16 marzo, 2012

Siria y Libia: lo que separa a dos revoluciones muy distintas

 
Celebración del aniversario de la revolución libia.
Los libios celebraron en febrero el aniversario del inicio de la revolución que tumbó a Muamar Gadafi.
El pueblo en Siria, al igual que ocurrió en Libia, se rebeló contra décadas de gobierno represivo. Pero un año después, ¿por qué viven en realidades tan distintas?
Hubo un momento durante el levantamiento contra Muammar Gadafi en que los libios miraron con preocupación a las pantallas de televisión.
Veían lo que pasaba en Siria después de que ellos mismos hubieran comenzado a rebelarse contra el hombre que los reprimió brutalmente durante décadas.
Aunque comprendían el clamor por la libertad de los sirios, les preocupaba que la atención mundial virara hacia el aplastamiento sangriento de la protesta por el presidente Bashar al Asad.
Les preocupaba que su batalla y sus demandas fueran olvidadas y que Siria se convirtiera en una necesidad. ¡Qué equivocados estaban!
¿Se debía a que era sencillamente más fácil para el observador exterior solidarizarse con los opositores a Gadafi, un hombre que aparecía ante el mundo como un lunático desaliñado, al contrario que Asad, más afable y comedido?
Sin duda eso hizo más fácil que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobara la resolución sobre Libia que allanó el camino para la intervención.
Sin embargo, hay que tener en cuenta otros factores más importantes.
clic Lea: Las opciones para una posible intervención militar en Siria

Juego de poder

Aunque todos los recientes levantamientos en el mundo árabe tienen como hilo común la libertad, la unión entre ellos presenta descosidos.
En comparación con Siria, el de Libia fue un caso más sencillo de resolver.
No había complicaciones sectarias. La mayoría de los libios compartían la misma causa.
En Siria, por contraste, cualquiera que defendiera la intervención militar estaba obligado a tener en cuenta todo lo que salió mal en Irak y la larga y sangrienta guerra civil en el vecino Líbano.
El canciller francés, Alain Juppé, advirtió de la "catastrófica guerra civil" que podría estallar en el caso de que la oposición siria recibiera armas.
Y además de eso, hay que considerar las enormes reservas de petróleo libio. ¿Podría Occidente permitirse esperar el inevitable desenlace del levantamiento libio?
Geográfica y políticamente, también hay diferencias.
La diplomacia en Siria es un campo minado tanto para los opositores al gobierno como para las potencias occidentales que intentan ayudarles a derrocarlo.
clic Lea: Por qué Occidente reacciona distinto
El gobierno de Asad es aliado de Irán y de la milicia libanesa Hizbolá.
Líbano, el vecino sirio, tiene mucho que temer al estallido de una guerra a sus puertas.
Ya está lidiando con el flujo de refugiados sirios y la opinión pública está dividida sobre si apoyar al Ejército de Liberación Sirio o mantenerse distante por miedo a que terceros libren una vez más una guerra en su territorio.

Sin vuelta atrás

Heridos por la violencia en Siria.
Miles de hombres, mujeres y niños han muerto o resultado heridos a causa de la violencia en Siria.
El exlíder libio, por otro lado, se aisló él solo de buena parte del mundo durante casi todo el tiempo que ocupó el poder.
Los dirigentes de los países vecinos y gran parte del mundo árabe le despreciaban, ya fuera abierta o discretamente.
También podría decirse que almacenó suficientes armas en el país como para declarar la guerra al mundo, lo que dio a sus oponentes una ventaja en los primeros días del conflicto.
En el caso de Siria, ¿qué ha pasado con la gente que salió a la calle hace un año para pedir la caída del régimen de Asad y libertades básicas?
Miles de hombres, mujeres y niños han muerto o han resultado heridos por la violencia en Siria.
Atrás han dejado a unos familiares decididos y a unos manifestantes sin miedo que creen que sus lealtades han quedado expuestas y que también van a morir si caen en las manos del régimen de Asad.
clic Lea: "A mi hijo lo degollaron"
Para ellos y otros que desertaron del ejército para unirse a la oposición, no hay vuelta atrás.
Eso deja a Occidente y al gobierno de Asad en un ciclo aparentemente infinito de incertidumbre sobre qué es lo próximo que deben hacer.

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