El capital político
El electorado le concede a cada
presidente que accede al poder una especie de “periodo de gracia” para saber de
qué está hecho... Peña Nieto no será la excepción. El resultado del escrutinio
público al que serán sometidas cada una de sus acciones o de sus inacciones
desde el primer día de su mandato, habrá de ser la materia prima con que
construirá su imagen, su capital político que le reportará el margen de
maniobra necesario para gobernar o fracasar en el intento. Es aquí, en esta
precisa coyuntura, cuando Peña Nieto, al tomar posesión del cargo, habrá de
tomar decisiones audaces de gran rentabilidad política para demostrar quién
está al frente del país.
Francisco Martín
Moreno
Salinas
encarceló a la Quina; Zedillo a Raúl Salinas y Fox desperdició una oportunidad
histórica para ejecutar el verdadero cambio prometido. Los famosos “peces
gordos” siguieron nadando confortablemente sin resentir daño alguno, ante la
justificada decepción de la nación.
Calderón
se equivocó al tratar de aprovechar su “periodo de gracia” al mandar al
ejército a las calles para atacar a balazos al crimen organizado sin una estrategia previa que
demostrara la eficiencia de sus determinaciones.
Sin echar mano de estudios a fondo
de inteligencia nacional, no redujo el comercio de enervantes ni ganó
obviamente la batalla en contra de los más siniestros envenenadores de la
sociedad. Peña Nieto tiene en sus manos la dorada posibilidad de hacer crecer
su capital político a niveles insospechados si, por ejemplo, tan solo escuchara la dolorida voz de
los ciudadanos y acatara sus deseos.
Si la Patria es primero, es decir, antes que
el siniestro PRI, entonces, ¿por qué no comenzar con las figuras más detestables
de la política y encarcelarlas?
Los cargos penales son incuantificables,
como incuantificable sería la reconciliación de la nación con quien haga
finalmente justicia procesando al tal Moreira o a Yarrington o Fidel Herrera o
a la Gordillo o a otros presupuestívoros, enemigos públicos perfectamente
identificables. ¿Que se trata de los suyos? En efecto: el buen juez por su casa
empieza.
Querido y respetado lector que pasa
generosamente su vista por estas líneas atropelladas: ¿podría usted imaginarse
lo que sentiríamos los mexicanos si viéramos a un Peña, no como obstructor de
la justicia, sino como un feroz cancerbero del patrimonio público, firmemente
convencido de la imperiosa obligación de devolver al pueblo lo que es del
pueblo?
¿Qué tal un ocho columnas con un “Moreira
detenido en EU en su multimillonaria mansión”? ¿Y un pie de página con una
fotografía de la señora Gordillo, alias la “Maestra”, tras de las rejas,
arrestada por desfalcar a cientos de miles de maestros...? ¿Y Godoy, el ex
gobernador de Michoacán, entre otros políticos de diferente filiación política?
Si Peña Nieto desea disparar al infinito su
popularidad y sentarse cómodamente en el sillón tapizado con terciopelo verde y
el águila nacional bordado en hilo de oro a la derecha del respaldo, debe
limpiar la casa para demostrar por qué ganó la elecciones, pero como esta
columna se intitula “Cuentos Políticos”, creo que el lector al que emocioné con
fantasías políticas debe servirse un buen scotch porque es viernes y, como bien
dijera Germán Dehesa, mi hermano, hoy toca, pero además bebamos whisky...
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