Seguidores de AMLO ven un fraude monumental
Leo
Zuckermann
Vea, por ejemplo, las prácticas ilegales que dicen ocurrieron el día de la elección: “Tacos de votos (introducción de varios votos por un mismo votante) realizado con boletas impresas en los Talleres Gráficos de la Nación (2.5 millones) después de que se había terminado oficialmente la impresión y con boletas impresas en Texas (otros tres millones) […] carruseles (gente que vota varias veces en diferentes casillas); casillas zapato (con la modalidad de que se pusieron unos cuantos votos a otros candidatos para que no se identifiquen); acarreo de votantes; coacción de votantes afuera de las casillas; robo de urnas, quema de boletas electorales o tiradas a la basura; amedrentamiento y violencia contra funcionarios y representantes de casillas, incluyendo secuestros y hasta asesinatos, así como agresiones físicas contra observadores electorales ciudadanos”.
Es como si México no hubiera cambiado y estuviéramos en los años cincuenta del siglo pasado cuando efectivamente ocurrían este tipo de prácticas. Yo, en cambio, veo un país muy diferente en lo electoral. Con las instituciones que hemos construido, este tipo de fraudes, “a la antigüita”, son imposibles de realizar. Quizás ocurran en alguna que otra casilla, pero no de manera generalizada en todo el territorio nacional.
Ni hablar ya de la delirante acusación de la impresión de más de cinco millones de boletas extra, en México y Texas, para meterlas a las urnas sin que nadie se dé cuenta. Parecería que Sheinbaum e Ímaz recuperaron un viejo artículo suyo que escribieron después de la elección presidencial de 1988 y le dieron un “copiar” y “pegar” en su artículo de 2012.
Sheinbaum e Ímaz también recurren al viejo argumento del “fraude cibernético” que utilizó el lopezobradorismo hace seis años. Denuncian el “comportamiento ‘espejo’ de la gráfica de la captura de los resultados en el PREP que indica que no es el resultado aleatorio de la captura de las actas, sino que hay un factor numérico que pondera y ajusta la captura de los datos”.
Terrible acusación para colegas suyos que trabajan en la misma institución que ellos, la UNAM, porque resulta que expertos del CEDAT auditaron y certificaron que el PREP de 2012 estuviera “libre de todo algoritmo que pueda distorsionar los datos capturados”. ¿Acaso académicos de la UNAM se prestaron para el “fraude cibernético”? No lo creo.
La lista de presuntas irregularidades de Sheinbaum e Ímaz es enorme. Pero, al tirar así, con escopeta, la izquierda lopezobradorista pierde la oportunidad de denunciar problemas reales que sí tiene la democracia mexicana.
Ellos mencionan algunos: “Gastos multimillonarios por fuera de la ley electoral, rebasando los topes de campaña y con dinero de procedencia ilícita” y el intento de comprar el voto “con dinero en efectivo, vales de gasolina, despensas, materiales de construcción, electrodomésticos, tarjetas telefónicas prepagadas” y de tiendas de autoservicio.
Desde luego, como seguidores de AMLO, ellos sólo reconocen que esta última práctica la realiza el PRI. Yo en cambio pienso que, como revela el informe de Alianza Cívica, todos los partidos, en mayor o menor medida, tratan de comprar el voto ciudadano. De eso a que lo logren, es otro asunto.
La izquierda tendría un mayor impacto en mejorar nuestra democracia si hiciera sus tiros con rifle de precisión en lugar de con escopeta. Ya que le den vuelta a la página y reconozcan que, en el México de hoy, es imposible hacer fraudes “a la antigüita” o “cibernéticos”. Mejor concentren sus energías en probar y criticar prácticas que efectivamente ocurren, y son perniciosas para la democracia, como el gasto ilegal y desmedido en las elecciones o el intento de compra del voto.
Un último punto: ayer le pedí una entrevista a Sheinbaum para hablar de su artículo. Aceptó, pero luego reculó. Al parecer no tenía las pruebas para sustentar la larga lista de prácticas fraudulentas que publicó.
Luego se quejan de que los medios no les abrimos los espacios.
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