25 octubre, 2012

Los especuladores: Nuevo chivo expiatorio de Obama

Mike Brownfield





Los altos precios del combustible no son algo bueno para un presidente, especialmente en año de elecciones, así que no sorprende que el presidente Barack Obama esté intentando lo imposible para echarle la culpa del récord histórico en los precios del combustible a algo que no sean sus fracasadas normativas energéticas. Ayer hizo el desesperado intento de distraernos de esos fracasos y desviar la furia de Estados Unidos por el precio del combustible con una deficiente propuesta penalizando a los especuladores por supuestamente subir el costo de la energía.


Hablando desde los jardines de la Casa Blanca, el presidente anunció una propuesta para gastarse $52 millones en financiar un mayor control gubernamental de las transacciones del mercado de futuros del petróleo además de añadir penas civiles y criminales más duras por manipular los mercados energéticos. “No podemos darnos el lujo de tener una situación en la que unos cuantos especuladores pueden ganar millones, mientras que millones de familias americanas se llevan la peor parte”, dijo Obama. “El mercado no debería funcionar de esa manera”.
Por supuesto, la implicación es que los malvados barones de Wall Street son la razón por la que los precios del combustible son tan altos y que se van con los millones a expensas del resto del país (el presidente incluso fue tan lejos como para nombrar el caso Enron). Simplemente eso no tiene nada que ver y el presidente hasta dijo que “ninguna de estas medidas por sí solas bajarán los precios del combustible de la noche a la mañana”, un punto que el vocero de la Casa Blanca Jay Carney reiteró en una conferencia de prensa después por la tarde cuando admitió que “es difícil saber” cuál sería el impacto de la propuesta del presidente.
El analista de la Fundación Heritage, el Dr. David Kreutzer, explica que el argumento del presidente de que “han sido los especuladores” tiene fallas a varios niveles. Si los especuladores están obteniendo desmesurados beneficios con la energía, ¿por qué sólo lo están haciendo ocasionalmente y no todo el tiempo? ¿Por qué sólo hay especuladores de petróleo pero no de gas natural (cuyo precio actual es de alrededor de la mitad de lo que promediaba durante la década pasada)? Y dado cómo funciona el mercado del petróleo (por cada especulador que gana dinero con una transacción comercial, alguien más pierde dinero) la teoría del presidente “requiere de una infinita cadena de tontos que ocupen el otro lado de los negocios de los especuladores”. Por último, el Dr. Kreutzer dice:

Para que la especulación suba los precios, los especuladores deben o bien provocar que la producción de petróleo se ralentice (que no lo han hecho) o bien sacar petróleo fuera del mercado. Si el flujo de petróleo y sus derivados se mantienen sin cambios, el precio en el surtidor no cambiará. Si se saca petróleo fuera del mercado, lo que puede ocurrir, incluso si existen límites a lo que se puede almacenar, este finalmente volverá al mercado.   
La pregunta pasa a ser:”Cuando el petróleo vuelve al mercado, ¿el precio es mayor o menor que cuando se sacó del mercado?” El precio sólo será mayor si la cantidad suministrada en ese momento es menor o la demanda es mayor. En cualquiera de esos casos, los especuladores han ayudado a moderar las fluctuaciones del precio y serán recompensados con beneficios. Si el precio es menor, entonces los especuladores hicieron algo mal y serán penalizados con la pérdida de dinero.

En pocas palabras, la teoría del presidente de que los taimados especuladores de la energía están trabajando para subir el precio del petróleo simplemente no se sostiene. Así que ¿cuál es el propósito de todo esto? Regular sólo por regular, con el fin de proporcionar una distracción a sus fallidas normativas energéticas.
Si el presidente verdaderamente quisiera bajar los precios del combustible, trabajaría para incrementar el suministro. Pero cuando se da la oportunidad, simplemente dice “no”. Rechazó aprobar el oleoducto Keystone XL, que transportaría hasta 830,000 barriles de petróleo al día desde Canadá. Su administración se lo ha puesto incluso más difícil a las compañías para explorar y extraer los recursos energéticos nacionales al cancelar, retrasar o retirar varios arriendos usufructuarios de perforaciones para la exploración y el desarrollo. Mientras tanto, enormes franjas de tierras federales han sido puestas fuera de los límites de la exploración energética.
Las otras normativas energéticas que el presidente ha llevado a cabo o bien han hecho subir los precios de la energía o bien se ha comprobado que no son más que un derroche abismal de dólares del contribuyente. Tome como ejemplo los nuevos regímenes reguladores de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) que prohibirían de manera efectiva las nuevas centrales térmicas de carbón, incrementando por tanto el costo de la electricidad que Ud. consume o los nuevos estándares de eficiencia del combustible para los automóviles que podrían añadir $10,000 al costo de un auto nuevo. Luego están los estímulos para los empleos verdes de Obama, cuyo más claro ejemplo de fracaso no es otro que la arruinada compañía de energía solar Solyndra que se quedó con $540 millones de fondos del contribuyente.
En la conferencia de prensa de ayer, Carney dijo que “El presidente ha dejado claro que no hay una solución milagrosa, que no hay fórmulas mágicas, que no hay conejos saliendo de la chistera, o un plan perfecto que reduzca el precio del combustible en el surtidor”. Sin embargo, el presidente espera que culpar a los especuladores sea toda la magia que necesita para convencer al pueblo americano de que sus normativas energéticas no son un total fracaso.

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