07 agosto, 2012

Los mejores

F E D E R I C O   R E Y E S   H E R O L E S 
Los mejores
Todos prometen lo mismo: de llegar al poder convocaré a los mejores, enfatizan, sólo a los mejores

Todos prometen lo mismo: de llegar al poder convocaré a los mejores, enfatizan, sólo a los mejores. La promesa recurrente es muy popular. El sentido común se impone. Alguien que va a ser intervenido quirúrgicamente pregunta mil veces antes de dejarse abrir. Pero, ¿quiénes son los mejores? Regresemos a la analogía quirúrgica. El mejor cirujano no necesariamente es el que tiene las mejores manos para mover el bisturí. La selección debe ponderar edad, carácter, experiencia, temple. Se trata de la convergencia de virtudes. Lo mismo vale para el capitán de un barco o de un avión. Por eso las sociedades establecen mecanismos que hacen del mérito la forma lógica de promoción. De ahí las horas de vuelo, los grados y los escalafones, etc.

En política debería ocurrir lo mismo. La res pública es un asunto muy delicado. El diseño de un impuesto puede tener consecuencias brutales en los niveles de injusticia de un país. Las políticas públicas pueden impactar a millones, ya sea en salud, demografía, energía, educación, la que se tome. En muchos países la formación de élites profesionales es una sana obsesión que busca garantizar a los gobernados la existencia de un diseño de largo plazo. La probabilidad de cometer errores es acotada con burocracias técnicas que están más allá de los vaivenes políticos. No es que sean apolíticos, eso no existe, es que son profesionistas antes que otra cosa. Por supuesto el concepto élite irrita a muchos, pues de inmediato asalta la idea de los nombres de abolengo. Hoy en día el asunto es más complejo.

Guillermo Soberón ha aportado a México muchas propuestas que en su momento no fueron entendidas. Ejemplos: la descentralización de la UNAM, la construcción del Centro Cultural Universitario, el fortalecimiento de la investigación, entre otras. Una de ellas –como siempre pensando en el largo plazo- fue comprender que a México le faltaban médicos sociales. Hasta hace muy poco el sistema de salud se apoyó en la visión de médicos de gran prestigio y renombre, sobre todo en los Institutos Nacionales que son un orgullo. Pero la complejidad de los sistemas de salud crece día con día. El consultorio puede ser sólo una etapa de la vida profesional. Fue Soberón quien impulsó a un grupo de jóvenes médicos conocidos como los "London boys" que salieron al exterior a formarse en esa visión. El reconocimiento internacional al aparato de salud se debe en parte a esa nueva visión.

El ITAM -fundado por don Raúl Bailléres- se ha convertido en un semillero de servidores públicos -sobre todo economistas- que llegaron a releer nuestros dilemas con mayor rigor profesional. A José Sarukhán se le debe no sólo haber introducido en México el concepto de biodiversidad sino, además, haber formado los profesionistas y creado las instituciones -tanto dentro de la UNAM, como fuera de ella (Conabio)- capaces de encarar la enorme responsabilidad que esa riqueza supone. Los países deben tener sitios como el Instituto Matías Romero de la SRE o el Instituto Nacional de Administración Pública que garanticen esos cuadros de élite. Pero de nada sirven esos profesionistas si los partidos y el titular del Ejecutivo, que es en quien recae por mucho el mayor número de designaciones, no toman al mérito como guía y prefieren el dogma o la cercanía personal.

Por desgracia, el síndrome de querer pintar todo de azul se acentuó durante la actual administración panista. El desplazamiento de los priistas era previsible, pero la misma historia del PAN como partido de oposición explica la carencia de cuadros con experiencia administrativa. En muchas áreas el costo de los relevos azules ha sido altísimo. México no puede darse el lujo de desperdiciar conocimientos y experiencia. Durante las gestiones de Salinas y Zedillo llegaron al poder muchos profesionistas sólidos que después fueron desplazados por la era azul. Quiero pensar que en 2012 las cosas pueden ser distintas. Cuando Peña Nieto dice que llamará a los mejores debería tomar en cuenta –para no repetir la cacería- a varios servidores de Calderón muy encarrilados en sus quehaceres. Pienso en Hacienda, Salud, IMSS, Infonavit, ISSSTE, entre otros. En esas instancias hay en curso asuntos muy complejos y en algunas sus titulares han sido relevados varias veces. El costo de aprendizaje ha sido alto. Cierta continuidad administrativa caería muy bien.

Se podrá discutir el desempeño de fulano o zutano, pero lo importante sería que Peña Nieto diera a México y al mundo una señal de mérito profesional en la selección. No tiene por qué saber de todo. Los grupos compactos que rodean a los presidentes son inevitables, pero gobernar sólo con los cercanos es un grave error que hemos pagado muy caro. En México -dentro y fuera del Gobierno- hay excelentes profesionistas con corazón de servicio público que están más allá de las pasiones partidarias. Ojalá los tricolores no hagan a los azules, lo que éstos les hicieron. Contener pasiones hablaría de grandeza, no de debilidad.

No hay comentarios.: