11 julio, 2012

La moneda de cambio del PAN: reelección y segunda vuelta


La moneda de cambio del PAN: reelección y segunda vuelta

Leo Zuckermann

  ¿Quiere Peña reformas? Pues va a tener que negociar y dar algo a cambio. Así es la política en una democracia, sobre todo cuando el partido gobernante no tiene los votos para cambiar la ley, mucho menos la Constitución. En los gobiernos divididos el quid pro quo es la manera de sacar adelante la agenda legislativa del Ejecutivo.
 
Ahora serán los panistas los que tendrán la llave del cambio frente a los priistas (la izquierda también podría tenerla pero está enredada en lo que quiere hacer con los 16 millones de votos que obtuvo en las urnas, si volverlos a dilapidar en un largo conflicto poselectoral como en 2006, o ponerlos en una mesa de negociación política con Peña para ver qué ofrece a cambio).


¿Qué podrían pedir los panistas a cambio de apoyar reformas económicas, como la apertura de los negocios petroleros al capital privado, en las cuales coinciden con el próximo gobierno de Peña? La lista puede ser muy amplia pero creo estará concentrada en reformas políticas. Destacan dos: la reelección inmediata consecutiva de legisladores y la segunda vuelta en la elección presidencial.


Peña está en contra de ambos cambios. Así lo ha dicho. Sin embargo, si quiere sacar sus reformas, tendrá que estar dispuesto a dárselas al PAN. Los panistas, lo sabemos, sí las quieren. Así lo expresó el presidente Calderón, quien hasta el primero de diciembre seguirá siendo el líder natural del PAN, en entrevista con Pascal Beltrán del Río de Excélsior:


“En términos de la estructura de fondo del régimen político mexicano, yo insisto en el tema de la reelección. Es decir, tenemos que encontrar la manera de exigirle cuentas a los gobernantes. Y una manera de hacerlo, es ésa”.


Pero Calderón le dio más importancia a la segunda vuelta electoral presidencial:


"Siempre he estado convencido de ella y ahora más. Ahora más, porque en México, entre otras cosas, hay tres opciones, y mientras no haya segunda vuelta electoral, probablemente haya dos opciones insatisfechas. Y estamos hablando de millones de electores. A mí me parece muy importante que la primera vuelta electoral sea para ejercer una preferencia clara y nítida del elector. Y la segunda vuelta debe ser para definir, entre los dos mejores postulados, quién gobierne. Y eso genera mayorías de apoyo a quien gobierna y, también, atempera, por supuesto, los rechazos.


"Lo que es absurdo, ahora, es tener un solo tiro, digamos, en la boleta del elector y que haya estos absurdos que hacen que, por ejemplo, se haya hecho un esfuerzo, a mi parecer reprobable, muy mal intencionado y carente de escrúpulo y de lealtad, para echar a Josefina fuera de la elección, a más de un mes de que ésta se realizara, en la idea o el ardid de que no ganara uno de los contendientes. Eso me parece una deslealtad pero, también, una falla del régimen político.


"Si hubiera segunda vuelta, las llamadas estrategias de voto útil se consolidarían solas en la segunda vuelta y la primera permitiría, verdaderamente, expresar cuál es el espacio de los candidatos".


Tiene razón el Presidente. Sólo le faltó agregar que,  gracias a esta regla, él está hoy en Los Pinos.


Porque en 2006 ocurrió lo mismo pero el perjudicado fue Roberto Madrazo del PRI: el voto útil, en una sola vuelta, le favoreció a Calderón en su competencia contra López Obrador. Sin embargo, lo relevante, como dice el Presidente, es que, en el sistema actual, dos de las tres fuerzas políticas, que suman más votos que el ganador, quedan insatisfechas con el resultado casi por definición.


Tan es así que el propio Calderón a veces anda coqueteando con el discurso de López Obrador de desconocer la legitimidad de Peña como el próximo presidente, tal como comentamos ayer en este espacio.

Más que andar dándole alas a AMLO, los panistas deberían aprovechar esta coyuntura para presionar a Peña de sacar reformas como la segunda vuelta, una práctica común y corriente en los sistemas presidenciales latinoamericanos que ha funcionado muy bien.


El PRI le tiene un miedo pavoroso a ésta porque piensa que el voto anti-priista podría aglutinarse en la segunda vuelta. Pero, si Peña quiere sacar su ambiciosa agenda de cambio, tiene que estar dispuesto a negociar este tipo de reformas que potencialmente podrían afectar a su partido.


De lo contrario, pues no podrá cumplir con sus compromisos y en 2018 su partido de todas formas saldrá de Los Pinos con la cola entre las patas.


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