06 agosto, 2012

Destrucción masiva


Destrucción masiva

Han llegado a México, a sus instituciones, armas de destrucción masiva y están siendo usadas por miles de mexicanos. Porque naturalmente, ¿quién puede no estar de acuerdo con que no se roben la elección presidencial? ¿Quién no va a estar de acuerdo en que no se pueda comprar la presidencia? 
 
Antonio Navalón

La sospecha en México forma parte de nuestra vida. Siempre hemos tenido razones muy importantes para desconfiar de todo y de todos. Son demasiados ya los años en los que nos han tomado el pelo, nos han robado y nos han abusado.



Este año, debido al tema de las elecciones estamos batiendo un verdadero récord. No porque estos políticos de hoy sean peor que los del pasado sino porque ahora gracias al avance de la comunicación y del gran uso de las redes sociales, se puede mantener ardiendo la llama de la convicción o de la desconfianza.


Han llegado a México, a sus instituciones, armas de destrucción masiva y están siendo usadas por miles de mexicanos. Porque naturalmente, ¿quién puede no estar de acuerdo con que no se roben la elección presidencial? ¿Quién no va a estar de acuerdo en que no se pueda comprar la presidencia? ¿Quién no va a querer que no le insulten el hambre y la esperanza, el futuro y el bolsillo a través de comprar nuestro voto?


México tiene un grave problema de fe en sus instituciones que solamente es comparable a la brecha social suicida que sexenio tras sexenio consideramos que no sólo es normal que siga existiendo sino que se haga más y más grande. Los políticos piensan que la gente aguantará, pero todo comienza a apuntar que eso ya no será así.


Le reprocho a Andrés Manuel López Obrador que jugara con cartas marcadas. Desde el primer momento lo hizo todo de tal manera que, pasara lo que pasara, él resultara –si no era el candidato ganador- como el hombre que realmente había ganado pero a quien una vez más le habían robado la elección presidencial.


¿Se la han robado de verdad? Es decir, hace seis años hablar de una diferencia de 0.56 por ciento de votos de desventaja daba ciertamente la posibilidad de que hubiera sido un robo, pero ahora, 3.5 millones de votos es otra historia. Es una historia en la que ahora no se puede llegar al principio de los tiempos para analizar, de verdad, que era lo que faltaba.


Sobra hambre, sobre manipulación, sobra dinero y sobran malas practicas. El problema es que no estamos ninguno haciendo que el país sea más serio, más solvente y más estable.


López Obrador quiso envenenar esta elección y lo ha conseguido del todo. Siempre existió la posibilidad de que todo no fuera perfecto. Lo sospechábamos. Ahora, lo hemos comprobado.


Pero de eso a sembrar el odio contra una cadena de supermercados o la duda general sobre que las instituciones mexicanas nunca harán nada y que por lo tanto todo poder en México es bastardo, es una apuesta que nos somete a todos a pagar las consecuencias de vivir sin esperanza, sin legitimidad y sin fe.


Gran desafío tiene el presidente cuasi electo, Enrique Peña Nieto, y su equipo para lograr plantear y explicar de manera clara y no solamente con 140 caracteres, las mentiras, los abusos, pero sobre todo la masacre institucional en la que nos han metido a todos como país.


Pase lo que pase ya perdimos todos. O dígame usted, en nuestro país, hoy en día, ¿quién se puede fiar de qué y de quién?


Ahora, el camino es claro. Lo más importante no es sólo conseguir que Peña Nieto pueda entrar a protestar como Presidente de la República de manera normal y no necesite hacerlo por la puerta de atrás, y que como está sucediendo ya haya equipos secretos que trabajen en sedes alternativas por si acaso lo de San Lázaro no se puede dar.


Eso es sólo una parte, la menos importante. Lo verdaderamente imprescindible es lograr que la gente pueda tener una mínima sospecha, no del tipo de las que hoy tenemos, sino de que no todo fue sucio, falso, bastardo e ilegítimo en estas elecciones presidenciales.

No hay comentarios.: