03 julio, 2012

1 de julio: un buen día


1 de julio: un buen día

Héctor Aguilar Camín


Empecemos por las equivocaciones.
 
Se equivocaron las encuestadoras dominantes y quienes tomamos sus resultados como guías de lo que pasaría en la elección.

Atinaron las encuestadoras que se salieron entre 10 y 7 puntos del promedio dominante y parecieron en su momento outliers, aberraciones: María de las Heras, Grupo Reforma, Ana María Covarrubias, Edmundo Berumen.



Nos equivocamos quienes, siguiendo las encuestas, vimos la elección como un proceso definido por amplios márgenes. Fue una elección competida.


Nos equivocamos también quienes pensamos que el gobierno de Felipe Calderón trataría de influir en la elección poniendo en marcha la “otra campaña”.


Nos equivocamos, finalmente, quienes pensamos que el IFE había quedado herido de muerte en su credibilidad y en su eficacia para resolver las elecciones de 2012.


Había muy buenas razones para equivocarse en todo eso. Había que ir muy en contra de los indicios de la realidad para no hacer caso a las encuestas mayores, a la pasión antipriista del presidente Calderón y a la manipulación política a que fue sometido el IFE después de 2008.


La realidad de la jornada electoral desmintió todos y cada uno de esos indicios. Para bien.


Produjo un reparto del poder más equilibrado del previsto, impuso una trascendente normalidad al proceso, tuvo un desenlace claro, no desafiado ese día por ninguno de los contendientes, aceptado oportunamente por la candidata del partido en el poder, y por el presidente en funciones, del mismo partido.


Nos mostró a un IFE que hizo parecer rutina lo que fue en realidad la gigantesca organización de un millón de ciudadanos que reciben, cuentan y vigilan los votos.


Lo que pareció una rivalidad que envenenaría el proceso, la de un presidente panista perdedor contra un candidato priista ganador, culminó en un ofrecimiento mutuo de colaboración que podría hacer productivo el interregno de la transmisión del poder, esos largos 5 meses que en nuestra historia reciente han sido improductivos o catastróficos.


Nos equivocamos también quienes hablamos de que López Obrador podría desarrollar una estrategia para reventar el día de la elección. No la desarrolló.


Pero, a juzgar por sus declaraciones del lunes, calificando la elección como “una vergüenza nacional”, no nos equivocamos pensando que podía desatar un conflicto poselectoral.


Veremos si es así en los días que vienen. Por lo pronto, hay que decir que el domingo 1 julio de 2012 fue un buen día.

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