José Cárdenas
Hay una enorme masa social descontenta por fenómenos como pobreza, carestía, falta de oportunidades, violencia, descontento juvenil, mala educación, cacicazgos sindicales, etcétera, cuya manifestación generalizada ocurrirá cuando el Tribunal le imponga una nueva injusticia: validar unas elecciones compradas.
… Y esos mexicanos están muy organizados para protestar.
En su reciente artículo El Pueblo soy Yo (publicado en Letras Libres) sobre la personalidad de Andrés Manuel, Enrique Krauze refiere lo dicho por el candidato de las izquierdas a Arturo Núñez, gobernador electo de Tabasco: “Este país no avanza con procesos electorales, avanza con movimientos sociales”.
Es la conocida teoría de la agitación prolongada. La inestabilidad como orden… siempre en manos de quien controla el movimiento.
Frente a esto, el sistema electoral, la fórmula democrática y ordenada de relevo del poder, se desquicia cuando alguien desea alterarla utilizando —paradójicamente— mecanismos institucionales, como la impugnación… pero cuando tal impugnación es en sí misma la prueba ante la cual todos los demás actores políticos deben someterse, no sólo se incurre en la violación de la legalidad… también se abre la puerta a la violencia social.
La intransigencia del Movimiento Progresista no ha juzgado una elección, ha juzgado y condenado al “sistema” entero. Culpables de su adversidad son —por ahora— el PRI, Carlos Salinas, la oligarquía, los medios de comunicación, Televisa, el clero, el IFE, el Tribunal Electoral, las tiendas Soriana, el banco Monex, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores… y en el más reciente desatino, el Banco de México, cuyo gobernador será demandado judicialmente.
Pero el delirio, cuyas expresiones han llegado hasta la comicidad involuntaria con la exhibición de animales de granja como evidencias del crimen democrático, también se extiende hasta el Presidente de la República, cuya intervención ha sido exigida so pena de declararlo traidor a la patria.
El fallo del Tribunal Electoral será en sentido contrario a la impugnación. Andrés Manuel y su Movimiento Progresista no lograrán la invalidez del proceso. La otra certeza es el clima de agitación casi incontenible de aquí a diciembre… y aun después.
Con el disfraz de un movimiento pacífico podrán ocurrir bloqueos carreteros, tomas de casetas de peaje, cierre de vialidades y amagos de clausura del aeropuerto —como ya sucedió en Oaxaca—.
La industria de la protesta debe mantenerse viva y vigente… pero también ha de cuidar sus fuentes de financiamiento: el Gobierno del DF y pronto los de Morelos (¿?) y Tabasco, así como la rasurada mayor a las dietas de senadores y diputados federales y locales.
Paradójicamente, los triunfos electorales de la izquierda, y no sus protestas por la derrota, la mantendrán viva otros seis años.
Trascurrido ese lapso, a jalones y tropezones, con Peña Nieto firme en la “silla del águila”, así se tenga que rodear de tanques y bayonetas, vendrá la sexta campaña presidencial de la izquierda. Sea quien sea su candidato, la va a perder otra vez.
El PRI se encargará de eso.
MONJE LOCO: A falta de huevos, la Profeco no puede decirnos qué comer, como intentó el fallido secretario de Economía… pero sí nos ofrece menús baratos a partir de hoy. PUNTO Y APARTE: Por la muerte del empresario Roberto González Barrera, Grupo Financiero Banorte queda en manos de Guillermo Ortiz Martínez, Grupo Maseca al mando de Roberto González Alcalá, hijo menor del Rey de la Tortilla.
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