La guerra fría sudamericana
Hace dos meses, de Chile llegó
una noticia poco difundida en Bolivia: cuatro países latinoamericanos
unieron sus destinos económicos y decidieron lanzar la Alianza del
Pacífico Latinoamericano. En diciembre, las barreras aduaneras
entre Chile, Perú, Colombia y México quedarán suprimidas, sus
habitantes podrán circular libremente por el territorio de la Alianza,
al igual que servicios y capitales. Formalmente estará
funcionando el bloque comercial más abierto de América Latina. Está
prevista la incorporación de Costa Rica y Panamá al bloque, que con 215 millones de habitantes es responsable del 55% de las exportaciones latinoamericanas fuera de la región.
La formación del bloque fue un
timbrazo de alerta para Mercosur, sumergido en disputas internas y con
uno de sus socios temporalmente amputado. La respuesta del
bloque sudamericano no se ha hecho esperar. Hace unos días, en Brasilia,
Venezuela ingresó al bloque y ahora es nuevo socio pleno, consecuencia
de la suspensión de Paraguay, cuyo congreso se oponía al ingreso
venezolano. El rodar de los dados con la suspensión de Paraguay y
el ingreso de Venezuela continúa y es arriesgado anticipar los
movimientos que aún podrían ocurrir. El entusiasmo del gobierno
venezolano tiene contrapartida en el descontento de Paraguay, en cuya
mano, paradojalmente, ahora hay cartas capaces de revertir el juego:
Sus socios estarían en aprietos si quisiese debilitar sus vínculos con
ellos. Esa carta puede ser un valioso comodín.
Mercosur supera a la Alianza del
Pacífico en indicadores económicos. Su PIB total es de US$3,63
billones (doce ceros). El del bloque del Pacífico es de 2,73 billones. Pero
la Alianza es más abierta y su formación fue un adiós a la idea de que
se sumarían al bloque del sur, más celoso protector de su mercado. Los
cuatro del Pacífico prefirieron una corriente liberal.
De manera arbitraria, guardando
diferencias políticas y sólo considerando aspectos geográficos, podría
encontrarse un equivalente al dúo de bloques latinos en los que
existieron en el continente europeo durante la guerra fría (1945-1989):
Comecon, que lideraba la ex Unión Soviética e integrado por sus
satélites, y el Mercado Común Europeo, ahora UE, que ha absorbido a
gran parte de los ex rivales cuyos regímenes se diluyeron tras la caída
del Muro de Berlín.
La presencia de la Venezuela de Hugo
Chávez en el bloque sureño acentúa diferencias políticas entre los dos y
no atenúa tendencias proteccionistas. Que lo diga la industria textil
boliviana que creyó que el mercado venezolano podría sustituir al de
Estados Unidos, cuando murió el ATPDEA. Una condición de la
Alianza del Pacífico es que sus miembros tengan acuerdos de libre
comercio con los grandes espacios económicos del mundo. Ya lo
tienen con el NAFTA (Estados Unidos, México y Canadá). Hacia acuerdos
semejantes caminan Costa Rica y Panamá. Los miembros de Meercosur se
opusieron obstinadamente al ALCA, el Área de Libre Comercio que proponía
Estados Unidos. ¿Recuerdan al presidente Chávez, al lado de Maradona,
dando saltos y gritando mueras a la idea en la cumbre de Mar del Plata
hace dos lustros?
Hay apuestas abiertas. ¿Cuál de los dos
bloques crecerá más rápida y armónicamente? Y ¿a cuál podrá sumarse
Bolivia, que ahora está sola, junto a Ecuador, frente a los dos bloques
en América del Sur? No creo que puedan quedarse de brazos cruzados
mucho tiempo y ver de palco la gran disputa económica (con fuertes
matices políticos) en curso en el continente. En algún momento, más
temprano que tarde, Bolivia deberá dar un paso decisivo. En él irá gran parte de su destino. Más le valdrá inclinarse por la liga con mayores perspectivas de ganar.
El autor es periodista boliviano, se ha desempeñado activamente en su profesión durante más de cuatro décadas.
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