11 julio, 2012

La izquierda mexicana se juega su futuro

Alberto Nájar


Elecciones  México. Cierre de campaña de de Andrés Manuel López Obrador.
La izquierda mexicana debate cómo utilizar los más de 15 millones de votos en su favor.
Tras la reciente elección presidencial en México, la coalición de partidos de izquierda llamada Movimiento Progresista se convirtió en la segunda fuerza política del país. Pero esa nueva condición empieza a causar problemas.
El movimiento impugnó el resultado de la elección que otorga el triunfo a Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a quien acusa de comprar votos y exceder el límite legal de gastos en su campaña.
Ahora en México muchos temen que el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, repita la protesta callejera de hace seis años cuando oficialmente perdió la contienda presidencial por un estrecho margen.
La forma como se realizaron las movilizaciones en las calles, recuerdan analistas, afectó seriamente al respaldo ciudadano al candidato y a las organizaciones que le acompañaron, como el Partido del Trabajo (PT), el de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia, hoy llamado Movimiento Ciudadano.
Algunos activistas creen que el capital político ganado en las urnas se perdió en esas protestas y su decisión posterior de no reconocer al gobierno de Felipe Calderón. Ahora la la izquierda se enfrenta a la disyuntiva de andar ese camino o aprovechar el caudal político que ganó en las recientes votaciones.
El antropólogo Roger Bartra, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), le dice a BBC Mundo que revivir el escenario de hace seis años tendría consecuencias más graves.
"El futuro de la izquierda será otra vez oscuro si repite las protestas. Creo que esta vez no lo va a hacer, me parece que algo aprendió de lo sucedido", explica.

Protestas y desplome

En 2006, la diferencia entre el actual presidente Felipe Calderón y López Obrador fue de 0,56%, unos 243.000 votos.
Los partidos de izquierda, que en ese entonces se agruparon en lo que llamaron Coalición por el Bien de Todos, iniciaron una serie de protestas en varias ciudades del país para exigir que se contaran de nuevo todos los votos en todas las casillas (urnas electorales).
Las protestas más visibles fueron el cierre de Paseo de la Reforma en la capital mexicana, y la decisión de miles de ciudadanos de declarar a López Obrador como presidente legítimo de México.
"El futuro de la izquierda será otra vez oscuro si repite las protestas. Creo que esta vez no lo va a hacer, me parece que algo aprendió de lo sucedido"
Roger Bartra, UNAM
Pero no fue todo. Después que el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) determinó que Calderón era el presidente electo, diputados de la Coalición trataron de impedir que rindiera protesta en el Congreso.
Luego, cuando el nuevo gobierno entró en funciones, la izquierda decidió no reconocerlo y durante dos años cerraron las negociaciones y el diálogo con las autoridades.
Este "fue un error que le costó muy caro a López Obrador", recuerda Bartra, pues la imagen pública del excandidato virtualmente se desplomó.
Al inicio de la campaña presidencial de 2006, el 42% de los mexicanos dijo que votaría por López Obrador. Tres años después, según varias encuestas publicadas en ese entonces, el respaldo del candidato de izquierda cayó a 17%.
En esta caída no sólo influyeron las protestas postelectorales, sino también una campaña emprendida por la mayoría de los medios de comunicación mexicanos contra el excandidato, que le cerraron sus espacios informativos durante cuatro años, según han denunciado analistas y representantes de partidos de oposición.

Los riesgos hoy

Propaganda de Enrique Peña Nieto
La oposición acusa al PRI de gastar más dinero del permitido en su campaña electoral.
Lo más grave de la experiencia electoral de 2006 fue cancelar el diálogo con el gobierno y otras fuerzas políticas, insiste a BBC Mundo Rosa Albina Garavito, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
"Toda la fuerza de la izquierda se margina, se llega a absurdos como no participar o penalizar moralmente la discusión en el Congreso con el partido triunfador", recuerda.
"En resumidas cuentas quien resulta ganador de la situación es el PRI, que estaba en tercer lugar y se coloca como segunda fuerza".
Es el riesgo que enfrenta ahora la izquierda mexicana, insisten los analistas: si repite la experiencia de 2006 podría ser desplazada por el Partido Acción Nacional (PAN), la tercera fuerza política del país que reconoció el resultado de la elección presidencial de este año.
De hecho, el exsecretario de Hacienda y futuro senador Ernesto Cordero ha dicho que el PAN será "una oposición responsable" dispuesta a apoyar en el Congreso las reformas legales donde coincide con el PRI.
Pero más allá del actual conflicto post electoral, dice Bartra, la izquierda mexicana enfrenta dos caminos: seguir la ruta hacia un movimiento social como hizo en los últimos cincos años, o aprovechar el caudal político que representan 15.896.999 votos para impulsar su agenda social y política.
Se trata, añade Garavito, de asumir o no el papel que el respaldo electoral a la izquierda tuvo en las votaciones presidenciales.
"Es una reflexión sobre la importancia de no derrochar una fuerza política que ya tenemos", insiste. "Debemos hacer valer esos votos en términos políticos, incidir en la agenda legislativa de este país".

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