20 julio, 2012

Defender a la democracia, atacándola

José Rubinstein*

El crujido de una rama o un efusivo saludo con machete podrían causar que la resistencia civil pacífica emplazada por Andrés Manuel López Obrador se convierta en rebelión civil violenta.
El atropello electoral del cual nuevamente se dice objeto el candidato del Movimiento Progresista cunde en el ánimo de sus partidarios, alebresta a grupos inconformes con el régimen vigente e incita a jóvenes descontentos a conducirse airadamente en defensa del “despojado” candidato presidencial.

Cierto, López Obrador impugna dentro de los conductos legales, pero publicitando sospechas como hechos consumados. El TEPJF resolverá en aproximadamente 45 días, lamentablemente, palo dado ni Dios lo quita, para entonces el agua podría haberse ya desbordado.
Justamente en San Salvador Atenco, donde Enrique Peña es non grato, se verificó la primera Convención Nacional Contra la Imposición, con dos mil 600 delegados y representantes de 29 entidades. El acuerdo principal de dicha “Convención” consiste en impedir que Peña Nieto tome posesión como Presidente. “Que la intolerancia y la represión como forma de gobierno no se imponga al pueblo de México”.
El Plan de Lucha contra la Imposición pactado por los de Atenco, #YoSoy132, el SME —presuntos financiadores del evento—, la CNTE, Huesca, pobladores de Cherán y otras alianzas, coordinadoras, frentes y comités, estriba en realizar una marcha el 22 de julio; el 27 de julio tomar instalaciones de Televisa; el 8 de agosto convocar a un paro cívico nacional; el 11 de agosto marcha del SME; el 1 de septiembre realizar un cerco humano en torno a San Lázaro, para impedir la toma de protesta de los nuevos legisladores —¿también de los suyos?—; el 6 de septiembre la jornada de lucha con la toma simbólica de medios y la liberación de plumas en todas las casetas de carreteras del país; para el 15-16 del mes patrio tomarán todas las plazas centrales del país, al grito de “Viva México sin PRI” y, para culminar, el 2 de octubre mediante un paro nacional estudiantil con la participación de universidades públicas y privadas de todo el país.
En insustancial declaración, el líder nacional del PRD se deslindó de las acciones acordadas en Atenco, señalando “no ser apagafuegos para impedir que los jóvenes den otro cauce a su inconformidad, ellos son dueños de sus decisiones… el país está en una situación con demasiado material incendiable”. Coincido, son prende fuegos.
López Obrador, en el siguiente capítulo de la serie, acusa a Peña Nieto de haber pagado su campaña —¿toda?— con recursos procedentes del lavado de dinero vía empresas trianguladoras de fondos a favor de Monex. Interrogado sobre las pruebas al respecto, el abogado de AMLO ante el TEPJF declaró: “No, no hay ninguna prueba, pero queremos que se investigue”. O sea, soltar la de ocho columnas para que luego se investigue.
Hoy dentro del Plan de Defensa de la Democracia y la Dignidad de México, AMLO anticipó anunciar los pasos a seguir. Pregunto: ¿La democracia requiere ser defendida precisamente por quien se obstina en llevar cada elección en que participa a extrainnings? ¿Quienes no votaron a favor de AMLO, carecen de dignidad?
Al PRI le corresponde demostrar la procedencia y aplicación de sus recursos electorales. Los incólumes denunciantes, además de sujetarse a la misma exigencia habrían de aportar suficientes elementos comprobatorios, sin sacar tajada publicitaria de supuestas irregularidades.
Qué ironía defender a la democracia, atacándola.

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