Jorge Ramos
Queridos demócratas: Sé perfectamente que la mayoría de los latinos
votará por ustedes en las próximas elecciones presidenciales. Y ese es,
precisamente, el problema. Como saben que van a ganar con facilidad el
voto hispano, ya no hacen un esfuerzo por ganarlo.
Nuestra historia es como la de esas viejas parejas que se han acostumbrado a estar juntos pero que han perdido el interés y el entusiasmo. Llevamos –hispanos y demócratas– tantas décadas casados que, a veces, hasta se nos olvida por qué estamos juntos.
Las encuestas, todas, dicen que por cada tres latinos que votarán por ustedes solo uno lo hará por los republicanos. Un día, sin embargo, elamor
latino podría acabarse y les van a dar un susto, como el de George W.
Bush en el 2004, cuando obtuvo el 44 por ciento del voto hispano.
En este 2012 estaban dadas todas las condiciones para otro gran susto. Pero, la verdad, este año se salvaron. Los republicanos hicieron todo lo posible para perder. Su candidatoMitt Romney
se opone a todo lo que quiere la mayoría de los latinos: una reforma
migratoria, el Dream Act y un trato justo a todos los inmigrantes, con
papeles o sin ellos. Y han sido las posiciones antiinmigrantes de los
republicanos en Arizona, Alabama, Georgia y en varios estados más las
que han asustado (y con razón) al electorado hispano.
Los republicanos desaprovecharon una oportunidad histórica para arrancarles a ustedes el voto latino. Su candidato, el presidente Barack Obama, rompió una importantísima promesa electoral. El nos dijo a los hispanos en el 2008 que durante su primer año de gobierno presentaría una propuesta migratoria para legalizar a millones de indocumentados. Y no cumplió. Rompió su promesa.
Eso no es todo. El presidente Obama ha deportado a más inmigrantes –más de 1.2 millones– que cualquier otro mandatario en la historia de Estados Unidos. A pesar de que la política oficial es deportar principalmente a delincuentes, cientos de miles de estos deportados no son terroristas ni criminales. Es decir, el presidente es responsable por la separación de miles de familias hispanas, muchas de ellas con hijos norteamericanos.
Tuvieron mucha suerte. Los republicanos, en lugar de aprovechar estas dos grandes fallas de Obama con los hispanos y proponer un cambio migratorio que incluyera a 11 millones de indocumentados –como lo hizo Reagan en 1986– se volvieron aún más extremistas y se ganaron el odio de muchos latinos. Error de ellos.
Ustedes los demócratas ya se acostumbraron al apoyo de los latinos. Como nos tienen tan seguros, jamás se les ocurrió cumplir la promesa de Obama y buscar una reforma migratoria cuando tenían el control de ambas cámaras del Congreso. Hillary Clinton, cuando era candidata, tenía razón: había que presentar una reforma migratoria durante los primeros 100 días de gobierno. No le hicieron caso a Hillary, nos quedamos sin reforma y sin esperanza.
Ya saben que el voto latino no es monolítico ni permanente. Recuerden como los demócratas perdieron el voto cubanoamericano luego de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961. La historia es complicada pero los cubanoamericanos esperaban el apoyo del joven presidente demócrata, John F. Kennedy, en esa controvertida operación militar y no lo obtuvieron. Los cubanos en el exilio no olvidan y todavía hoy prefieren votar por los republicanos.
Los republicanos no han sabido aprovechar su coincidencia de valores tradicionales (iglesia, familia,aborto )
con los hispanos. Pero, para ser franco, ustedes suelen salir en
defensa de los hispanos cuando se trata de enfrentar casos de
discriminación (como el de la ley SB-1070 en Arizona y las persecuciones
del sheriff Joe Arpaio), cuando hay que
pelear por los más pobres y para dar mayor acceso a los latinos al
sistema de salud y a las universidades.
Además, la valiente decisión del presidente Obama de detener las deportaciones y otorgar un permiso de trabajo a casi dos millones de dreamers o estudiantes indocumentados, demuestra su compromiso con uno de los temas que más preocupan a los latinos. Pero no es suficiente.
Digamos que el nuestro es un amor interesado. A cambio de nuestro voto queremos algo. No crean que los latinos siempre votarán por el Partido Demócrata. No basta que nos hablen en español en su convención en Carolina del Norte y que nos hagan promesas bonitas. Ese cuento ya lo oímos y no funciona.
Si de verdad nos quieren, primero óigannos, inclúyanos en sus planes y caminen junto a nosotros. Olvidar, en política, es lo más fácil. Y ese es su principal riesgo: que tarde o temprano la mayoría de los hispanos se olvide de los demócratas y salte al otro partido.
Nuestra historia es como la de esas viejas parejas que se han acostumbrado a estar juntos pero que han perdido el interés y el entusiasmo. Llevamos –hispanos y demócratas– tantas décadas casados que, a veces, hasta se nos olvida por qué estamos juntos.
Las encuestas, todas, dicen que por cada tres latinos que votarán por ustedes solo uno lo hará por los republicanos. Un día, sin embargo, el
En este 2012 estaban dadas todas las condiciones para otro gran susto. Pero, la verdad, este año se salvaron. Los republicanos hicieron todo lo posible para perder. Su candidato
Los republicanos desaprovecharon una oportunidad histórica para arrancarles a ustedes el voto latino. Su candidato, el presidente Barack Obama, rompió una importantísima promesa electoral. El nos dijo a los hispanos en el 2008 que durante su primer año de gobierno presentaría una propuesta migratoria para legalizar a millones de indocumentados. Y no cumplió. Rompió su promesa.
Eso no es todo. El presidente Obama ha deportado a más inmigrantes –más de 1.2 millones– que cualquier otro mandatario en la historia de Estados Unidos. A pesar de que la política oficial es deportar principalmente a delincuentes, cientos de miles de estos deportados no son terroristas ni criminales. Es decir, el presidente es responsable por la separación de miles de familias hispanas, muchas de ellas con hijos norteamericanos.
Tuvieron mucha suerte. Los republicanos, en lugar de aprovechar estas dos grandes fallas de Obama con los hispanos y proponer un cambio migratorio que incluyera a 11 millones de indocumentados –como lo hizo Reagan en 1986– se volvieron aún más extremistas y se ganaron el odio de muchos latinos. Error de ellos.
Ustedes los demócratas ya se acostumbraron al apoyo de los latinos. Como nos tienen tan seguros, jamás se les ocurrió cumplir la promesa de Obama y buscar una reforma migratoria cuando tenían el control de ambas cámaras del Congreso. Hillary Clinton, cuando era candidata, tenía razón: había que presentar una reforma migratoria durante los primeros 100 días de gobierno. No le hicieron caso a Hillary, nos quedamos sin reforma y sin esperanza.
Ya saben que el voto latino no es monolítico ni permanente. Recuerden como los demócratas perdieron el voto cubanoamericano luego de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961. La historia es complicada pero los cubanoamericanos esperaban el apoyo del joven presidente demócrata, John F. Kennedy, en esa controvertida operación militar y no lo obtuvieron. Los cubanos en el exilio no olvidan y todavía hoy prefieren votar por los republicanos.
Los republicanos no han sabido aprovechar su coincidencia de valores tradicionales (iglesia, familia,
Además, la valiente decisión del presidente Obama de detener las deportaciones y otorgar un permiso de trabajo a casi dos millones de dreamers o estudiantes indocumentados, demuestra su compromiso con uno de los temas que más preocupan a los latinos. Pero no es suficiente.
Digamos que el nuestro es un amor interesado. A cambio de nuestro voto queremos algo. No crean que los latinos siempre votarán por el Partido Demócrata. No basta que nos hablen en español en su convención en Carolina del Norte y que nos hagan promesas bonitas. Ese cuento ya lo oímos y no funciona.
Si de verdad nos quieren, primero óigannos, inclúyanos en sus planes y caminen junto a nosotros. Olvidar, en política, es lo más fácil. Y ese es su principal riesgo: que tarde o temprano la mayoría de los hispanos se olvide de los demócratas y salte al otro partido.
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