázquez Aldir, Ernesto Rivera, a nuestro director editorial Pascal Beltrán del Río y a todos los amigos que, día con día, hacen que este Excélsior nos acompañe en nuestra vida cotidiana. A todos, un abrazo.
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