Ricardo Alemán.
A
Felipe Calderón se le recordará por muchas de sus obras –buenas o malas–, y
como el segundo presidente del PAN que, curiosamente, entregará el poder de
vuelta al PRI.
Sin
duda será recordado –positivamente–, por la impensable estabilidad económica que
beneficia a todos pero, sobre todo, a los que menos tienen.
También será recordado como el
presidente que asumió de manera frontal –como pocos–, el flagelo del crimen
organizado y el narcotráfico.
Y,
por supuesto, los malquerientes de Calderón lo recordarán como el responsable
de casi 60 mil muertes que, en su sexenio, finalmente generará la lucha del
Estado mexicano contra las bandas criminales y del narcotráfico. Y claro, esos
malquerientes lo señalan culpable y hasta pretenden acusarlo por la presunta
responsabilidad de "genocidio", como si el propio presidente hubiese
ordenado esas muertes.
Y
seguramente también recordarán a Calderón por muchas otras cosas, como el ambicioso programa
carretero, los inocultables avances en las políticas de salud pública y, en
general, por la saludable estabilidad económica, indispensable
para el crecimiento económico y el empleo.
Pero
en donde el nombre de Felipe Calderón ocupará un lugar especial, es en la
memoria de un creciente sector de militantes y adherentes del PAN –y no se diga
líderes del partido azul–, quienes no olvidarán que el fracaso del partido azul
se debe, en buena medida, a
un deficiente manejo político en la casa presidencial.
Y
es que –les guste o no a los militantes, simpatizantes y dirigentes del PAN–,
la mano del presidente Calderón en la dirigencia del PAN fue un factor
determinante en la fractura del partido, para dejarlo sin un candidato de peso
y competitivo y, en el extremo, para dejarlo en manos del más torpe presidente que ha tenido
el partido azul, el señor Gustavo Madero. Pero vamos por
partes.
1.-
Una vez que Felipe Calderón llegó a Los Pinos –sin duda gracias a una victoria
lograda a pesar del
gobierno y del presidente Fox–, emprendió una purga contra sus
adversarios internos, sobre todo contra foxistas como Santiago Creel y Manuel
Espino. Entre muchos otros. Al primero lo derribó del liderazgo de los
senadores del PAN y al segundo lo expulsó del partido. Con esa decisión, fracturó de
manera irreversible al partido.
2.-
Y la fractura se extendió cuando –luego de décadas de que el PAN cuestionó
severamente a los presidentes del PRI por manejar a su antojo el partido–, una
vez convertido en presidente, Calderón impuso
a su amigo Germán Martínez como dirigente del PAN. Sobrevino la
debacle y fracasado jefe panista debió renunciar.
Entonces
Calderón también logró imponer como presidente azul al impresentable César Nava
–uno de los más
grises dirigentes del partido, hasta que llegó el peor de todos; Gustavo Madero–,
quien trató de rescatar al partido con la reverenda tontería de propiciar una
alianza PAN-PRD, que resultó impensable, sobre todo porque las izquierdas habían calificado de ilegítimo al
segundo gobierno presidencial del PAN. Y como era normal, la alianza de azules
y amarillos rompió la confianza social en el PAN.
3.-
Luego que cayó César Nava, la mano presidencial ya no pudo imponer al nuevo
presidente azul. Sin embargo, "el remedio resultó peor que la
enfermedad". ¿Por qué?. Porque el nuevo presidente resultó ser Gustavo
Madero, un político
mediocre, pariente directo del apóstol de la democracia, pero
incapaz de entender la larga historia y la rica herencia del PAN.
4.-
Gustavo Madero no pudo impedir que la mano presidencial abriera la baraja de
los precandidatos presidenciales a 12, 10, ocho... aspirantes. Pero cuando los
especialistas advirtieron sobre el riesgo de subir y bajar precandidatos
presidenciales, al antojo presidencial, ninguno de los dirigentes del PAN se
atrevió a confrontar al presidente.
5.-
Al final, también desde la casa presidencial se intentó imponer, a toda costa,
la candidatura de Ernesto Cordero, que era el delfín presidencial. Y es que el repetido
manoseo de las decisiones del partido, por parte del presidente, hicieron el
milagro de unificar a los azules, pero contra las decisiones de Felipe
Calderón. De esa manera la candidata presidencial fue la señora Josefina
Vázquez Mota, a
quien Calderón trató de derribar desde que la sacó del gabinete.
El
resto de la historia todos la conocen. El presidente y una parte del PAN dejaron sola a
Josefina Vázquez Mota, quien cayó
de manera estrepitosa y arrastró al PAN al tercer lugar.
Por
eso, la responsabilidad directa en la derrota del PAN, es de Felipe Calderón. Y
en efecto, la historia no perdona. Al tiempo.
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