27 agosto, 2012

¿Qué pasó con la Policía Federal?

¿Qué pasó con la Policía Federal?

No puede menospreciarse lo logrado este sexenio en esa corporación policiaca. Pero ahora tengo dudas sobre este proyecto...

Leo Zuckermann
Siempre consideré que uno de los mejores legados de Felipe Calderón sería la construcción de una Policía Federal seria, profesional, capacitada, honesta y respetuosa de los derechos humanos. Dicha tarea se la encargó el Presidente a Genaro García Luna, un ingeniero con buenas credenciales profesionales en la creación de la Agencia Federal de Investigaciones durante el sexenio pasado.

Desde el primer día del sexenio, García Luna se puso a trabajar en la transformación de la Policía Federal Preventiva en una Policía Federal digna de un país del Primer Mundo. Gracias al apoyo del Presidente, de un presupuesto multimillonario y de la ayuda del gobierno estadunidense, depuró el cuerpo policiaco, reclutó a nuevos elementos, multiplicó su número, los capacitó y dignificó su trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, la Policía Federal mexicana tenía, por ejemplo, un uniforme digno que inspiraba respeto.
No sólo eso: también las herramientas necesarias para realizar una labor policiaca eficaz. Se construyeron instalaciones de primera categoría como la escuela de capacitación en San Luis Potosí, el centro de mando en Iztapalapa y el centro de inteligencia en avenida Constituyentes. Todo esto acompañado de recursos materiales dignos de las mejores policías del mundo, incluidos helicópteros Black Hawk de última generación.
No puede menospreciarse lo logrado este sexenio en la Policía Federal mexicana. Pero ahora tengo dudas sobre este proyecto que, como dije, tenía todo para convertirse en uno de los mejores legados de Calderón. Parecería que ciertos elementos de la Policía Federal han sido infiltrados por el crimen organizado o que ciertas prácticas autoritarias se han apoderado de la corporación. Tres acontecimientos así lo revelan.
Primero está lo ocurrido hace unos meses en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. En el food court de la Terminal Dos, una de las secciones más concurridas del puerto aéreo, se agarraron a balazos elementos de la Policía Federal. Todo indica que uno de los grupos policiacos estaba involucrado en el tráfico de drogas proveniente de Sudamérica y proveía protección. El resultado fue un tiroteo que causó pánico y tres policías muertos.
El segundo caso tiene que ver con Jorge Ferreira, joven que en 2010 fue secuestrado por la Policía Federal para torturarlo. Sin orden de aprehensión entraron a su domicilio, lo detuvieron ilegalmente y durante varios días lo golpearon, ahogaron y aplicaron toques eléctricos para que confesara un crimen que no había cometido. Luego, en lugar de soltarlo o ponerlo a disposición de un Ministerio Público, se lo dieron a la Policía Ministerial del Estado de México para seguir torturándolo. Se trata de un abuso de poder de la Policía Federal que prometió ser diferente en el respeto a los derechos humanos. A Ferreira no sólo lo atormentaron como en las peores épocas del autoritarismo sino que le pisotearon su derecho a un debido proceso, amén de haberle robado sus pertenencias más valiosas cuando entraron ilegalmente a su domicilio.
El tercer caso ocurrió la semana pasada cuando una camioneta de la embajada de Estados Unidos fue emboscada y atacada por elementos de la Policía Federal en la carretera México-Cuernavaca. Si no hubo muertos fue porque el automóvil estaba blindado. En la camioneta, además de viajar personal estadunidense, iba un marino mexicano. Interesantes son las declaraciones de elementos de la Marina Armada de nuestro país que llegaron al lugar de los hechos:
“Desde dos kilómetros arriba los comenzó a seguir un vehículo y comenzó a dispararles, luego se sumaron más vehículos y patrullas de la Policía Federal, hasta que aquí en el kilómetro 50 se les cerró otro automóvil, por eso se detienen, y también comenzó a dispararles. Antes de que llegáramos, policías federales arriban por el otro lado y les disparan […] Ellos son los indicados para identificar esas placas, ¿por qué atacaron ese vehículo blindado con placas diplomáticas, por qué? […]  Ellos nunca luchan contra el narcotráfico, es raro, fue un abatimiento total, o sea, querían aniquilarlos, y cuando llegamos nosotros aquí estaban esas tres patrullas, nos vieron y huyeron esas tres patrullas […] Fue una agresión de los federales, no sabemos entonces para quién trabajan, no pudieron haberlos confundido”.
Se trata de declaraciones duras que demuestran, una vez más, que ciertos elementos de la Policía Federal podrían haber desviado el camino para trabajar para la delincuencia organizada. Todo lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿qué pasó con la Policía Federal que era uno de los mejores legados del sexenio del presidente Calderón? Valdría la pena que, ahora que estamos próximos al último Informe presidencial, nos lo explicara el gobierno.

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