Análisis & Opinión
Trucos viejos, trucos nuevos
Yoani Sánchez
Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.En Cuba han surgido últimamente nuevos métodos para birlarle a la gente su dinero. Hay de todo. Billetes de un peso a los que se les dibujan burdamente dos ceros para “hacerlos pasar” como si fueran de cien. Bolsas con jeans vendidos en un portal, que al llegar a casa solo contienen un viejo saco de recolectar papas. Supuestos agentes inmobiliarios que se esfuman con la paga sin haber hecho siquiera su trabajo. Hasta “viajes en lanchas hacia La Florida” que terminan con los interesados comidos a mosquitos en un manglar, sin que aparezca nunca la embarcación. Recientemente ha surgido un nuevo tipo de hurto que involucra casi siempre a un supuesto extranjero.
En Cuba han surgido últimamente nuevos métodos para birlarle a la gente su dinero. Hay de todo. Billetes de un peso a los que se les dibujan burdamente dos ceros para “hacerlos pasar” como si fueran de cien. Bolsas conAlguien, con acento argentino o francés, alquila un taxi. Le propone al chofer una buena suma de dinero por contratarlo durante todo un día. Con el auto en movimiento el acongojado extranjero empieza a contar todos los problemas que tiene con su mujer cubana, a la par que describe la rentable empresa que está montando en la isla. El itinerario casi siempre incluye ir a unjeans vendidos en un portal, que al llegar a casa solo contienen un viejo saco de recolectar papas.
Si el truco de la bolita que se esconde bajo un recipiente apela a nuestro ego, a hacernos creer que nuestros ojos pueden ir más rápido que las manos del jugador, la trampa del “turista que nos pide dinero” se basa en la extendida creencia de que los extranjeros “nunca pueden ser más pícaros que nosotros”. De manera que aprovechándose de ese falso estereotipo, los estafadores de La Habana están haciendo su agosto. Para qué entrenar las manos o esperar a que la “presa” entre en un destartalado cuarto en busca de un par de zapatos, si con hablar como un bonaerense o un quebequés la ganancia puede ser mayor. Cierto olor a crema solar, gafas oscuras, bermudas anchas y la mirada curiosa hacia los edificios que se ven desde la ventanilla del taxi… basta eso y la estafa estará a punto de hacerse con el contenido de tu bolsillo.
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