Las democracias latinoamericanas
están atrapadas en un sistema electoral generado desde estándares
importados, por lo que la manera de elegir tiene facetas de
incompatibilidad con la cultura de nuestros pueblos. Un importante
error, generado desde el paradigma actual de la democracia es la idea de
que un buen sistema de elecciones es sinónimo de democracia, cosa que
luego de más de 35 observaciones electorales en América Latina,
confirmaron mi hipótesis de que nada está más lejos de esto. Esta líneas
tratan de demostrar la funcionalidad de los sistemas electorales para
con los dictados del Consenso de Washington.
El neoliberalismo, fue presentado como forma de modernización de la democracia y ambos, identificados con el ejercicio pleno de la libertad. Sobre la base de esta identidad, se hizo hegemónica, una visión que redujo la discusión a un simple rito de legitimación ideológica del poder dentro de los límites del propio neoliberalismo.
En este marco, el rol del Estado, como regulador de posibilidades desapareció generándose al interior de nuestras sociedades situaciones de desprotección y canibalismo (golpes de Estado), a la vez que un proceso profundo de pérdida de la conciencia ciudadana, y sacramentándose al mismo tiempo el individualismo competidor.
Robert Dahl, en relación a la definición de democracia y su arduo camino, expresa con gran claridad “…la democracia es más que un mero procedimiento político; necesariamente, también es un sistema de derechos fundamentales”.
Se puede reflexionar que la concepción de democracia como sistema de vida, no es unidireccional ni se manifiesta como una sola verdad paradigmática, por el contrario está en presencia de una colisión de intereses o paradigmas, entre quienes detentan el poder y aquellos que lo sufren, siendo uno de los campos de batalla el sistema electoral de la democracia representativa.
En consecuencia, y habiendo analizado los conceptos anteriormente citados surgen preguntas como: ¿la pobreza de los pueblos latinoamericanos, la desigualdad distributiva, la inequidad de acceso a bienes de satisfacción, la creciente brecha entre los que más tienen y los que menos tienen son las reales variables que inciden en la gobernabilidad de los sistemas democráticos latinoamericanos?, ¿la OEA y todas aquellas instituciones que se precian de observadoras, como participan en esta realidad?La tensión generada de la lucha por el poder ¿manifiesta un quiebre en el modelo neoliberal? ¿ O es tan solo una táctica de la estrategia de la democracia neoliberal que permite algunas transgresiones para reafirmar y consolidar el modelo?
La democracia latinoamericana y su sistema electoral está condicionada por una revalorización, y un reacomodamiento, en la que los valores y realidades latinoamericanas como la pluriculturalidad y lo plurietnicidad, la inequidad distributiva y el deseo de autodeterminación, pugnan por prevalecer desde la salida de las dictaduras en los años 80 en una región, considerada la más desigual del planeta.Con este panorama, la densidad democrática fluctúa.
En estas condiciones los núcleos de poder excluyen el debate y la interpretación de la legalidad es llevada a cabo con un criterio autoritario dictatorial generando de esta manera la obturación de la conciencia política y pretendiendo con la fuerza del voto la anulación de las oposiciones. De esta manera se garantiza el consenso necesario para la legitimación de la democracia neoliberal afianzando la profundización de la desigualdad y la injusticia inherente.
Será que nos encontramos frente a una nueva fase de este tipo de democracia ¿la Democradura?
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