Televisa, Peña Nieto y el #132
El equipo de Peña Nieto no debe haber
dormido bien si se enteró de los resultados electorales de este domingo en
Chile. El gobierno de Sebastián Piñera perdió por paliza las elecciones
intermedias, en gran medida debido a los estudiantes de aquél país, que durante
meses fueron el foco de presión y protesta en contra de las políticas del
mandatario. No es el único factor, desde luego, pero sí el más visible.
Peña y Piñera podrían tener eso en común,
además de los apellidos, si el priísta no sigue con atención el movimiento
estudiantil. Los críticos dirán que el fenómeno del #YoSoy132 ya no es lo mismo
que hace cuatro meses. Quizá, pero hace ocho meses no existía y nadie llegó a
pronosticar la súbita emergencia de las protestas a partir de un incidente casi
trivial: críticas a un candidato en una visita a una universidad privada.
Con la misma velocidad y aún mayor fuerza
los estudiantes podrían de nuevo encender la pradera frente a políticas
públicas o acciones oficiales que consideren lesivas para sus intereses o para
el interés público. A su favor tendrán el hecho de que ya no estamos en período
electoral, de tal forma que sus críticos no podrán achacarles que operan,
explícita o tácitamente, en apoyo a otro candidato (López Obrador).
Las siguientes protestas de este movimiento
estudiantil enarbolarán banderas que fácilmente pueden ser acogidas por otros
segmentos, sin distinción de filiación política o ideológica (como sucedió en
Chile). Eso lo hace potencialmente más formidable.
Por lo demás, el hecho de que las redes
sociales seguirán aumentando su influencia en la conversación pública provocará
que el gobierno entrante camine sobre una delgada capa de hielo en su relación
con los jóvenes. Es sabido que el equipo de transición prepara algunas
estrategias con el propósito de concitar el apoyo de las nuevas generaciones.
Habrá que ver.
Attolini y Televisa
Por lo pronto, Televisa ha querido responder
al reto mediante la tradicional táctica de abrir espacios presuntamente
acotados a sus críticos. La invitación a Antonio Attolini, estudiante del ITAM
y vocero del #YoSoy132 en sus inicios, para participar en el programa Sin Filtros, es parte de
este esfuerzo de legitimación del consorcio de televisión. El movimiento se ha
deslindado y ha cuestionado tanto la pertenencia de Attolini al #YoSoy132 como
su participación frente a las cámaras.
No coincido con esa posición. Dese luego
tienen razón al explicar que Attolini no representa al movimiento y que sus
opiniones expresan estrictamente su punto de vista personal. El tema, a mi
juicio, no es que participe o no en un programa, sino el contenido de sus
intervenciones. Y esas habrá que verlas.
En otras palabras, me parece que los
espacios mediáticos hay que aprovecharlos para alcanzar a otros públicos. De
otra manera, terminaremos predicando a los conversos. Querámoslo o no, la
televisión privada alcanza sectores sociales y zonas geográficas al margen de
las redes sociales y ajenos a los pocos espacios críticos e independientes.
Si Televisa se siente presionada y quiere
abrir micrófonos a puntos de vista alternativos, me parece que debe tomársele
la palabra. Es ganancia la mera posibilidad de presentar a la opinión pública
argumentos y datos que cuestionen las verdades oficiales.
Lo que habría que ver es si Attolini es
capaz de hacerlo. O si, por el contrario, el joven termina cooptado como ha
sucedido con tantos periodistas que alguna vez fueron críticos de los poderes y
los poderosos.
Por supuesto que la invitación a Attolini
tiene el propósito de lavar la cara de la televisión. No es una graciosa
concesión, sino el resultado de la crítica de los jóvenes a la cobertura
distorsionada de esta empresa de comunicación. En ese sentido el #YoSoy132 ya
ganó, a condición de obtener ventajas de ese triunfo. Y uno de los terrenos
ganados es justamente la apertura, así sea parcial e interesada.
Las administraciones de Carlos Salinas y
Ernesto Zedillo introdujeron cambios electorales y reconocieron triunfos del
PAN y luego del PRD no por voluntad democrática sino por necesidad de
legitimarse, debido a la presión pública. Y esta apertura interesada y a
regañadientes terminó provocando la caída del régimen.
Podemos pasarnos décadas criticando a
Televisa, pero las audiencias seguirán sintonizando sus canales. Tampoco se
derrumbará el imperio mediático porque enunciemos sus pecados ante públicos
reducidos y previamente convencidos. Pero algo importante habrá sucedido cuando
desde sus programas escuchemos cuestionamientos críticos y sólidos respecto al
poder y al propio consorcio.
Televisa no desparecerá de la vida de los
mexicanos en fecha próxima, o al menos no en algunas generaciones. Lo que sí se
puede, como lo ha hecho el #YoSoy132, es presionarla para que ventile sus espacios y acepte la
crítica a los gobernantes, así sea por razones de conveniencia.
Al final todos habremos
ganado.
Quizá algún día podamos escuchar en esos
micrófonos a Jenaro Villamil (el periodista investigador más implacable en
estos temas) o a Javier Corral (legislador empeñado en acotar al monopolio). O
quizá sea demasiado pedir y lo único que obtengamos sean más “Attolinis” en sus
programas. No está mal, a condición de que las convicciones no se resquebrajen
ni tiemblen las piernas al momento de hablar y pisar fuerte en los estudios de
Chapultepec.
¿Que están tratando de utilizarlo?
Desde luego,
pero de él dependerá demostrar que en ese juego puede haber ganancias para la
crítica independiente. Lo hizo Elena Poniatowska en el noticiero de López
Dóriga sin mayor problema y para beneficio de todos. Me parece que más que
denostar la decisión de Attolini habría que ver su desempeño. Después juzgamos.
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