12 julio, 2012

UNA SOCIEDAD LIBRE DEBE TENER:

Gobierno Limitado

Para que los individuos puedan beneficiarse de vivir en comunidad, esos individuos requieren una sociedad que respete los derechos individuales. La única finalidad del gobierno es proteger estos derechos. Un gobierno posee el monopolio legal sobre el uso de la fuerza, la cual debe usar sólo en represalia contra aquellos que inician la fuerza. El gobierno protege los derechos individuales al poner el uso de la fuerza en represalia bajo un control objetivo. Para llevar a cabo esta misión, el gobierno de un país libre realiza tres funciones básicas: la policía, el ejército y el sistema judicial; ese gobierno no regula a sus ciudadanos, ni les proporciona un “colchón de seguridad” social, ni trata de influenciar su conducta de ninguna forma.

Preguntas y Respuestas con Ayn Rand
¿Qué es el gobierno y cuál es su objetivo apropiado?
Un gobierno es una institución que detenta el poder exclusivo de hacer cumplir ciertas normas de conducta social en una zona geográfica determinada.
El único objetivo apropiado de un gobierno es el de proteger los derechos del hombre, lo que significa: protegerlo de violencia física. Un gobierno apropiado es sólo un policía, actuando como un agente de autodefensa del hombre, y, como tal, puede recurrir a la fuerza solamente contra quienes inician el uso de la fuerza. Las únicas funciones adecuadas de un gobierno son: la policía, para protegerte de criminales; el ejército, para protegerte de invasores extranjeros; y los tribunales, para proteger tu propiedad y tus contratos de incumplimientos o fraudes de otros, y para dirimir disputas apelando a reglas racionales, de acuerdo con una ley objetiva. Pero un gobierno que inicia el uso de fuerza contra hombres que no han forzado a nadie, el uso de coacción armada contra víctimas desarmadas, es una espeluznante máquina infernal diseñada para aniquilar la moralidad; tal gobierno tergiversa su único propósito moral y transforma su papel de protector en el papel del más mortal enemigo del hombre, su papel de policía en el de un criminal investido con el derecho a ejercer la violencia contra víctimas despojadas del derecho a la autodefensa. Semejante gobierno sustituye por moralidad la siguiente regla de conducta social: puedes hacerle lo que quieras a tu prójimo, siempre que tu pandilla sea más grande que la suya.
¿Cuál es la diferencia entre la acción privada y la acción gubernamental?
La diferencia fundamental entre la acción privada y la acción gubernamental – una diferencia completamente ignorada y evadida hoy – reside en el hecho que un gobierno tiene el monopolio del uso legal de la fuerza física. Tiene que tener tal monopolio, ya que es el agente de disuasión que combate el uso de la fuerza; y por esa misma razón, sus acciones tienen que estar rígidamente definidas, delimitadas, y circunscritas; ningún atisbo de capricho o arbitrariedad debe permitirse en su actuación; debe ser un robot impersonal, con el estado de derecho como su único poder de motivación. Si una sociedad ha de ser libre, su gobierno ha de ser controlado.
Bajo un sistema social adecuado, un individuo particular es legalmente libre para tomar cualquier acción que quiera (siempre que no viole los derechos de terceros), mientras que un funcionario del gobierno está limitado por ley en cada uno de sus actos oficiales. Un particular puede hacerlo todo excepto lo que está legalmente prohibido; un funcionario del gobierno no puede hacer nada excepto lo que está legalmente permitido.
Esta es la forma de subordinar la “fuerza” al “derecho”. Este es el concepto norteamericano de “un gobierno de leyes y no de hombres”.
La diferencia entre el poder político y cualquier otro tipo de “poder” social, entre un gobierno y cualquier organización privada, es el hecho que un gobierno tiene el monopolio legal sobre el uso de la fuerza física. Esta distinción es tan importante y tan poco reconocida hoy que tengo que instaros a tenerla bien en cuenta. Voy a repetirlo: un gobierno tiene el monopolio legal sobre el uso de la fuerza física.
Ningún individuo o grupo privado tiene el poder legal para iniciar el uso de la fuerza física contra otros individuos o grupos y obligarlos a actuar contra su propia elección voluntaria. Sólo un gobierno tiene ese poder. La naturaleza de la acción del gobierno es: acción coercitiva. La naturaleza del poder político es: el poder de forzar la obediencia bajo la amenaza de daño físico – la amenaza de la expropiación de bienes, el encarcelamiento o la muerte.
¿Qué es el capitalismo?
El capitalismo es un sistema social basado en el reconocimiento de los derechos individuales, incluyendo los derechos de propiedad, en el que todos los bienes son de propiedad privada.
El reconocimiento de los derechos individuales implica la prohibición de la fuerza física en las relaciones humanas: básicamente, los derechos sólo pueden ser violados por medio de la fuerza. En una sociedad capitalista, ningún individuo o grupo puede iniciar el uso de la fuerza física contra otros. La única función del gobierno, en esa sociedad, es la tarea de proteger los derechos del hombre, es decir, la tarea de protegerlo de la fuerza física; el gobierno actúa como agente del derecho del hombre a su defensa propia, y puede usar la fuerza sólo en represalia y sólo contra aquellos que inician su uso; de esa forma, el gobierno es el medio de colocar el uso de la fuerza como represalia bajo un control objetivo.
Cuando digo “capitalismo”, me refiero a un capitalismo total, puro, no controlado, no regulado, un capitalismo laissez-faire – con total separación de Estado y economía, de la misma manera y por las mismas razones que existe la separación de Estado e iglesia.
El capitalismo puro, laissez-faire, es el único sistema social basado en la aceptación de los derechos individuales y, por tanto, el único sistema que prohibe la fuerza en las relaciones sociales.
En una sociedad capitalista, todas las relaciones humanas son voluntarias. Los hombres son libres de cooperar o no, para tratar unos con otros o no, según sus propios juicios individuales, convicciones e intereses de dictar. Ellos pueden tratar unos con otros sólo en términos de y por medio de la razón, es decir, por medio de la discusión, la persuasión y acuerdo contractual, por la opción voluntaria en beneficio mutuo. El derecho a estar de acuerdo con otros no es un problema en cualquier sociedad, es el derecho a disentir, que es crucial. Es la institución de la propiedad privada que protege y pone en práctica el derecho a disentir, y mantiene así el camino abierto a la cualidad más valiosa del hombre (valioso personal, social y objetivamente): la mente creativa.
¿Cuál es la justificación moral del capitalismo?
La justificación moral del capitalismo no radica en la reclamación altruista de que representa la mejor manera de alcanzar “el bien común”. Es cierto que el capitalismo hace eso – si esa frase hecha tuviera algún sentido – pero eso es solamente una consecuencia secundaria. La justificación moral del capitalismo radica en el hecho de que es el único sistema consonante con la naturaleza racional del hombre, que protege la supervivencia del hombre como hombre, y que su principio rector es: justicia.
Si el bien, la virtud y el ideal moral son el sufrimiento y el auto-sacrificio – entonces, según esa norma, el capitalismo tendría que ser condenado como malvado. El capitalismo no les dice a los hombres que tienen que sufrir, sino perseguir el disfrute y la realización, aquí, en la tierra – el capitalismo no les dice a los hombres que sufran y se sacrifiquen, sino que produzcan y se beneficien – el capitalismo no predica pasividad, humildad y resignación, sino independencia, confianza en sí mismo y responsabilidad individual –y, sobre todo, el capitalismo no permite que nadie espere o exija, que dé o tome lo inmerecido. En todas las relaciones humanas – públicas o privadas, espirituales o materiales, sociales o políticas o económicas o morales – el capitalismo requiere que los hombres se guíen por un principio que es la antítesis del altruismo: el principio de la justicia.
Observad las paradojas atribuidas al capitalismo. Se le ha llamado un sistema de egoísmo (que, en mi sentido del término, lo es) – y sin embargo es el único sistema que llevó a los hombres a unirse en gran escala en grandes países, y a cooperar pacíficamente a través de fronteras nacionales, mientras que todos los sistemas colectivistas, internacionalistas, los sistemas de “un mundo” están dividiendo al mundo en tribus balcanizadas.
El capitalismo ha sido llamado un sistema de codicia – y sin embargo es el sistema que ha elevado el nivel de vida de sus ciudadanos más pobres a alturas que ningún sistema colectivista ni siquiera ha imaginado con igualar, y que ninguna pandilla tribal ni siquiera puede concebir.
El capitalismo ha sido llamado nacionalista – pero es el único sistema que la desterrado la etnicidad, y el que hizo posible que, en los Estados Unidos, hombres de diferentes nacionalidades previamente antagonistas pudieran vivir juntos en paz.
El capitalismo ha sido llamado cruel – pero ha traído tal esperanza, progreso y buena voluntad en general que a los jóvenes de hoy, que no lo han visto, les resulta difícil de creer.
En cuanto a orgullo, dignidad, confianza en sí mismo, autoestima – estas son las características que marcan a un hombre como candidato al martirio en una sociedad tribal y bajo cualquier sistema social que no sea el capitalismo.
¿Qué es una economía mixta y por qué es inherentemente destructiva?
Una economía mixta es una mezcla de libertad y controles – sin principios, normas, o teorías que definan ni la una ni los otros. Dado que la implementación de controles exige y conduce a controles adicionales, es una mezcla inestable y explosiva que, en última instancia, tiene que acabar derogando los controles o en el colapso de una dictadura. Una economía mixta no tiene principios que definan sus políticas, sus objetivos, sus leyes – ni principios que limiten el poder de su gobierno. El único principio de una economía mixta – que, forzosamente, ha de permanecer sin nombrar y sin reconocer – es que ningún interés de nadie está seguro, que los intereses de cada individuo están expuestos en subasta pública, y todo vale para cualquiera que pueda salirse con la suya. Tal sistema – o, más exactamente, anti-sistema – divide a un país en un número cada vez mayor de grupo enemigos, grupos económicos luchando entre sí por su auto-preservación, en una mezcla indeterminada de defensa y ataque, como la naturaleza de esa ley de la selva exige. Mientras que, políticamente, una economía mixta mantiene la fachada de una sociedad organizada con una apariencia de ley y orden, económicamente es lo equivalente al caos que rigió a China durante siglos: un caos de pandillas de ladrones saqueando – y drenando – los elementos productivos del país.
Una “economía mixta” es una sociedad en proceso de cometer suicidio.
Si una nación no puede sobrevivir mitad esclava y mitad libre, considera en qué condición está una nación en la que cada grupo social se convierte a la vez en el esclavo y en el esclavizador de cada uno de los otros grupos. Pregúntate cuánto tiempo esa condición puede durar y cuál es su resultado inevitable.
Cuando son introducidos controles gubernamentales en una economía libre, ellos crean distorsiones económicas, dificultades y problemas que, si los controles no son derogados, requieren aún más controles, los cuales requieren aún más controles, etc. De esa forma se establece una reacción en cadena: los grupos que han sido perjudicados buscan resarcimiento imponiéndoles controles a los grupos beneficiados, los cuales se desquitan de la misma manera, en una escala cada vez mayor.
Si el parasitismo, el favoritismo, la corrupción y la avaricia por lo inmerecido no existiesen, una economía mixta crearía su existencia.
Dado que no hay justificación racional para el sacrificio de unos hombres a otros, no hay ningún criterio objetivo por el que tal sacrificio pueda ser guiado en la práctica. Toda la legislación de “interés público” (y cualquier distribución de dinero arrancado por la fuerza a algunos hombres para el beneficio inmerecido de otros) se reduce en última instancia, a concederles un poder indefinido, indefinible, no objetivo y arbitrario a algunos funcionarios del gobierno.
El peor aspecto de esto no es que ese poder pueda ser usado deshonestamente, sino que no puede ser usado honestamente.

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