Enrique Aranda
Al mediodía de hoy, en céntrico hotel capitalino, los principales liderazgos de la izquierda deberán definir, conjuntamente con su dos veces derrotado candidato Andrés Manuel López Obrador,
un catálogo de acciones a realizar, para evidenciar su repudio a la
calificación que, de la elección presidencial del 1 de julio, hizo el
Tribunal Electoral federal y que, si bien les permitirán seguir
mediáticamente vigentes, poco o nada influirán en la definición de un
nuevo, distinto, entorno político.
En las próximas horas, efectivamente, tanto las dirigencias de los partidos miembros del Movimiento Progresista que abanderó el tabasqueño, lo mismo que los gobernadores emanados de sus filas y los coordinadores de sus respectivas bancadas en el Congreso federal y en la Asamblea del Distrito Federal, más algunos liderazgos emblemáticos, habrán de definir el qué y hasta dónde de la anunciada “resistencia civil pacífica”, el cuándo del anunciado reclamo de juicio político a magistrados del Tribunal y consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) o, por sólo agregar alguna, el cómo impedir que el priista Enrique Peña Nieto asuma la Presidencia el próximo 1 de diciembre.
Estarán todos. Igual el oaxaqueño (pejista) Gabino Cué Monteagudo, que el arrogante morelense Graco Ramírez o el guerrerense (¿ex priista?) Ángel Heladio Aguirre, el tabasqueño Arturo Núñez o el (no perredista) Miguel Ángel Mancera; también Jesús Zambrano, Manuel Camacho, Dante Delgado y hasta Dolores Padierna o René, (el célebre) Señor de las ligas Bejarano.
Todos, con una sola excepción: la del jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard que, con todo y la pena…, diría alguno, decidió prolongar su estadía en el Viejo Continente.
Nadie espere sorpresas. Nada nuevo, al menos, en cuanto a acciones específicas a realizar… aunque sí en lo que a la intensidad de algunas de ellas se refiere o, más, al grado de compromiso —personal, de sus respectivos grupos y, entre otros aspectos, en lo relativo al necesario financiamiento del movimiento— que cada uno de los asistentes asumirá respecto del programa a seguir y que, como se sabe, habrá de darse a conocer el domingo durante la concentración convocada por las izquierdas en el Zócalo.
Podría, también, haber deslindes significativos —¿otro?—, por lo que vale mantenerse atentos…
Asteriscos
* Duro diagnóstico, el que la jerarquía católica hace sobre un sector clave para el desarrollo y que, a grandes rasgos, presenta como una “emergencia educativa” evidenciada en: desigualdad social, la exclusión por sistema; jóvenes al sector informal, ¿única salida?; violencia y crimen organizado; niños trabajadores y deserción escolar y, entre otras más, la necesidad de educar (a la niñez y la juventud) en la fe y la razón. El martes, la Conferencia del Episcopado hará pública su (oportunísima) carta pastoral “Educar para una nueva Sociedad”.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
En las próximas horas, efectivamente, tanto las dirigencias de los partidos miembros del Movimiento Progresista que abanderó el tabasqueño, lo mismo que los gobernadores emanados de sus filas y los coordinadores de sus respectivas bancadas en el Congreso federal y en la Asamblea del Distrito Federal, más algunos liderazgos emblemáticos, habrán de definir el qué y hasta dónde de la anunciada “resistencia civil pacífica”, el cuándo del anunciado reclamo de juicio político a magistrados del Tribunal y consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) o, por sólo agregar alguna, el cómo impedir que el priista Enrique Peña Nieto asuma la Presidencia el próximo 1 de diciembre.
Estarán todos. Igual el oaxaqueño (pejista) Gabino Cué Monteagudo, que el arrogante morelense Graco Ramírez o el guerrerense (¿ex priista?) Ángel Heladio Aguirre, el tabasqueño Arturo Núñez o el (no perredista) Miguel Ángel Mancera; también Jesús Zambrano, Manuel Camacho, Dante Delgado y hasta Dolores Padierna o René, (el célebre) Señor de las ligas Bejarano.
Todos, con una sola excepción: la del jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard que, con todo y la pena…, diría alguno, decidió prolongar su estadía en el Viejo Continente.
Nadie espere sorpresas. Nada nuevo, al menos, en cuanto a acciones específicas a realizar… aunque sí en lo que a la intensidad de algunas de ellas se refiere o, más, al grado de compromiso —personal, de sus respectivos grupos y, entre otros aspectos, en lo relativo al necesario financiamiento del movimiento— que cada uno de los asistentes asumirá respecto del programa a seguir y que, como se sabe, habrá de darse a conocer el domingo durante la concentración convocada por las izquierdas en el Zócalo.
Podría, también, haber deslindes significativos —¿otro?—, por lo que vale mantenerse atentos…
Asteriscos
* Duro diagnóstico, el que la jerarquía católica hace sobre un sector clave para el desarrollo y que, a grandes rasgos, presenta como una “emergencia educativa” evidenciada en: desigualdad social, la exclusión por sistema; jóvenes al sector informal, ¿única salida?; violencia y crimen organizado; niños trabajadores y deserción escolar y, entre otras más, la necesidad de educar (a la niñez y la juventud) en la fe y la razón. El martes, la Conferencia del Episcopado hará pública su (oportunísima) carta pastoral “Educar para una nueva Sociedad”.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
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