18 octubre, 2012

Envidia de debate y de cómo Obama paró la hemorragia

Leo Zuckermann

Lo primero que pensé cuando terminó el segundo debate presidencial de Estados Unidos fue “qué envidia”. Sí, envidia porque allá los debates sí son debates donde se contrastan las ideas y personalidades de aquellos que quieren gobernar. Los candidatos se apasionaron, se robaron la palabra, se lanzaron acusaciones. A menudo, los intercambios terminaron siendo rijosos. Destacaron las duras preguntas que directamente hicieron los votantes indecisos. A Mitt Romney, el candidato republicano, por ejemplo le cuestionaron en qué se diferenciaba de George Bush hijo que dejó al país en estado crítico. Al presidente Obama, un afroamericano le dijo que había votado por él hace cuatro años; ahora su situación personal era peor: ¿Por qué debía de votar otra vez por el demócrata?


Obama y Romney nos enseñaron que es posible tener un debate auténtico, sin algodones, sin un formato que dizque los protege y asegura la equidad. ¿Por qué no podemos tener algo así en México? No creo que los políticos estadunidenses sean mejores que los mexicanos. Lo que pasa es que los nuestros son miedosos. Les aterra abrirse a la sociedad. Prefieren viejas y gastadas formas de comunicación política que un debate verdadero frente a los electores. Ojalá las nuevas generaciones de políticos mexicanos superen este miedo y se atrevan a nuevos formatos como el que vimos el martes en Estados Unidos.
Sobre el segundo debate entre Obama y Romney, el Presidente lo ganó gracias a una actuación muy distinta de la que tuvo en el primero. Ahora sí vimos a un Obama concentrado, atento y dispuesto a no dejar pasar ni un solo golpe de Romney. Tuvo un momento memorable cuando le dijo al republicano que era una ofensa que tratara de beneficiarse políticamente por el asesinato del embajador de EU en Libia. Ahí es cuando se vio más presidencial.
Si bien ganó Obama, tampoco lo hizo de manera contundente. Romney tuvo sus buenos momentos. En ningún caso se achicopaló. De hecho se le podría criticar de lo contrario: en su afán por argumentar enfáticamente, se acercó mucho al espacio físico del Presidente. El republicano, como en el primer debate, se movió hacia el centro del espectro político. Se concentró y fue muy disciplinado en dos temas: la necesidad de generar empleos y el fortalecimiento económico de la clase media.
Y es que el tema económico es el Talón de Aquiles de Obama. Si bien la economía estadunidense se ha recuperado de la recesión, el problema ha sido la creación de empleos. Como los indicadores económicos no son tan buenos, pues el Presidente no tiene mucho que presumir. Ahí es donde Romney ataca con más éxito. Afortunadamente para Obama, el republicano también tiene su Talón de Aquiles: todos los temas que no son económicos. Es donde Romney se atora, como vimos ayer.
Todas las encuestas levantadas inmediatamente después del debate le dieron al Presidente la victoria en este ejercicio democrático, aunque por un escaso margen (CBS News/Knowledge Networks de votantes indecisos, CNN de electores empadronados, encuesta en línea de Google Consumer Surveys, Public Policy Polling de votantes en Colorado y SurveyUSA en California). De acuerdo al especialista en predicción de resultados electorales de The New York Times, Nate Silver, “Obama se beneficiará en la medida en que los recuerdos [del primer debate] en Denver se olviden por los nuevos que se forjaron en [el segundo debate] en Nueva York”. Y conjetura: “Mediante este ciclo de la elección, usted hubiera hecho muy bien si hubiera pronosticado que las encuestas eventualmente se estabilizarían con una ventaja total de Obama de unos dos puntos porcentuales. Siempre que esta ventaja ha sido mayor, ha regresado a la Tierra. Pero Obama también ha rebotado cuando las encuestas sugieren una competencia más cerrada”. Por lo pronto, el modelo de Silver coloca a Obama con una probabilidad de 65% de ganar la elección,  exactamente el mismo porcentaje que tenía ayer en el mercado de las apuestas de intrade.com.
El lunes se volverán a ver las caras Obama y Romney en el tercero y último debate. El tema será sobre política exterior de EU, un asunto donde lleva las de ganar el Presidente, en la medida en que no se hablará mucho de economía interna. De esta forma, Obama ha logrado detener la hemorragia y cambiar la percepción de que iba a la baja. Además, lo que viene podría beneficiarlo para amarrar ya su reelección.

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