Los zigzagueos dialécticos de Hugo Chávez
El señor Hugo
Chávez, dando un giro inesperado de ciento ochenta grados, aseguró hace unas
semanas “que está dispuesto a trabajar con los Estados Unidos de América,
invitando al imperio a traer sus inversiones y tecnologías para impulsar el
desarrollo y crecimiento de Venezuela”.
Aun más, hizo
una alabanza ritual rayana en la adoración mística a la Chevron-Texaco y a
otras empresas norteamericanas, con las cuales dijo “trabajamos de maravilla”,
agregando “que su gobierno colaboraría junto con los EE.UU. así como lo hace
con Irán, Cuba y otros para forjar la paz del mundo y salir del atraso, la
miseria y la pobreza”.
“Conviene
también para el mundo entero que Venezuela y Norteamérica puedan ayudarse
mutuamente”, puntualizó Chávez.
Este zigzagueo
ideológico y diplomático revela una inestabilidad galopante y constituye una
desconcertante conducta bipolar que no soporta el más mínimo análisis racional
y lógico.
En este
sentido, hay que recordar que el señor Dietrich, otrora asesor del sanguinario
tirano de la Alemania Oriental, Erich Honecker, había manifestado en un pasado
no lejano las incoherencias ideológicas de Hugo Chávez, lo que motivó su
alejamiento como asesor del circulo áulico del caribeño comandante, que ha
tenido la osadía de adoptar el culto a la personalidad del fascismo más
recalcitrante, apostasía del marxismo ortodoxo, aplicando al mismo tiempo el
manual de Antonio Gramsci, para dar a entender que es el “reformador y el nuevo
profeta” de un socialismo con cara humana, algo distinto al materialismo
dialéctico ateo del redactor del manifiesto comunista de 1848.
Y haciendo gala
de un pragmatismo inaudito y procaz, ordena la venta de más de un millón de
barriles de petróleo por día al “gran satán, expoliador y explotador de los
pueblos marginados de la Tierra”, tratando de poner hoy la imagen de Bush,
supuestamente accionista de la Texaco en el mismo pedestal que Bolívar, aquel
libertador que fuera vilipendiado y denostado inmisericordemente por Carlos
Marx.
Chávez ha
blanqueado la imagen de los EE.UU. con el poco disimulado arte de una alquimia
política cínica y oportunista, aceptándolos hoy como adorables, sublimes e
inofensivos interlocutores, “con los cuales se puede trabajar con absoluta
confianza por la paz, la armonía y la estabilidad mundial”.
Ayer nomás
Chávez había justificado su desaforado armamentismo aduciendo que el “imperio”
tenía la intención de desestabilizar su régimen, propiciando inclusive una
invasión al país caribeño como la que había acontecido con su malogrado
“compinche y hermano ideológico” Muammar Gadafi, para poner en su remplazo a un
títere monigote que, según Chávez, se movería digitado por los hilos imperceptibles
del águila imperial, convertido hasta ayer nomás en chivo expiatorio de todos
los pecados de Venezuela, y hoy en benefactor del país bolivariano.
El Presidente de Venezuela ha afirmado hoy que de los comicios presidenciales del próximo 7 de octubre en los que aspira a su tercera reelección consecutiva depende “en buena manera el futuro de la humanidad”.
El Presidente de Venezuela ha afirmado hoy que de los comicios presidenciales del próximo 7 de octubre en los que aspira a su tercera reelección consecutiva depende “en buena manera el futuro de la humanidad”.
“Es una batalla
entre la bestia capitalista y el proyecto humano, el proyecto socialista, la
esperanza de la especie humana”.
Chávez, con
este discurso vuelve a las andanzas de una confrontación dialéctica maniqueísta
conformada por los extremos irreconciliables, pero que de tanto en tanto, el
líder bolivariano los hace asimilables y concordantes, de acuerdo a las
circunstancias oportunistas del momento.
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