Riad Farid Hijab, el primer ministro sirio ha desertado. Los medios
estatales y leales al presidente Bachar el Asad informaron esta mañana
que el político había sido destituido. Horas más tarde, sin embargo, el
portavoz de Hijab leía ante las cámaras de la cadena Al Yazira un
comunicado en el que el primer ministro aseguraba que había desertado y
que se pasaba a las filas de “la revolución”. Los rebeldes sirios
manifestaron además que tres de los rehenes iraníes que habían apresado
durante el fin de semana, cerca de Damasco, han muerto en un bombardeo
del Ejército sirio. Los grupos opositores acusan a algunos de los 48
rehenes de pertenecer a la Guardia Revolucionaria iraní, mientras que
Teherán sostiene que se trata de peregrinos chiíes. Un general del
opositor Ejército Libre Sirio (ELS) ha amenazado con ejecutar a los
iraníes si no cesan los bombardeos. La captura de los supuestos
peregrinos amenaza con trasladar el conflicto sirio más allá de sus
fronteras y desatar tensiones con Teherán, gran aliado de Damasco.
La deserción de Hijab, nuevo en el cargo y un hombre del aparato del gubernamental partido Baaz, se suma a la de varios embajadores y altos cargos militares que se han producido en los últimos meses. Esta es, no obstante, la de mayor rango político y sobre todo la de mayor contenido simbólico. Con su salida crece la sensación de que el barco se hunde y de que, incluso los que hasta hace poco fueron leales al presidente, deciden ahora abandonar la nave para evitar el ahogamiento. Las palabras triunfalistas del jefe del Consejo Nacional sirio, la principal organización opositora, tras conocer la noticia daban una idea del simbolismo que acarrea esta deserción. “Esto significa que el régimen se desmorona. Es el principio del fin”, ha contado Abdel Basset Sayda a la agencia France Presse. Algo parecido opinó el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, un actor en teoría más imparcial. “La deserción muestra hasta qué punto la erosión del régimen avanza”, señaló el ministro. Washington considera también que la huida de Hijab supone “una nueva indicación de que El Asad ha perdido el control de Siria”, según ha declarado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Hijab ha explicado que el miedo y la férrea vigilancia desanima a potenciales desertores que a día de hoy figuran como miembros de la guardia pretoriana presidencial. A falta de poder conocer el grado real de descomposición del entorno del presidente El Asad, lo cierto es que la deserción de Hijab ha supuesto una importante inyección de moral para los grupos opositores, derrotados militarmente en los últimos días en los barrios de Damasco. El presidente El Asad se ha apresurado a reemplazar al desertor, en un nuevo intento de ofrecer una imagen de normalidad en la vida política de un país que se resquebraja. El hasta ahora viceprimer ministro, Omar Ghalawanji, sucederá al político saliente.
“Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino y anuncio que me sumo a las filas de la libertad y de la dignidad de la revolución. Anuncio que a partir de hoy soy un soldado en esta revolución bendita”, ha indicado el portavoz de Hijab en el comunicado leído. Hijab abandonó su país de la mano de contrabandistas, como han hecho decenas de miles de sirios en los últimos meses. Cruzó la frontera que separa Siria con Jordania, donde se encuentra a salvo junto a su familia, según han confirmado las autoridades jordanas a varios medios de comunicación. El portavoz de Hijab ha indicado que en los próximos días, el ex primer ministró volará a Catar, país donde tiene previsto fijar su nueva residencia.
Anterior ministro de Agricultura, Hijab fue nombrado el pasado junio después de unas elecciones parlamentarias de escasa credibilidad y consideradas una farsa por los grupos opositores. Su portavoz ha explicado que el régimen de El Asad le dio dos opciones después de las elecciones de mayo. O aceptaba el cargo de primer ministro o le mataban. Hijab aceptó el nombramiento con una tercera opción en la cabeza: la deserción. Hijab es originario de la provincia de Deir al Zoor, fuertemente castigada por la represión que ejercen las fuerzas gubernamentales y que, según las cifras que aportan los opositores, se ha cobrado más de 20.000 vidas civiles.
La salida del primer ministro se produce en un momento en el que las fuerzas del régimen y los grupos rebeldes armados batallan en Alepo y en otras ciudades del país. Los grupos opositores, que cuentan con una significativa inferioridad militar, aspiran desde hace 17 meses a derribar al régimen de El Asad. Pese a estar mal armados y fuertemente divididos, los rebeldes han logrado, sin embargo, asestar importantes golpes militares al régimen. Horas antes de que trascendiera la noticia bomba del primer ministro, un nuevo ataque de los grupos rebeldes ha destruído otro gran símbolo del régimen de Bachar el Asad en la capital, Damasco. Un artefacto ha hecho explosión en el edificio de la televisión estatal, en una zona especialmente protegida, y ha provocado que parte del edificio saltara por los aires, aunque no ha causado víctimas mortales.
La deserción de Hijab, nuevo en el cargo y un hombre del aparato del gubernamental partido Baaz, se suma a la de varios embajadores y altos cargos militares que se han producido en los últimos meses. Esta es, no obstante, la de mayor rango político y sobre todo la de mayor contenido simbólico. Con su salida crece la sensación de que el barco se hunde y de que, incluso los que hasta hace poco fueron leales al presidente, deciden ahora abandonar la nave para evitar el ahogamiento. Las palabras triunfalistas del jefe del Consejo Nacional sirio, la principal organización opositora, tras conocer la noticia daban una idea del simbolismo que acarrea esta deserción. “Esto significa que el régimen se desmorona. Es el principio del fin”, ha contado Abdel Basset Sayda a la agencia France Presse. Algo parecido opinó el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, un actor en teoría más imparcial. “La deserción muestra hasta qué punto la erosión del régimen avanza”, señaló el ministro. Washington considera también que la huida de Hijab supone “una nueva indicación de que El Asad ha perdido el control de Siria”, según ha declarado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Hijab ha explicado que el miedo y la férrea vigilancia desanima a potenciales desertores que a día de hoy figuran como miembros de la guardia pretoriana presidencial. A falta de poder conocer el grado real de descomposición del entorno del presidente El Asad, lo cierto es que la deserción de Hijab ha supuesto una importante inyección de moral para los grupos opositores, derrotados militarmente en los últimos días en los barrios de Damasco. El presidente El Asad se ha apresurado a reemplazar al desertor, en un nuevo intento de ofrecer una imagen de normalidad en la vida política de un país que se resquebraja. El hasta ahora viceprimer ministro, Omar Ghalawanji, sucederá al político saliente.
“Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino y anuncio que me sumo a las filas de la libertad y de la dignidad de la revolución. Anuncio que a partir de hoy soy un soldado en esta revolución bendita”, ha indicado el portavoz de Hijab en el comunicado leído. Hijab abandonó su país de la mano de contrabandistas, como han hecho decenas de miles de sirios en los últimos meses. Cruzó la frontera que separa Siria con Jordania, donde se encuentra a salvo junto a su familia, según han confirmado las autoridades jordanas a varios medios de comunicación. El portavoz de Hijab ha indicado que en los próximos días, el ex primer ministró volará a Catar, país donde tiene previsto fijar su nueva residencia.
Anterior ministro de Agricultura, Hijab fue nombrado el pasado junio después de unas elecciones parlamentarias de escasa credibilidad y consideradas una farsa por los grupos opositores. Su portavoz ha explicado que el régimen de El Asad le dio dos opciones después de las elecciones de mayo. O aceptaba el cargo de primer ministro o le mataban. Hijab aceptó el nombramiento con una tercera opción en la cabeza: la deserción. Hijab es originario de la provincia de Deir al Zoor, fuertemente castigada por la represión que ejercen las fuerzas gubernamentales y que, según las cifras que aportan los opositores, se ha cobrado más de 20.000 vidas civiles.
La salida del primer ministro se produce en un momento en el que las fuerzas del régimen y los grupos rebeldes armados batallan en Alepo y en otras ciudades del país. Los grupos opositores, que cuentan con una significativa inferioridad militar, aspiran desde hace 17 meses a derribar al régimen de El Asad. Pese a estar mal armados y fuertemente divididos, los rebeldes han logrado, sin embargo, asestar importantes golpes militares al régimen. Horas antes de que trascendiera la noticia bomba del primer ministro, un nuevo ataque de los grupos rebeldes ha destruído otro gran símbolo del régimen de Bachar el Asad en la capital, Damasco. Un artefacto ha hecho explosión en el edificio de la televisión estatal, en una zona especialmente protegida, y ha provocado que parte del edificio saltara por los aires, aunque no ha causado víctimas mortales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario