07 septiembre, 2012

México: Dicen que el neoliberalismo no funciona

México: Dicen que el neoliberalismo no funciona – por Isaac Katz

No podemos echarle la culpa a un modelo de economía de mercado para atribuirle el mediocre crecimiento económico y la persistencia de altos índices de pobreza e inequidad cuando en realdad estamos todavía muy lejos de ser una auténtica e integral economía de mercado.
Entre las muchas afirmaciones que hicieron los del movimiento YoSoy132 en su “contra informe”, destaca el señalamiento de que la adopción de un modelo económico neoliberal no ha funcionado para lograr que la economía mexicana crezca más, como tampoco ha servido para abatir la pobreza. Pues no; obviamente no ha servido porque en realidad la adopción del modelo integral de economía de mercado, un auténtico modelo liberal, no se ha hecho.

A raíz de la grave crisis de 1982, producto de las irresponsables políticas fiscal y monetaria de la “docena trágica” de los gobiernos de los presidentes Echeverría y López Portillo, y que derivaron en que México no tuviera acceso a los mercados internacionales de capitales, en 1985 se inició un proceso de cambio estructural con la adhesión al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (antecesora de la Organización Mundial de Comercio) que derivó en una primera fase de apertura comercial. Asimismo, fue también durante el gobierno del Presidente de la Madrid, que se dieron los primeros pasos en el proceso de liquidación y venta de empresas paraestatales (cabe recordar que al final del periodo de López Portillo el gobierno federal tenía 1155 empresas y organismos públicos que iban desde PEMEX hasta restaurantes, hoteles, bares, fábricas de bicicletas y más).
Este proceso de cambio estructural se profundizó durante el gobierno del Presidente Salinas, tanto en la vertiente de apertura comercial como en la de liquidación y venta de empresas paraestatales, la mayor parte con resultados exitosos, aunque algunos fallidos como fueron las carreteras y los bancos. La última gran reforma estructural fue en 1997, durante el gobierno del Presidente Zedillo, cuando se reformó el sistema de pensiones de los trabajadores afiliados al IMSS al pasar de un sistema de beneficios definidos a uno de contribuciones definidas en cuentas individuales administradas por las afores. Y ya; desde entonces prácticamente se ha avanzado muy poco por la mezquindad de los partidos políticos, oponiéndose a las diferentes propuestas de reformas “porque nunca es el momento político adecuado”.
Obviamente, la pura apertura comercial junto con el adelgazamiento del gobierno no son suficientes para introducir a la economía mexicana en una senda de crecimiento elevado y sostenido. Muchos otros elementos del marco institucional no generan los incentivos correctos y alineados con el objetivo de crecimiento y de ahí el mediocre desempeño de las últimas décadas. Destacan tres.
El primero, de suma importancia, es que en México hay una muy grave deficiencia e ineficiencia en la garantía judicial del cumplimiento de los contratos. El segundo, la incompatibilidad entre la legislación laboral y ser una economía abierta al comercio internacional. Y la tercera, es que en México sigue imperando la búsqueda y apropiación de rentas por parte de varios agentes, empezando por los propios partidos políticos y pasando por líderes sindicales, la burocracia y empresas con poder monopólico, todos ellos beneficiándose del statu quo ineficiente que impide un mayor crecimiento económico.
No podemos echarle la culpa a un modelo de economía de mercado para atribuirle el mediocre crecimiento económico y la persistencia de altos índices de pobreza e inequidad cuando en realdad estamos todavía muy lejos de ser una auténtica e integral economía de mercado. Lo que se requiere es la modificación de aquellos elementos del marco institucional que desincentivan la generación de riqueza e inhiben el crecimiento. O nos movemos hacia un íntegro modelo liberal con derechos de propiedad eficientemente definidos y protegidos en un contexto de mercados operando en competencia, o seguiremos en la mediocridad.

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