por Godofredo Rivera
Pollo y huevo: el proteccionismo y su lado oscuro
Hace unos meses
el limón llegó a rebasar 60 pesos el kilo y nadie se rasgó las vestiduras.
Pocas semanas después, superada la inclemencia climática, el sistema de precios
funcionando correctamente llevó a aumentar la producción de limón, y por
ende a desplomarse el precio por debajo de los 8 pesos el kilo, como suele ser
su nivel natural.
Ahora todo es
un escándalo con productos como el huevo y el pollo, que resultado de una
epidemia, han visto incrementar su precio de manera espectacular. Ya hay quien
exige control de precios. Por lo pronto la autoridad “amenaza” con abrir el
mercado a las importaciones para que los precios desciendan nuevamente. Vaya,
ahora resulta que la libertad de consumir libremente pollo y huevo es facultad
exclusiva del gobierno.
A ver, de
entrada el gobierno con o sin epidemia debería dejar de intervenir con
proteccionismo estos mercados y dejar que seamos los consumidores los que
decidamos qué, cómo, cuanto y la marca a consumir de huevo y pollo.
Desde hace años, los productores de estos productos son protegidos de la
competencia con aranceles y cuotas a las importaciones. El gobierno,
nuevamente, “protege intereses nacionales”, lo que no es otra cosa que beneficiar
a un grupito de productores privilegiados a costa de millones de mexicanos.
Lamentablemente, la democracia mexicana sólo sirve al interés de unos cuantos
grupos de interés privilegiados, y asuntos como una epidemia, sacan a relucir
toda la cloaca proteccionista que reina en el mercado de alimentos.
Y peor aún
la decisión de distintos estados de la república de cerrar sus fronteras
para que no llegue huevo y pollo de otros lados de la ¡mismísima República
Mexicana! En una de esas reviven la alcabala y demás aranceles entre los
estados miembros.
A los que piden
a gritos control de precios y proteccionismo de mercados les recuerdo lo
siguiente:
Politizar los
precios significa enviar señales erróneas a los consumidores, señales erróneas
a los productores, significa nuevas e ineficientes asignaciones de recursos,
significa una vil mentira de que el gobierno desde un escritorio sabe cuál es
el “precio justo”, el precio “exacto”. Los precios los formamos millones
de consumidores y oferentes vía el intercambio libre y voluntario, no un
burócrata desde un escritorio.
Politizar,
manipular precios es propio de las dictaduras socialistas, esas de
planificación central que férreamente controlan los precios, deciden quién
consume y quién no, quién produce y quién no. El resultado lo señala la
historia, la planificación central que impide la flexibilización en los precios
trae como consecuencias la de una profunda escasez, y a veces
hasta espantosas hambrunas.
Nada peor que
el gobierno fije arbitrariamente precios por arriba ó por debajo del mercado.
Fijar precios a gusto del burócrata de escritorio en turno sólo genera escasez
(cuando es precio máximo) y mercado negro ó sobre oferta (precio mínimo) que
provoca desperdicio. Ya los mexicanos vivimos esa época, Quien olvida en los
años ochentas del siglo pasado, lo escaso que era encontrar productos como
azúcar, leche, pasta de dientes ó huevo. Claro, todos sujetos a control de
precios. Arbitrariamente se obligaba a comerciantes a ofrecer a un precio por
debajo del de mercado. Resultado, escasez espantosa.
Respecto de la
estructura de mercado, probadísimo, lo peor que le puede pasar a los
consumidores es no tener libertad de elegir y sujetarse a un único proveedor (ó
pocos oferentes), sea del gobierno ó del sector privado. Los mexicanos hemos
sido víctimas de monopolios y oligopolios sea en el sector energético, de
telecomunicaciones, de educación, o de alimentos (lo que incluye a pollo y
huevos) y bebidas. Resultado, precios más altos pagados comparados con mercados
más abiertos y competitivos.
La actual
escasez debería de una vez por todas llevar al gobierno a liberalizar
unilateralmente todo el proteccionismo comercial que sólo beneficia a los
intereses de unos cuantos. Ello sería una gran decisión de la actual
administración, en el poco tiempo que le queda. ¿O nuevamente se impondrán los
intereses mercantilistas de unos cuantos? Ya veremos.
En el margen
Hasta Hugo
Chávez reconoció la victoria contundente de Enrique Peña Nieto en las pasadas
elecciones. No es posible (bueno, con este señor todo es posible) que López
Obrador se la pase insultando a todo mundo y reclamando falsamente que le
robaron la elección. Este señor no reconocerá derrota alguna, pues ya lo hemos
señalado antes, es el “Mesías tropical”. Y ojalá el PAN denuncie
toda inequidad o exceso (si es cierto lo de las tarjetitas de Soriana), pero de
eso a decir que sólo por compra del voto triunfó el PRI hay toda una distancia.
El PRI gana porque el elector castigó al PAN. Ojalá los panistas aprendan de
esta derrota y no se la pasen en revanchismos políticos en el próximo sexenio.
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