03 agosto, 2012

El capital político


El capital político

El electorado le concede a cada presidente que accede al poder una especie de “periodo de gracia” para saber de qué está hecho... Peña Nieto no será la excepción. El resultado del escrutinio público al que serán sometidas cada una de sus acciones o de sus inacciones desde el primer día de su mandato, habrá de ser la materia prima con que construirá su imagen, su capital político que le reportará el margen de maniobra necesario para gobernar o fracasar en el intento. Es aquí, en esta precisa coyuntura, cuando Peña Nieto, al tomar posesión del cargo, habrá de tomar decisiones audaces de gran rentabilidad política para demostrar quién está al frente del país.


Francisco Martín Moreno

Salinas encarceló a la Quina; Zedillo a Raúl Salinas y Fox desperdició una oportunidad histórica para ejecutar el verdadero cambio prometido. Los famosos “peces gordos” siguieron nadando confortablemente sin resentir daño alguno, ante la justificada decepción de la nación.



Calderón se equivocó al tratar de aprovechar su “periodo de gracia” al mandar al ejército a las calles para atacar a balazos al crimen organizado sin una estrategia previa que demostrara la eficiencia de sus determinaciones.

Sin echar mano de estudios a fondo de inteligencia nacional, no redujo el comercio de enervantes ni ganó obviamente la batalla en contra de los más siniestros envenenadores de la sociedad. Peña Nieto tiene en sus manos la dorada posibilidad de hacer crecer su capital político a niveles insospechados si, por ejemplo, tan solo escuchara la dolorida voz de los ciudadanos y acatara sus deseos.


Si la Patria es primero, es decir, antes que el siniestro PRI, entonces, ¿por qué no comenzar con las figuras más detestables de la política y encarcelarlas?


Los cargos penales son incuantificables, como incuantificable sería la reconciliación de la nación con quien haga finalmente justicia procesando al tal Moreira o a Yarrington o Fidel Herrera o a la Gordillo o a otros presupuestívoros, enemigos públicos perfectamente identificables. ¿Que se trata de los suyos? En efecto: el buen juez por su casa empieza.


Querido y respetado lector que pasa generosamente su vista por estas líneas atropelladas: ¿podría usted imaginarse lo que sentiríamos los mexicanos si viéramos a un Peña, no como obstructor de la justicia, sino como un feroz cancerbero del patrimonio público, firmemente convencido de la imperiosa obligación de devolver al pueblo lo que es del pueblo?


¿Qué tal un ocho columnas con un “Moreira detenido en EU en su multimillonaria mansión”? ¿Y un pie de página con una fotografía de la señora Gordillo, alias la “Maestra”, tras de las rejas, arrestada por desfalcar a cientos de miles de maestros...? ¿Y Godoy, el ex gobernador de Michoacán, entre otros políticos de diferente filiación política?


Si Peña Nieto desea disparar al infinito su popularidad y sentarse cómodamente en el sillón tapizado con terciopelo verde y el águila nacional bordado en hilo de oro a la derecha del respaldo, debe limpiar la casa para demostrar por qué ganó la elecciones, pero como esta columna se intitula “Cuentos Políticos”, creo que el lector al que emocioné con fantasías políticas debe servirse un buen scotch porque es viernes y, como bien dijera Germán Dehesa, mi hermano, hoy toca, pero además bebamos whisky...

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