Condenas no, condones sí
Rafael
Álvarez Cordero
Estimado
lector: Yo no sé si le ocurre a usted, pero yo estoy hasta la coronilla de los
sainetes que se han escenificado desde la noche del 1 de julio. Asistir a una mala obra de teatro es
una tristeza, verla de nuevo es un fastidio, pero volver a presenciarla es
masoquismo.
Me
niego a comentar las acciones y decisiones de quien considera traidores a 50
millones de mexicanos, porque no lo ungieron como Presidente. Me niego a
hacerle el caldo gordo a él y a su movimiento, como lo hacen, aun si quererlo,
no pocos comentaristas, y no volveré a hablar de elecciones mientras el
Tribunal Electoral no haya declarado al ganador.
Porque
en México hay muchos otros asuntos, como el de la ofensiva clerical, mocha,
yunquista, persignada, pero sobre todo ignorante, de ¡663 organizaciones!, católicas
casi todas, que solicitan que la campaña “Un condón es más confiable que el
destino”, sea sacada del aire, porque “violenta el derecho a la salud, a la
información veraz, científica y oportuna y el derecho y deber de los padres a
educar y cuidar el sano desarrollo de los hijos”(sic).
Al
parecer quien use condón será condenado a las penas del infierno.
Como
justificación de tal afirmación, las 663 organizaciones ponen a la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como promotora del retraso del inicio de la vida
sexual, y la abstinencia y la fidelidad para evitar enfermedades de transmisión
sexual.
Eso
es falso, totalmente falso, la OMS promueve el uso del condón. Y el 11 de
octubre de 2010, después de que el papa Benedicto XVI hizo una declaración a
favor de su uso, apareció un comunicado de la OMS que copio textualmente:
“La
directora general de la OMS, Margaret Chan, aplaudió en Berlín la reciente
justificación parcial que el papa Benedicto XVI ha hecho del uso del
preservativo y la calificó de ‘buen comienzo’. Yo aplaudo esta posición. Se trata de la primera vez que El
Vaticano respalda el uso de preservativos. Es una buena noticia
para todos nosotros, un buen comienzo”, afirmó Chan durante la rueda de prensa
de presentación del informe anual de su organización, o sea, tenemos a 663
organizaciones mentirosas que cierran los ojos a la realidad y viven en la Edad
Media.
La
ofensiva contra la libertad sexual no es nueva. En el Colegio Oxford, en el que
estudió mi hija, las dueñas del plantel ¡cortaron el capítulo de educación
sexual de los libros de texto gratuitos! Fui a exigir una explicación, a lo que
adujeron que “eso era inmoral, porque trataba el sexo como si fuera algo
natural”.
¡Claro
que es natural —les dije—, ustedes y yo estamos aquí porque nuestros padres
tuvieron relaciones sexuales, eso es natural”.
Estoy
seguro de que esas 663 organizaciones y los sacerdotes que las encabezan
condenarán al fuego del infierno a quienes, en plena efervescencia hormonal de
la adolescencia, tienen relaciones sexuales y usan el condón. No saben que sin
protección no sólo podrán contraer enfermedades, sino que tal vez concebirán un
hijo no deseado.
“Es
mejor cargar una mochila que una pañalera”, dice con certeza un promocional,
porque si conciben un bebé, la vida de los tres —si además son obligados a
casarse— será un infierno y acabará mal. ¡Condenas
no, condones sí!
Bien
por la Secretaría de Salud, en particular la del Distrito Federal, por los
millones de condones que ha distribuido. Bien por la promoción de salud sexual,
por la educación sexual a todos los niveles y por el respeto a la vida sexual
de hombres y mujeres.
La
prohibición de la vida sexual es la razón por la que hay miles de sacerdotes
pederastas, y es también la razón por la que muchos miembros de esas 663
organizaciones sean frustrados sexuales o mujeres frígidas. ¡Condenas no, condones sí!
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