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Albert Einstein.
A finales del siglo XIX y principios
del XX, 60% de los físicos hicieron su trabajo premiado antes de cumplir
40 años, mientras que al final del siglo XX sólo 19% lo hizo antes de
esa edad. Werner Heisenberg ganó el Nobel de física en 1932 por un
trabajo sobre mecánica cuántica que hizo a los 24 años. Raymond Davis lo
obtuvo en 2002 por realizar experimentos para detectar neutrinos
cósmicos que comenzó a los 51 años y terminó a los 80.
La edad promedio a la cual los científicos y grandes inventores que
ganaron el Nobel hicieron su obra clave aumentó en cerca de seis años
durante el siglo XX, calcula Jones. Lo mismo ocurre con la edad típica a
la que los estadounidenses obtienen su primera patente.
La tendencia es clara incluso después de tener en cuenta vidas más
largas, lo que significa más científicos de mayor edad. Una razón es que
los científicos tienen un comienzo más tardío. A principios del siglo
XX, las grandes mentes comenzaban a investigar activamente a los 23
años. Al final de ese siglo, era a los 31. La etapa de estudiante es más
prolongada.
Durante los últimos 40 años, según encuestas de la Fundación de
Ciencia Nacional de Estados Unidos, la edad a la que se consigue un
posgrado de ciencia o ingeniería ha aumentado poco más de dos años, por
encima de 31 años.
¿Por qué? La hipótesis de Jones es que se necesita más tiempo para
llegar a la etapa de descubrimiento porque simplemente hay más que
aprender que antes. Isaac Newton, repitiendo un pensamiento que otros
habían expresado, escribió en 1675: "Si he visto más lejos, es porque
estoy sentado sobre hombros de gigantes". A lo que Jones añade: "Si uno
quiere pararse en los hombros de gigantes, entonces tiene antes que
subir por la espalda de esos gigantes. Debido a que el conocimiento se
acumula, la subida se vuelve más dura". (De modo que cuando sus hijos se
quejan de que tienen mucho más que aprender que cuando usted iba al
colegio, tienen razón.)
Las vidas de Steve Jobs, Bill Gates y
Mark Zuckerberg parecen desafiar la idea de que se ha terminado la era
de los jóvenes inventores. Jones tiene una explicación: cuando un campo
de conocimiento es nuevo o va en una nueva dirección, los años de
escolaridad no importan demasiado. Es en estos momentos cuando las
mentes jóvenes producen grandes avances.
La revolución en física de los años 20 ofrece un caso de estudio. A
los 21 años, Heisenberg casi reprobó sus exámenes de doctorado debido a
que sabía muy poco acerca de electromagnetismo clásico. Eso resultó ser
irrelevante para la innovadora tarea que hizo en los siguientes cuatro
años. La computadora personal e Internet son casos similares: en su
primera fase, no había mucho sobre qué construir, por lo que los avances
podían ser logrados por jóvenes.
Sin embargo, la mayor parte de la ciencia no es revolucionaria, sino
que se apoya en lo que se ha hecho antes. Tener un comienzo tardío no es
un gran problema, siempre y cuando los científicos trabajen
productivamente hacia el final de su vida. Pero eso no ha ocurrido. Esa
es la amenaza a la prosperidad. "Si la innovación es fundamental para el
progreso tecnológico, entonces las fuerzas que reducen la duración de
las carreras innovadoras activas reducirán la tasa de progreso
tecnológico", razona Jones. Esto es preocupante si los innovadores
—pensadores verdaderamente originales— hacen su mejor trabajo cuando son
jóvenes.
Jones, que tiene 40 años, no se desespera. La medicina moderna, dice,
ha extendido los años de vida, pero no ha extendido los años de mayor
capacidad cognitiva. Esto todavía es posible.
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